Del drama a la gloria, en 200 km
Después de quedar al límite de no correr, ayer Christian Ledesma y Emiliano Spataro llevaron el Renault al triunfo.
El banderazo triunfal cayó ayer sobre el capó del Renault Fluence bajo la conducción de Emiliano Spataro, quien compartió la conducción con Christian Ledesma y ambos conocieron la gloria de ganar los 200 km de Buenos Aires.
En una jornada muy complicada por las condiciones del tiempo y otros ingredientes, y disputando las dos últimas vueltas bajo la lluvia y con un “deslizamiento” del Renault de Spataro, que estuvo a punto de hacerle perder la carrera, al final llegó el festejo. Fue el momento de gloria para ambos pilotos de aquilatada experiencia.
Pero lo de ayer fue el éxtasis de esta historia, que comenzó con mucho drama el pasado viernes. Ese día, estaba asignado a los pilotos invitados para que pudieran girar con el auto y fue en ese momento cuando Christian Ledesma sufrió un espectacular despiste que dejó muy dañado el auto, sobre todo en la cola. “Salí de la S del ciervo a unos 230 km/h y de pronto el auto se desacomodó y salí disparado para golpear contra las gomas de contención a unos 120 km/h”, le explicó Ledesma a
El piloto resultó ileso pero con un fuerte dolor cervical, sobre todo en el cuello, que necesitó de atención médica. Cuando el marplatense volvió al box, ya los mecánicos habían comenzado una labor que llevaría muchas horas para volver a poner en pista el auto. El Fluence golpeado, era un auto nuevo con muy pocos kilómetros y construido por Martín Romero, en su taller de Burzaco. Por ello, el equipo Renault lo convocó para trabajar en la unidad y al revisar los daños se dieron cuenta que había piezas con las que no contaban.
Allí, comenzó una lucha contra el tiempo, porque mientras los mecánicos desarmaban y analizaban los daños, el equipo recurrió a varias concesionarias para pedir las piezas necesarias. Todo el conjunto se reunió en el autódromo alrededor de las 22.30 y el propio Romero, con dos personas de su equipo y tres mecánicos de la escuadra del rombo, pusieron manos a la obra. Después de casi 12 horas de intenso trabajo, la unidad quedó en condiciones de salir a pista y lo hizo, minutos después de que la chicharra, habilitara la pista para girar. Los ensayos y la clasificación, se utilizaron para ver que no se “cayera” nada, que todo funcionara y por ello, el 17º puesto en clasificación, fue casi un premio para todos los que trabajaron sin dormir.
Premio al esfuerzo
Los 200 km fueron una carrera “loca” y con difícil pronóstico, porque la lluvia se encargó de complicarle el panorama a todos. El circuito 15 tenía mucha agua sobre la carpeta asfáltica a la salida del curvón Salotto y también después de Ascari, porque la lluvia caída por la noche inundó las banquinas y estas desaguaron en la pista.
De poco valió girar algunos minutos, porque el agua acumulada era mucha. Al momento de largar, sólo tres pilotos optaron por poner gomas de lluvia, LedesmaSpataro, Rosso-Peluso y Muñoz Marchesi-Rodríguez. Los dos primeros, estuvieron en el podio y no fue casualidad.
La carrera finalmente terminó por tiempo, luego de 26 giros, los dos últimos bajo una intensa lluvia, donde Peluso, que venía ganando, no pudo contener más a Spataro, que lo superó y metros más adelante, vio como el auto se deslizaba hacia fuera de la pista y lo pudo controlar antes de que pisara el pasto. Se le fue encima una vez a Peluso y lo superó para ir por el banderazo consagratorio.
Atrás, quedaron la cinco intervenciones del auto de seguridad, por distintos despistes, la eternidad que tardó Pernía en cambiar de piloto, por la traba del cinturón de seguridad, la punta momentánea del cordobés Chapur, finalmente cuarto y la desilusión de “Pechito” y Rossi, que nunca pudieron avanzar, más allá del cuarto puesto.