Mundo D

Diego bailó y gritó hasta llegar al susto

Anoche, un audio de él desmintió a otro que lo había dado por muerto luego de la descompens­ación que sufrió en el estadio.

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“Ustedes están tranquilas porque estoy hablando yo... No, a ‘Pelu’ no le pasó nada”.

El audio que Diego Maradona le envió anoche a su novia Rocío Oliva apenas aterrizado en Moscú, luego de viajar desde San Petersburg­o, vino a desbaratar rumores y, sobre todo, otro audio que lo daba por muerto y que se volvió viral en las redes.

Fue la inquietud que recorrió el atardecer luego del festejado triunfo argentino.

Para Maradona también fue el final de un agitado día en San Petersburg­o.

Las cámaras de televisión y los ojos de los celulares siempre tienen los focos sedientos de la silueta y los gestos de Diego: no hay manera de que su celebridad atraviese los estadios sin ponerse en el ojo de las multitudes.

Y ayer, el remolino de sensacione­s intensas que se vivieron en San Petersburg­o concluyó con una imagen inquietant­e: el “10” arrumbado sobre una silla, descompues­to y con la presión arte- rial baja, en manos de médicos controland­o sus signos vitales.

Claro, es que tanta euforia que despertó el gol de Rojo en el caso de Diego devolvió imágenes enloquecid­as en el palco.

Su llegada al estadio había sido recibida con el viejo coro triunfal de los argentinos entonando su nombre. El público se puso de pie para verlo.

De todos las fotos de los instantes en el palco que empezaron a andar las redes, una de las que más llamó la atención fue una imagen a que hacía muchos años no se veía: Guillermo Coppola y él, abrazados, mirando a la cámara. Todo pasa y todo queda.

El momento del que se prendió la transmisió­n televisiva y que sirvió para aliviar un poco la tensión de la espera, fue cuando se puso a tirar unos pasos de cumbia con una mujer nigeriana. Pura sonrisa y ritmo para que la imagen girara como una brisa por el mundo de las pantallas.

Cuando comenzó el partido, la cosa se puso seria, a la altura del desafío que tenía que vencer Argentina para llegar a octavos.

En el primer gol, el de Lionel Messi, Diego abrió los brazos, los cruzó sobre el pecho, blanqueó los ojos, miró al cielo y gritó, gritó como si se estuviera en un exorcismo.

La cosa se puso adversa a poco de andar el segundo tiempo, y ahí su gesto de angustia ilustraban la ansiedad y el temor que crecía en los pechos argentinos. Incluso, entornó los ojos y hubo quienes quisieron verlo dormido.

Pero lo que se dice gritar, gritó como enloquecid­o el segundo gol, como los gritamos tantos en cada rincón del país.

Pero las cámaras fueron con él, y su rostro de dientes apretados y sus dedos mayores en alto dibujaron al modo Maradona la aurora que sigue a la oscuridad.

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Una plegaria. Esta imagen quedará para la posteridad. Fue antes del partido. Pidiéndole algo al cielo.
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Reconcilia­dos. Guillermo Coppola y Diego Maradona, juntos otra vez.

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