Mundo D

Fue Talleres, al final

Si bien erró un penal y jugó un tiempo con uno más, el equipo de Kudelka generó lo mejor al cierre del juego. Antes, estuvo flojo y lo salvó Herrera.

- Daniel Guiñazú Especial desde Buenos Aires

En las dos últimas pelotas del partido, ya en tiempo de descuento, Talleres tuvo la victoria a su disposició­n. Y no la pudo abrazar. Primero, un cabezazo de Santiago Silva, con todo el arco de frente, salió al lado del palo izquierdo de la valla custodiada por el cordobés Julio Chiarini. Inmediatam­ente después, el cruce milagroso de Daniel Imperiale sobre la línea, impidió que un remate de Aldo Araujo se tradujera en gol.

Si a estas situacione­s nítidas, se le suma el penal que Lucas Olaza tiró afuera a los 38 minutos de la etapa inicial, no caben dudas: la “T” debió haber ganado ayer en Victoria. Pero en este caso, el resultado camina por una vereda y el rendimient­o por otra. Y que haya estado más cerca del triunfo, no implica que Talleres haya jugado bien.

Un dato más: Sebastián Prediger, el volante más retrasado de Tigre, fue expulsado sobre el cierre del primer tiempo y entonces, el equipo de Frank Darío Kudelka jugó los últimos 45 minutos con un jugador de más que casi, no hizo diferencia­s.

Con uno menos, Tigre se replegó, esperó bien corto en su campo y cerró todas las líneas de pase por adentro. Con uno más, Talleres tuvo mucho más la pelota. Pero lateralizó excesivame­nte la tenencia y sólo en los 60 segundos finales, encontró la manera de entrar al área tigrense.

En verdad, Tigre nunca le hizo sencillo el trámite a la “T”. Mientras estuvo once contra once, lo corrió y lo mordió por todos lados, no le dejó manejar el balón con holgura y lo obligó a jugar forzado, sin poder disponer de los tiempos y los ritmos de juego.

Además, los arranques de Matías Pérez García por la derecha y de Lucas Janson por la izquierda, lo obligaron a defender todo el ancho del campo y retuvieron en la marca, mucho más de lo habitual, a Leonardo Godoy y a Lucas Olaza.

Y cuando se quedó con uno menos, Tigre siguió presentand­o batalla, sólo que de otra manera, más contenida y menos ambiciosa. En los 25 minutos finales, agobiado por el esfuerzo y por el clima pesado, el equipo se quedó sin aire para sostener el esfuerzo y priori- zó el cero en su valla. Recién ahí, Talleres se pareció a Talleres. Pero ni siquiera ese repunte le alcanzó al equipo de Frank Kudelka.

Aunque Pablo Guiñazú pudo manejar la pelota más arriba y menos rodeado, aunque la velocidad de Joao Rojas por los dos costados fue una luz roja permanente­mente encendida en el tablero defensivo de Tigre, aunque en el fondo, la presencia de Carlos Quintana y la solvencia en el arco de Guido Herrera bancaron cualquier sofocón, faltaron movilidad, explosión o una luz de inspiració­n para abrir los espacios negados. Eso separó a Talleres de su mejor versión.

Valuación

Por eso, más allá de que no está del todo mal un empate de visitante en una cancha siempre respetable, nadie en Talleres se marchó satisfecho con el 0-0 de Victoria.

El partido le hizo tres guiños a “la T”: lo tuvo para ganar con el penal que marró Olaza, con el hombre de más que tuvo durante todo el segundo tiempo y con las situacione­s que sobre el cierre, Silva y Araujo no lograron concretar.

Y no pudo hacerlo. Más por defectos propios que por el esfuerzo que Tigre le opuso a lo largo de toda la tarde.

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