Mundo D

Jockey no pudo con su alma

El hípico cordobés perdió la final frente a Atlético en Rosario. Empezó ganando, sufrió en el scrum y la peleó hasta la última jugada. Para el campeón, claró está, no fue un trámite.

- Hugo Juárez hjuarez@lavozdelin­terior.com.ar

Algunos dirán que nadie le podrá quitar lo bailado; que dio batalla hasta el final. Otros, segurament­e, que la amargura era demasiada como para interpreta­r que pese a que ya no podía con su alma, intentó llevarse por delante al rival. Porque aun en los últimos segundos, cuando el partido duraba lo que un suspiro y con un marcador imposible de alterar, Jockey Club Córdoba peleó palo a palo frente a un equipo que, amén de militar en la elite del rugby de la Urba, se hizo sentir, y mucho, en su casa. Tanto como para entender que el 36 a 22 final que lo consagró como campeón del Nacional de Clubes B, lo había obtenido con sus mejores armas, pero sudando la gota gorda.

Es que más allá del optimismo con que encararon la cruzada a Rosario algo así como unas mil almas, en lo más íntimo de su ser sabían que la final no sería un trámite, y mucho menos una paliza en público. Porque así como el hípico capitalino suele entrar en sus baches en lo que hace al torneo doméstico, también entendía que a la final había llegado por derecho propio. Casi como que estaba hecha a su medida. De allí que no sorprendió que tuviera sus 10 minutos de gloria, los primeros, para demostrar, con los tries de Julio Deheza y Lucas Busdrago que estaba dispuesto a quedarse con todo.

Pero (siempre habrá un pero) así como fue generoso e incisivo a la hora de abrir el juego, le faltó peso específico a la hora de aguantar al 15 rosarino puntualmen­te en el scrum. Porque fue por esa vía por la cual el local logró forzar tres try penal, 21 puntos que, a decir verdad, le costaron el partido al escuadrón rojiblanco. Porque así como hubo un cuarto que cobró el árbitro santafesin­o Emilio Traverso a instancia del lineman, este último fue sancionado por un tackle alto de Juan Cruz Mallía a un Ignacio Beltramino que se zambullía en el ingoal cuando el partido (y la tarde) comenzaba a dar los últimos destellos de color.

Quedará, para siempre, la última imagen de Jockey intentando despedirse con la dignidad que le demandan sus corazones. Porque estuvo ahí de achicar la angustia buscando el ingoal, pero una mano traviesa y un talento sin par hicieron que Martín Rodríguez Gurruchaga la cortara de un tajo, para que la última jugada quedara para los de Plaza Jewel con el try apoyado por Tomás Malano, luego de una frenética corrida por la banda.

Demasiado premio, deben haber pensado algunos, aunque en esto, se sabe, el que se equivoca pierde. Y eso, sencillame­nte, fue lo que le sucedió al conjunto cordobés.

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