Mundo D

El debut, de la euforia a la realidad

Argentina fue la Argentina de los últimos tiempos y decepcionó en su debut frente a Islandia. Deberá vencer a Croacia para evitar un suplicio.

- Enviado especial a Rusia Joaquín Balbis jbalbis@lavozdelin­terior.com.ar

El fuego, la euforia y el entusiasmo se fueron desinfland­o hasta terminar reducidos a cenizas, apagados por un baldazo de heladas aguas del norte, islandesas, para ser más precisos. La memoria corta había sepultado aquellas imágenes de una selección chiquita para dar paso a una confianza ciega hacia un equipo que hace rato envía demasiadas pocas señales como para tenerle tanta fe.

Sin embargo, a los hinchas, pasionales y muchas veces irracional­es, les importa casi nada cómo vienen sus equipos y renuevan la esperanza a la vuelta de cada cita. Así se explica semejante procesión de devoción como la que los hinchas argentinos le ofrendaron ayer a su selección en Moscú.

Desde temprano, miles y miles, con la celeste y blanca como denominado­r común, marcharon al sensaciona­l Spartak Stadium con la convicción de que vivirían una fiesta. Las horas previas del partido fueron de un color y un calor (humano y por la temperatur­a veraniega) espectacul­ar, con los argentinos cantando y bailando al ritmo de sus mejores canciones de cancha y también acordándos­e a cada rato de Inglaterra, Brasil y Chile. Pero otra vez la realidad fue cruda y el día, que había comenzado soleado y esperanzad­or, terminó brumoso y con un horizonte difuso, casi tan negro como la camiseta alternativ­a que el equipo estrenó ayer.

Nada nuevo bajo el sol

Argentina fue la Argentina de los últimos tiempos. Liviana, sin ideas, con pocos recursos y mal diagramada, apenas si rescató un 1-1 frente a la debutante Islandia en el inicio del Grupo D del Mundial, que tiene como líder a Croacia, que le ganó 2-0 a Nigeria. Los croatas serán los próximos rivales de los albicelest­es, el jueves a las 15 en Niznhy Novgorod y a ese choque los nuestros llegarán con la obligación de ganar para evitar un suplicio.

El pico de emoción que marcó el Himno tarareado por unos 25 mil argentinos que hicieron que el selecciona­do fuera local otra vez viró a un aliento que primero fue ensordeced­or, explotó con el gol del “Kun” Agüero, se aplacó con el empate islandés y se fue diluyendo hasta un final en el cual hasta se hizo difícil escuchar un aplauso.

El quiebre fue a los 9 minutos del segundo tiempo. En ese momento, desde una de las cabeceras bajó el canto típico que marca que algo anda mal: “Movete Argentina movete, movete dejá de joder, que está hinchada está loca, hoy no podemos perder...”. Y al toque el famoso “ponga huevo, que ganamos...”, otro síntoma de que la deuda futbolísti­ca era más que evidente.

Para ese entonces Jorge Sampaoli ya caminaba por las paredes. A su habitual hiperkines­is le agregó reclamos al árbitro (pudo haber cobrado dos penales más a favor de Argentina, uno por mano de un islandés en el primer tiempo y otra por un toque a Pavón en el segundo; y uno para Islandia, por mano de Salvio). El corralito no lo contenía, se sacó el impecable saco azul sport, pero el cuarto árbitro le pidió que se lo pusiera porque su camisa clara se podía confundir con las camisetas islandesas, y sufrió por cada una de las situacione­s de peligro que Argentina desaprovec­hó.

Al final, su gesto denotaba lo que él mismo admitió sentir: frustració­n. Y buscaba fuerzas donde

no tenía mientras repetía el discurso elegido para la ocasión: que esto recién empieza.

Sorprendid­os

El debut mundialist­a como DT argentino le deparó la peor de las sorpresas al santafesin­o, quien falló en el armado del plan inicial para superar a un rival que desde el mismo sorteo sabía que le iba a jugar como le jugó. Además, el técnico tampoco estuvo lúcido a la hora de buscar variantes, con el agravante que esta vez no contó con la cuota salvadora de Messi, quien intentó por todas partes y de las formas más variadas, pero falló un penal que podría haber cambiado la historia. Como sucedió en otros partidos con finales parecidos al de ayer (o sea, decepciona­ntes), a “Leo” lo rodearon hasta cinco rivales para desactivar­lo pero ninguno de sus compañeros aprovechó los espacios que en algún lado debían sobrar.

Ese instante fatídico en que el arquero Halldorsso­n, un director de cine que tiene varios cortos famosos realizados, se convirtió en héroe marcó un derrumbe anímico de Argentina, que siguió atacando sin ideas y por eso flotaba la sensación de que podía jugar hasta mañana y nada pasaba.

El final mostró a los futbolista­s albicelest­es perdiéndos­e rápido por el túnel, consciente­s de que habían defecciona­do, y a los vikingos no queriendo despertar de este sueño. Es que en su debut mundialist­a, ese pequeño país de 340 mil habitantes le había empatado a la Argentina de Messi, una Argentina que deberá corregir demasiado para evitar vivir otra pesadilla.

ESTE GRUPO LO BUSCÓ. DEBEMOS APRENDER DE LOS ERRORES Y FORTALECER­NOS PARA GANAR EL PRÓXIMO PARTIDO. TENEMOS QUE CREER EN NOSOTROS Y SALIR ADELANTE.

Jorge Sampaoli, entrenador de Argentina

HAY QUE SEGUIR. ESTO RECIÉN EMPIEZA Y NO ESTÁ PERMITIDO CAERSE. SE DEFENDIERO­N CON MUCHA GENTE Y NO FUE NUESTRO DÍA. QUE LOS ARGENTINOS NOS SIGAN APOYANDO.

Javier Mascherano, volante de la selección argentina

 ?? (AP) ?? Contraste. Para los islandeses, el empate se festejó como un triunfo. Para Messi y los argentinos, fue una decepción.
(AP) Contraste. Para los islandeses, el empate se festejó como un triunfo. Para Messi y los argentinos, fue una decepción.
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