El último cachetazo antes de una reacción impostergable
La Voz del Interior de gol que tanto padecimos en las Eliminatorias.
Pero cinco minutos después, a los 23, estábamos de regreso: otra vez el equipo dubitativo, de ánimo gris, irresoluto; otra vez la fragilidad psicológica. Cómo si extrañara las Eliminatorias. Encima, sumamos las ideas y vueltas que siguieron, con Sampaoli como estandarte.
Esa fue la sensación cuando Caballero salió con tan poca convicción a enfrentar el centro que luego derivaría en el gol islandés. Ni Chiquito Romero ni Armani; en el arco estaba él.
¿Sería que no había conseguido quitarse de encima tanta discusión por la titularidad de la que era ajeno, ni las dudas del propio entrenador?
A propósito, una pregunta tardía: ¿ni la AFA ni Sampaoli pudieron tomar recaudos con la operación de Romero?
Así llegamos y el primer centro rival se encargó de refrescarlo. Ya a poco de andar, entre Rojo y Caballero nos recordaron lo que podemos hacer en contra nuestra. Salvo el puñado de sobresalientes, los jugadores parecen cada vez más robotizados en la obediencia debida y no asumen reacciones fuera de libreto ni cuando las luces rojas del peligro se han encendido.
La selección argentina juega para ganar, siempre. No somos de esos equipos que se contentan sólo con participar y mostrar buenas intenciones.
Por eso, antes de los gustos, de las inflamadas verbas ofensivas o precavidas, está la efectividad de un planteo. Y lo que diagramó Sampaoli, con doble cinco y otros escasos atrevimientos pareció más a la medida de las necesidades islandesas que a las nuestras.
Lo demás lo hace el aturdimiento de los jugadores, que nunca parecen tener el pensamiento listo cuando les llega la pelota y necesitan uno o dos segundos de tribulación para decidir qué hacer. Pensar rápido es lo que hace la mayor diferencia, pero para eso hay que confiar y saber.
Y lo peor sucedió a los 18 del segundo tiempo, cuando estábamos a punto de volver a romper el muro islandés: Messi falló el penal y también se hundió en la duda. Si al único conductor con que contamos se le extravía la fe, todo se cae a pedazos.
Con esa impotencia con la que agonizamos el sábado atravesamos las Eliminatorias; hasta que Messi brilló frente un juvenil Ecuador, justo ya no estábamos en condiciones de soportar un cachetazo más.
En días de Mundial, el tiempo de los desafíos es más concentrado y veloz. No hay cara para otro cachetazo: hay que reaccionar antes, con lucidez de mente y corazón.
El agujero en la panza y la ansiedad que sentimos en los últimos minutos contra Islandia, contra Croacia saltarán a la cancha desde el primer instante. Que la agonía no vuelva a buscarnos.
Córdoba. Lunes 18 de junio de 2018
LO DEMÁS LO HACE EL ATURDIMIENTO DE LOS JUGADORES, QUE NUNCA PARECEN TENER EL PENSAMIENTO LISTO CUANDO
LES LLEGA LA PELOTA.