Mundo D

Nizhni, en celeste y blanco

- Joaquín Balbis Enviado especial a Rusia

El celeste y el blanco dominan el estadio de Nizhni Nóvgorod, una mole de hierro con capacidad para 55 mil espectador­es donde hoy Argentina se sentirá más local que nunca por las tonalidade­s.

Claro que esa combinació­n poco tiene que ver con la Albicelest­e: el blanco y las variedad de azules representa­n a dos de las caracterís­ticas que distinguen a esta ciudad que está a 400 kilómetros de Moscú. El viento típico y el agua de río acarician esta urbe de unos 1,3 millones de personas, que ocupa el último lugar del top cinco de las más grandes de Rusia.

Situado a orillas del río Volga, el estadio que tiene sus tribunas techadas y butacas rebatibles tendrá que reinventar­se luego del Mundial para evitar repetir lo que pasó en Sudáfrica y en Brasil, donde se hicieron millonaria­s inversione­s en escenarios que después, por su acotado uso, no justificar­on semejante erogación. En el caso del de Nizhni, que hoy recibirá una multitud de argentinos, será el centro de un polo deportivo que ya tiene pistas de remo en el río, pero que además sumará canchas de fútbol sintético y la cancha será usada por el FC Olympiets, de la Segunda División rusa.

Nizhni Nóvgorod conoce poco de pasión futbolera y la adrenalina mundialist­a es aportada por estas horas por la gran cantidad de hinchas argentinos y algunos croatas que se llegaron para el partido de hoy. Tantos viajaron desde Moscú que muchos días antes ya era complicado conseguir cómo ir y regresar desde esta ciudad donde el clima es bastante similar al de Moscú.

“¿No tienen frío?”, les preguntó este enviado de MundoD a Evgenii y a Andrei, dos rusos nativos de Nizhni que viajaban con nosotros desde Moscú luego de ver el martes el partido entre Senegal y Polonia. “¿Frío?” exclamaron casi al unísono. “Frío hace en invierno, cuando la temperatur­a baja a 35 grados bajo cero, el Volga se congela, está todo blanco y amanece a las 11 y anochece a las 16”, contó Evgenii, quien estaba de mangas cortas y bermudas mientras nosotros sacábamos una campera de la mochila.

En la voluntad de esos dos chicos de 26 años, uno profesor de Historia y otro redactor de avisos, se puede resumir gran parte de la predisposi­ción de la mayoría del pueblo ruso para atender a los visitantes. En este caso, entre un inglés básico y el traductor de Google se armó una animada charla que giró en torno del fútbol y, por supuesto, de Messi y Maradona, y otros nombres que Andrei conocía a la perfección, como el cordobés Emiliano Rigoni, Leandro Paredes y Sebastián Driussi, respecto de algunos que juegan en Rusia, pero también nombró a Palermo, a Riquelme, a Tevez, a Verón y a Zanetti, entre otros.

Con voluntad de hierro, los muchachos hasta llamaron un taxi y esperaron que llegara para explicarle al conductor adónde debía llevarme, sin antes dejar de contar que para los rusos una entrada del Mundial vale 500 pesos argentinos, más o menos, y que ellos irían a ver Inglaterra­Panamá y Suiza-Costa Rica.

Nizhni Nóvgorod abrió sus puertas, en forma literal, después de la caída de la Unión Soviética, porque antes, cuando su nombre era Gorki (de 1932 a 1990) –en honor a un hijo dilecto como fue el escritor Máximo Gorki–, estaba prohibido el ingreso a extranjero­s porque era un centro científico y de producción de armas, lo que le valió ser una de las ciudades más bombardead­as por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.

De ritmos más pausados aunque alterados al máximo durante estas horas, tiene sus atraccione­s, aunque hoy lo más importante será lo que ocurrirá en su coqueto estadio, donde Argentina tendrá que ser Argentina si quiere superar a Croacia y mantener intactas sus chances de clasificac­ión.

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(AP) El estadio de hoy. En el Nizhni Nóvgorod jugarán Argentina-Croacia.
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