En Rusia no bajan la guardia
Había muchos mejicanos jaqueados por la euforia y también por la cerveza el domingo, luego del histórico triunfo sobre Alemania en su debut en la Copa del Mundo. Tan tocados estaban que a la salida del estadio Luzhniki, en el ingreso de la estación de metro para volver al centro de Moscú, un par de ellos se desconocieron.
Un arrebato, un empujón, una cargada o una simple bravuconada puede haber sido el disparador de esas manos que volaron por los aires y esas zamarreadas que duraron segundos, no más que ocho, que fue lo que tardaron los policías en desactivar la escaramuza.
Vestidos con uniformes negros, las mujeres y los hombres de seguridad se pararon entre los violentos (en realidad, más borrachos que violentos), quienes en un momento intentaron insistir con la batahola, pero se rindieron ante la “persuasión” policial, que fue tranquila, pero firme. Incluso este enviado de Mundo D convenció a dos mejicanos de que lo mejor que les podía pasar era perderse rumbo a los andenes porque, caso contrario, su rumbo iba a ser hacia un calabozo.
Si algo es evidente en este Mundial ruso es que las autoridades quieren evitar cualquier inconveniente en lo que a la seguridad respecta. Por eso, hay agentes de diferentes fuerzas en cada esquina, en cada rincón, en cada estación de metro, donde llegamos a contar un policía cada 30 pasos.
Además, cada ingreso a un estadio o a una estación de subte, por ejemplo, implica pasar por un escáner cualquier mochila, bolso o cartera grande. En el metro, queda a discreción del oficial de turno si invita a abrir la mochila, pero en los estadios por lo general hay que sacar la notebook y ponerla en funcionamiento para chequear de qué se trata.
Ahora, hay que decirlo porque es así: la amabilidad y el respeto con el cual los agentes piden las cosas es digno de destacar. Al menos en nuestro caso, nunca un maltrato, nunca una prepotencia, pero sí firmeza y cero negociación: se hace o se hace. Y a otra cosa.
Sin embargo, con el transcurso de los días, si bien la seguridad (con sus policías, vallas y patrullajes) nunca dejó de estar presente, se nota cierta relajación. Aunque también es cierto que cuando deben actuar, lo hacen sin miramientos. Antes de Argentina-Islandia, detuvieron a un “comerciante” de entradas por la sospecha de que estaba revendiendo boletos. Y el domingo a la noche, pese a ciertos desmanes y algunas roturas que los mejicanos hicieron en la Plaza Roja, la Policía no detuvo a nadie, algo inimaginable en la vida habitual de los rusos, quienes saben que quienes realicen actos vandálicos como esos los deben pagar... y caro.
Lo que es seguro es que las fuerzas de seguridad (integradas por más hombres que mujeres, pero con buena presencia femenina) están alertas a cada movimiento, pero observan hasta sorprendidos las manifestaciones de los hinchas, en especial de los latinoamericanos, cuando van a
EL APROBADO ES CON ALTA EFICACIA EN ESTA RUSIA CUSTODIADA. MUCHOS EN LA FUERZA DE SEGURIDAD SE SORPRENDEN CON LOS HINCHAS LATINOS.
los estadios o en los principales atractivos turísticos. Es como si no comprendieran semejante “locura” que los lleva a hacer las cosas más disparatadas, más allá de los consabidos banderazos.
Habrá que ver cómo sigue todo, pero hasta ahora el aprobado es con alta calificación en esta Rusia recontracustodiada, más que lo que suele ser habitual en otros mundiales, debido a las amenazas de terrorismo (interno y externo) y a la presencia de barras violentos que siempre están latentes.