En busca de la paz que hace rato no se encuentra
Falta menos de una semana para el debut de Argentina en el Mundial de Rusia frente a Islandia. La selección recién hoy se entrenará por primera vez en Bronnitsy, la concentración albiceleste que está muy cerca de Moscú. La ansiedad por ver los colores celeste y blanco en cancha crece, al igual que la incertidumbre en torno al equipo.
La preparación no fue la ideal. Los lesionados Sergio Romero y Manuel Lanzini golpearon el clima interno de una delegación que cruza los dedos para que no haya más cambios en la lista de 23. Por ellos se sumaron dos futbolistas conocidos en el grupo. Nahuel Guzmán y Enzo Pérez aportarán más soluciones que problemas internos. Problemas significa no conocer la sintonía grupal. Ambos estuvieron en el partido transcendental de Quito. Ese que le dio la clasificación a este Mundial a la Argentina. Saben estar al límite y salir a flote. Por eso, ellos dos traerán más soluciones que “problemas”.
Los verdaderos problemas surgieron en el entorno de la selección. Uno de ellos fue el papá de Guzmán y sus críticas a Sampaoli por la no convocatoria de su hijo. ¿Irá ahora a Rusia para alentar a Nahuel? ¿Se cruzará con el DT? ¿Qué le dirá?
“Chiquito” Romero dijo ayer que se sentirá campeón si el equipo levanta la copa el 15 de julio. ¿Qué hará? ¿Irá a los festejos? Fue su mujer quien trató de ineptos a integrantes de la selección por el mal tratamiento de la lesión del arquero.
Ni hablar de la falta de relaciones internacionales que tuvo la selección, en referencia al desaire que le hicieron al papa Francisco y la cancelación del amistoso contra Israel en Jerusalén. ¿Dónde habrán quedado esas hojas del manual que repartió la AFA con recomendaciones para conquistar a chicas rusas? En el olvido seguramente que no.
Ojalá que a partir de hoy el equipo nacional encuentre un poco de paz. Que no aparezca otra noticia bomba que sacuda los cimientos de la selección que aún busca encontrar su identidad.
En el recuerdo está ese 1-6 frente a España hace muy poco tiempo. Todo lo malo de esa tarde no se puede repetir. En Ezeiza, en Barcelona y ahora en Bronnitsy, Sampaoli tendrá el tiempo que nunca tuvo antes. Ojalá que empecemos a hablar sólo de fútbol y responder sólo esto: ¿Caballero o Armani? ¿Mascherano o Biglia? ¿Agüero o Higuaín?