Mundo D

“Boca es mi viejo e Instituto, el barrio”

La doble camiseta, el fútbol de Córdoba, el aguante... Sergio Zuliani analiza todo y avisa: “Me vuelve loco la Libertador­es”.

- Gustavo Aro garo@lavozdelin­terior.com.ar

Sergio Zuliani es un tipo serio que se divierte mucho. Tiene un humor fino que camina de la mano de la ironía, como cuando dice que San Lorenzo no tiene “rival clásico”. Lleva más de 30 años en los medios cordobeses y probó de todo: radio, televisión y gráfica. Desde hace un tiempo es el conductor de la mañana de Pulxo (FM 95.1) y allí se muestra tal como es en el programa Con todo al aire, nombre sugestivo si los hay.

Al “Gringo” le gusta el fútbol... le apasiona el fútbol. Es fanático de Boca (sin llegar a la enfermedad) y simpatizan­te de Instituto. Con Mundo D habló de todo. Del aguante, del Xeneize, de los clubes cordobeses y de la violencia en las redes sociales.

–¿Cuándo empezaste y cuándo terminaste de festejar el título de Boca?

–Tranqui. Este sistema de partidos que tiene la AFA, de títulos festejados sin jugar, ya te quita la excitación de definirlo en una fecha. Pero yo quiero ganar una Copa Libertador­es más. Quiero alejarme de River y alcanzar a Independie­nte. Eso es lo que me pone loco. La Libertador­es me genera adrenalina. Es un torneo apasionant­e. Me vuelve loco la Libertador­es, mucho más que un Mundial de seleccione­s.

–¿Sos de los que creen que el país está dividido entre los hinchas de Boca y los anti?

–Sí, sí. Hay un superclási­co que es Boca-River y muchos clásicos que son Boca y los rivales. Rivales que de alguna manera los dos lo usan inteligent­emente. Los de Boca para generar una sensación de superiorid­ad, esa cosa que nos hace tan odiables; y los otros equipos lo hacen para ningunear al rival. Yo creo que entre Independie­nte y San Lorenzo hay una puja de odio hacia Boca. Bueno, San Lorenzo no tiene rival clásico, es muy gracioso eso. En los ‘70 hubo una importante posibilida­d de que eso pasara con River, cuando volvió de los 18 años sin ser campeón. River se perfilaba para eso, pero de pronto el equipo odiado pasó a ser Boca. La mitad más uno ya es una presunción que viene de muchos años. Pero sí, admito que los hinchas de Boca tenemos esa soberbia que nos hace detestable para los hinchas de los otros equipos.

–¿Cómo ves al fútbol de Córdoba?

–Yo, como simpatizan­te de Instituto, celebró esa rivalidad entre Belgrano y Talleres, pero que no llega al nivel de enfermedad social que existe en Rosario. Los niveles de violencia entre los hinchas de Newell’s y Central roza lo delictivo, la locura. Lo de Talleres-- Belgrano, a nivel regional, está en su justa medida. Además, creo que son dos institucio­nes enormes que engrandece­n al fútbol de Córdoba.

–Somos de una generación en la que teníamos dos equipos. Hoy, eso se llama doble camiseta.

–Se tiene que optar por uno, más si uno de los equipos ha transitado por AFA. Si sos hincha de Belgrano o Talleres no podés tener doble camiseta y si sos hincha de Instituto se admite en cierto término. Pasa que en una época el fútbol de Córdoba ciudad era tan del interior como un equipo de Ordoñez o Hernando. Hoy sos de Independie­nte de Hernando y de River. En Córdoba, antes pasaba lo mismo. Tenías uno acá y otro en Buenos Aires.

–Hoy la doble camiseta trascendió fronteras, ahora los pibes son de Belgrano, Talleres, Boca o River y de Barcelona, Manchester City o Real Madrid.

–Exactament­e. Cuando yo era chico, Brizuela transmitía desde LV2 el fútbol de Córdoba; y en LV3, “el Chino” Torri transmitía el fútbol de Buenos Aires. Hoy, eso se trasladó a la televisión, al cable, a las redes y hoy aparece Messi. Hoy tenés chicos, que ya no son tan chicos, que son hinchas del Barsa, pero un hincha de Independie­nte puede ser del “Kun” Agüero. Lo va siguiendo al “Kun”. Sabés que si mañana el City compra a Messi, todos los pibes se hacen del City.

–A mí me cuesta asumirlo...

–Para mí es muy difícil separarlo. Una vez, haciendo terapia, en un momento hablé de la relación con mi viejo y con Boca, como si fuera algo menor, entonces este hombre me dijo: “Si rascamos un poquito la superficie de nuestro credo futbolísti­co, empiezan a aparecer historias personales”. Yo no abracé la camiseta por casualidad, hay mucho de fondo. Para mí, Boca es mi viejo e Instituto, el barrio. El que me venga a cuestionar mi fanatismo por Boca lo hago mierda porque se mete con mi viejo.

–¿Ese fanatismo no te hace caminar por la cornisa de la locura?

–Ser hincha de fútbol es ser medio loco. A mí, un partido me amarga la tarde o me amarga la noche. El 1-3 con River me amargó la semana, pero no estoy tan desquiciad­o. Entiendo perfectame­nte de qué se trata. De todos modos, cuando vos tenés al frente a alguien que no le da bola al fútbol, mi mujer, por ejemplo, me hace ver un boludo importante. Cuando antes de ver a Boca por la Libertador­es me dice que me tome un Rivotril porque tengo presión alta, entonces digo “caramba”, eso debería pasar cuando mi hija vaya a dar luz. No peleo, no puteo, no me cago a trompadas. Con el que se pone violento no discuto.

–Hoy, la arena de batalla se trasladó a las redes.

–Yo no contesto en las redes sociales. Cuando sé que viene pesado, no leo los comentario­s. En caso de Facebook hago un posteo, expreso mi opinión y trato de ser lo más educado posible. Cuando salió campeón Boca me cagué de risa, cuando saltó lo del doping me cagué de risa, pero nunca llegando al límite de rebajar o putear. Tiro un chiste, después puede caer bien o mal. Pero no me prendo en el uno a uno. Con el que se pone violento no transo.

–¿Cómo te llevás con la cultura del aguante?

–Mal. Hasta hubo un programa de tele, en TyC, y me parecía que de alguna manera fomentaba una dosis de violencia porque muchos cánticos generaban eso. Esa es la parte en la que el hincha se va desvirtuan­do, donde ya la destrucció­n y el daño del rival es más importante que bancar al propio.

–Y en las redes sociales se da mucho.

–Es peligroso. Hay muchos que se prenden en esta cultura y ya no tienen ni siquiera pasión por su propio equipo porque se desdibuja. Son violentos que vienen de otros lugares, que trabajan en esta suerte de submundo de las barras que, repito, poco y nada tiene que ver con bancar a tu equipo. Y mucho tiene que ver con mantener negocios paralelos hasta generar grupos y focos de violencia, que se venden a la política, se venden a distintos sectores.

–¿Creés que algún día los equipos de Córdoba van a estar a la altura de las expectativ­as de lo que piden sus hinchas?

–Tengo la sensación de que estamos cerca de algo. Me parece que se está gestando una semilla distinta a la de otros tiempos. Lo que hizo Armando Pérez en Belgrano ha sido ciclópeo, con dos mangos, y lo que está haciendo (Andrés) Fassi con Talleres, a mí me llena de interrogan­tes, pero por lo menos parece que hay algo. Se está gestando algo. Si a este Belgrano de Armando Pérez le surgió un Talleres de Fassi, y por lo tanto Belgrano quiere equipar o superar a Talleres institucio­nalmente, el fútbol de Córdoba está condenado a crecer. Lamentable­mente, el fútbol de Córdoba, desde los últimos 20 años, está hecho básicament­e de los festejos de la derrota del rival. Belgrido, Galleres e Instiputo, son los tres alias. Nos gastamos mutuamente y punto.

Zuliani despide al fotógrafo con un abrazo y retiene al periodista para hablar de series televisiva­s. Se prende “el Chelo” Meloni (también en Pulxo) y la charla se extiende. Hay recomendac­iones para Netflix e intercambi­o de nombres. Se hace de noche, el frío comienza a pegar. Da otro abrazo y se despide. “Chau chicas”, dice. Es Zuliani, auténtico, con toda su alma al aire y su corazón abierto.

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(MARTÍN BAEZ)

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