Mundo D

No será fácil, Paulo

Cómo vive Paulo Dybala el difícil momento de la selección y el cimbronazo tras sus declaracio­nes. Su entorno asegura que sintió el golpe, pero buscará revancha ante Perú.

- Hernán Laurino hlaurino@lavozdelin­terior.com.ar

“D ifícil no es jugar con Messi, difícil era jugar conmigo acá en el pueblo, que no se la devolvía ni cuadrada”, dice uno de los amigos de la infancia de Paulo Dybala, en Laguna Larga. La frase tiene gracia, pero también tristeza. Realidad. Las últimas horas no fueron fáciles para “la Joya” desde que, en la previa del partido de su Juventus ante Barcelona por Champions League, lanzó una frase que provocó un cimbronazo innecesari­o. “Va a parecer raro lo que voy a decir, pero es un poco difícil jugar con él (por Messi) porque jugamos en la misma posición. Yo trato de respetar siempre su espacio adentro de la cancha y sentirme lo más cómodo posible. Jugamos en la misma posición, segurament­e soy yo el que tengo que adaptarme más a él, tratar de ayudarlo desde donde puedo y hacerlo sentir cómodo cada vez que me toque jugar con él”. Esa fue la frase original, exacta, dicha por Dybala. A lo que el momento urgente, intolerant­e, acuciante de la selección transformó en: “Es difícil jugar con Messi”.

Entonces, llovieron las críticas. Y apareciero­n figuras como Ricardo Bochini o Daniel Valencia (sólo por citar algunos) a “boxear verbalment­e” al “10” de Juventus. “En mi carrera perdí la cuenta de todas las paredes que tiramos con Diego (por Maradona), y los dos éramos ‘10’. Incluso era más fácil con él que con otros”, escribió Valencia en su cuenta de Twitter.

Fue el comentario más “dulce” que recibió el cordobés. Ahora sí, Dybala conoció el lado más áspero del fútbol argentino.

“Quieras o no, a Paulo le llegan todas estas cosas. Aunque no quieras, algo mirás, escuchás, lees. Segurament­e no esté bien, va a sentir el golpe. Pero es un chico fuerte, que se ha repuesto a miles de situacione­s aún peores. Pero que el golpe lo sintió, lo sintió”, dicen los que más lo conocen. “Se sacó solo de la selección, Sampaoli no debe citarlo”, fue el comentario generaliza­do en la prensa porteña. “Sincericid­io”, tituló Olé.

Ayer, Sampaoli lo respaldó y lo citó para enfrentar a Perú y Ecuador, las dos últimas fechas de las eliminator­ias sudamerica­nas.

¿Sus declaracio­nes lo pusieron en duda? Quienes están en la “cocina” de la selección aseguran que no. “Aunque segurament­e se va a llevar algún tipo de ‘reto’ de parte del DT, si no lo citaba lo ‘sepultaba’”, coinciden desde su entorno. No era el momento de hablar, porque más allá de que Paulo habló de fútbol, cualquier pequeña frase podía ser utilizada para “desestabil­izar”. Y así fue.

El selecciona­do argentino, que se ubica quinto (en repechaje) con 24 unidades en las eliminator­ias, recibirá a Perú que tiene las mismas unidades pero ocupa el cuarto puesto por diferencia de gol. El partido se jugará el jueves 5 de octubre a las 20.30 en La Bombonera.

“Creo que Paulo quiso ser crítico y sincero, y se tomaron mal sus palabras. Quizás le afecte, pero debe acostumbra­rse, estar entre los 10 mejores jugadores del mundo te expone demasiado a las cosas malas, como así también a las buenas. Mentalidad ganadora le sobra para sobreponer­se y demostrar que puede estar a la altura. Él sabe que todavía no demostró lo que puede hacer en la selección”, señala otro de sus íntimos.

¿Una sociedad posible?

Lejos de los primeros encuentros y la timidez inicial por estar cerca de uno de sus ídolos, poco a poco Paulo fue ganando la confianza de Lionel. “No son amigos, pero se llevan muy bien”, aseguran. En los últimos entrenamie­ntos en Ezeiza, se los vio cerca, compartien­do bromas y charlas.

“Son dos jugadores muy parecidos, muy iguales. Eso quiso explicar Paulo. Y para funcionar como sociedad, necesitan conocerse más. Va a llevar su tiempo. Pero si ves en las prácticas la sonrisa de Messi cuando Paulo se la devuelve y embocan una, dos paredes, te das cuenta. Hay afinidad”, afirman los que presenciar­on las prácticas en el predio de AFA.

Aunque hay algo que Dybala también debe perder: el respeto.

“Paulo se debe animar a romper el molde, a veces lo noto como demasiado respetuoso por Messi, como que no quiere invadirlo. Les pasa a todos en la selección. Todos se la dan a Messi que resuelva y los demás también deben resolver. Paulo tiene que romper ese respeto”, expresó una fuente cercana al delantero cordobés.

En la selección, Dybala y Messi jugaron cuatro partidos (231 minutos) juntos. Nada.

“Si le han pegado tanto a Messi, como no van a pegarle a Paulo. No tienen idea el daño que hacen no sólo al jugador, sino también a su familia. Y claro que sienten presión. Hay una mochila muy grande en todos estos futbolista­s que igualmente siguen viniendo y eligen jugar para la selección”, se sincera uno de sus allegados.

Hace apenas unos días, el periodista Mariano Murphy, en diario Olé, escribió la columna: “Culpables nosotros también”. Va un fragmento: “Podemos estar orgullosos. Otra vez lo hicimos. Destruimos una generación de grandes futbolista­s. Porque los responsabl­es de este presente también somos nosotros. Sí, nosotros: dirigentes, periodista­s, hinchas. Llegamos a tres finales y les quemamos la cabeza a los jugadores, los vilipendia­mos: fracasados, pechofríos, millonario­s que no sienten la camiseta”.

Paulo, hasta aquí exento a esa “carnicería”, ahora conoció lo peor del “argentinis­mo”.

Pero Dybala ya sabe de estos golpes y los ha superado. No le fue fácil en sus inicios en Instituto, como así tampoco en Palermo y Juventus, ya en Italia. Pusieron en duda su talento. Y Dybala logró sobreponer­se y demostrar su valía. Ahora llegó el momento de hacerlo en la selección. Él lo sabe. Y es más autocrític­o que nadie sobre su nivel.

“Ahora va a venir distinto, con bronca, con ganas de revancha. Para tapar bocas, como ya lo hizo tantas veces. Ya van a ver”, anticipan los que más lo conocen.

Eso quieren ver todos: a Dybala gritando un gol en la Bombonera con la camiseta de la selección argentina, señalando al cielo y dedicándol­e un gol a su viejo Adolfo. Diciéndole: “Viste que pude, papá. Viste que lo logré”.

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