La cornisa y el recuerdo del ’74
Nunca tan bajo, nunca tan feo. Cuesta asumir como real el presente de esta selección. Porque ni siquiera amparándose en la asombrosa facilidad que tiene esta camada de jugadores para gambetear la gloria, se anticipaba un panorama tan desolador. Sí, el equipo de Jorge Sampaoli parece apuntarle decididamente al fracaso. Y si ese es el objetivo, va por buen camino.
Si la idea es otra, se vienen días de calculadora en mano, cuentas matemáticas y de aliento a rivales dispuestos a solidarizarse con nosotros para darnos una manito. También de polémicas, discusiones y la esperanza de que el entrenador “se equivoque” para “acertar” alguna.
El archivo deja expuesto el 1-6 ante Checoslovaquia que significó la eliminación argentina de Suecia ’58. Pero esa goleada se produjo recién en el tercer partido del grupo, después de una derrota 1-3 ante Alemania Federal y un 3-1 sobre Irlanda del Norte, con el equipo buscando la clasificación a cuartos de final.
En 17 copas del mundo jugadas, sólo una vez la selección no había ganado ninguno de sus dos encuentros. Fue en Alemania ’74, cuando arrancó con una caída en el debut ante Polonia (había sido oro olímpico en Múnich ’72 y finalizaría tercera en ese torneo) y un empate 1-1 ante Italia, subcampeón en México ’70. Los dos rivales de peso fueron demasiado para los dirigidos de Vladislao Cap, que también padecieron a su arquero, Daniel Carnevali, quien protagonizó un par de bloopers que derivaron en un par de anotaciones de los polacos.
Un incentivo clasificador
Aquel mal arranque dejó al equipo condicionado a golear a Haití y a esperar una derrota de los italianos ante Polonia, una combinación que finalmente se concretó para que Argentina avanzara a segunda fase. Eso sí, nueve años después de aquel “milagro”, en febrero de 1983, uno de los integrantes de aquel plantel, Enrique Wolff, reconoció que los propios jugadores argentinos habían incentivado a los polacos con 25 mil dólares.
Wolff esperó a finalizar su carrera para hacer su confesión, comprometiendo a varios de sus compañeros y rivales, que podían recibir hasta cinco años de suspensión por la reglamentación vigente. “No sé nada de ese asunto, a mí nadie me sacó un duro”, dijo Mario Kempes por aquellos días, aunque en su reciente libro,
dio una versión distinta: “Nos reunimos, discutimos qué hacer y resolvimos juntar dinero para los polacos. Con toda franqueza, no me acuerdo cuánto juntamos. Tampoco tengo claro si todo el dinero lo pusimos los jugadores o si además participaron los dirigentes y el cuerpo técnico”.
Rusia 2018 marcó un inicio de pesadilla para la selección. Para despertar necesita ahora del incentivo de resultados propios y ajenos. Como en 1974.
Matador, El