Para cerrar el Gigante
En tres toques, Matías Suárez hizo una genialidad para anotar un gol que será recordado por mucho tiempo. Belgrano le ganó 2-1 a Estudiantes.
Los jugadores que nacieron para ser distintos pueden hacer cosas que nos sorprenderán a todos y harán que el fútbol siempre tenga maravillas para darnos.
Anoche, en el Gigante de Alberdi, apareció en escena Matías Suárez a los 11 minutos del segundo tiempo e hizo lo que para los mortales normales es un imposible. Pero no para él. Sabe hacer estas cosas y cuando decide llevarlas a cabo, el final es una obra maestra llamada gol. O si quiere, un golazo.
Tres toques. Un “sombrerito”, un enganche y una caricia a la redonda de cuero para que bese las cuerdas con suavidad, así como lo hacen los labios de los enamorados. Y una vez que la esférica fue a las piolas de Andújar, apareció el grito y se escucharon los aplausos.
Pero no es un sueño para la mayoría en Córdoba, es una realidad que Suárez es de Belgrano y de nadie más. Pues vinieron los poderosos, los de billetera potente y pantalla de TV, pero no pudieron con el corazón del goleador y su deseo de seguir donde quiere estar.
Ser distinto en un juego en el que el físico está por arriba de todo, es como demasiado raro. Pero no lo es para él, porque es “feliz estando aquí, en Alberdi, de cara a su gente”, escuchando cantar a la multitud.
Este flaquito que le gusta tomar mates con su mamá, y de comer sus guisos, anoche le dio una alegría de esas que sacuden el corazón de la gente. Porque hace mucho que el pueblo pirata no se va festejando un triunfo como el logrado ante Estudiantes por 2 a 1. No porque tenga un valor especial, pero fue con dientes apretados y una definición excelsa.
Suárez fue el dueño de todas las miradas, de los aplausos y los elo- gios a lo largo del país. Pero en realidad, en su corazón la caricia mayor es la de la hinchada celeste, esa que lo banca y que sabe que está llamado a ser el emblema de un equipo que quiere seguir mos- trando que puede es de Primera.
Cuando la pelota fue hacia donde estaba, todos miraron para ver que era capaz de hacer, con qué podía sorprender y dejó boquiabiertos a los 30 mil presentes en las tribunas del Gigante y a los defensores que salieron a “pasear” cuando el “10” la jugó de la forma en que la hizo.
Dio la sensación de que hasta el propio Mariano Andújar tuvo ganas de aplaudir, porque él lo vio de cerca, allí en vivo y de frente.
Entonces el fútbol debería permitir que un arquero que es sometido por tanta maestría junta se levante y aplauda sin que los suyos se ofendan.
Suárez, cada tanto, hace una de estas, porque puede. Pero además por estar dotado de la capacidad de hacerlo. Su técnica quedó demostrada a pleno en una sola jugada. Pero no es que hizo el gol y se “pasó la goma”. Nada que ver y eso es lo valioso, porque después fue el abanderado del ataque y el dueño de las ovaciones de los presentes.
Belgrano se fue del estadio sabiendo que el primer paso para llegar al objetivo se cumplió. Que está tres puntos más cerca de lo que tiene que conseguir para seguir en donde quiere estar el club, la gente y los futbolistas .
Ahora será tarea de Lucas Bernardi la de rodear a su futbolista estrella, de alimentarlo en el juego y de darle chances para que pueda seguir mostrando todo lo que es capaz de hacer. Habrá que buscarle el socio que le sea necesario, puede que entre Sequeira y Balboa esté.
Hay mucho camino por recorrer. Muchos partidos por jugar y muchísimos puntos por sumar, pero también es cierto que este Pirata que en ataque es una cosa y en defensa otra, puede sentirse tranquilo que logrará el objetivo si “el Oreja” sigue feliz en el lugar que quiere estar.