Mundo D

El chico de las zapatillas viejas y rotas

El delantero senegalés Sadio Mané, de 26 años, la rompe en el Liverpool inglés. A los 15, fue a una prueba a Dakar, la capital de su país, con lo que tenía puesto. Su pase vale millones.

- Enrique Vivanco evivanco@lavozdelin­terior.com.ar

Hay 388 kilómetros entre la pequeña Sédhiou y Dakar, la capital de Senegal. El viaje en ómnibus dura seis horas, pero los 15 años de Sadio Mané estaban dispuestos a recorrer ese trayecto y mucho más.

La finalidad del viaje desde su ciudad, de poco más de 20 mil habitantes (luego vivió en Bambalí), hacia el principal conglomera­do de ese país, ubicado en las orillas del océano Atlántico, era la de mostrar sus virtudes con la pelota de fútbol.

Al llegar a la Academia de fútbol se encontró con un hombre que le preguntó: “¿Estás aquí para una prueba?”. El joven Mané, quien iba acompañado de un tío, le respondió que “sí”, que esa era su voluntad.

“¿Pero cómo puedas jugar con esas zapatillas?”, le dijo el hombre mayor, quién siguió preguntand­o: “¿Y con esos pantalones? ¿Nunca has tenido unos pantalones de fútbol de verdad?”. El actual delantero de Liverpool, recordó: “Le dije que había ido con lo que mejor tenía y que lo único que quería era jugar, era probarme”.

Mané, tiempo después, reconoció en una entrevista la pobreza de su indumentar­ia. “Las zapatillas estaban mal, muy mal, viejas y rotas”. El hombre inquisidor lo había mirado aquella vez cómo si se hubiera equivocado de lugar. “¿Estás aquí para la prueba?”, le dijo asombrado.

Aquella prueba la pasó con un sobresalie­nte. Sadio ya demostraba técnica y velocidad para transporta­r el balón. Su huella incipiente empezó a ser seguida por Metz, de Francia, que se lo llevó para integrar sus equipos juveniles.

Desde su llegada a Europa su evolución se tornó imparable. El Red Bull de Salzburgo, en Austria, lo recibió con mucha esperanza. Y él no defraudó. El título de la Liga y de la Copa de Austria en 2014 fueron los logros del equipo, en el que el senegalés sobresalía.

En Inglaterra no tardaron en llegar noticias de su andar portentoso. El Southampto­n lo compró en 15 millones de euros. ¿La respuesta de Sadio? Bajar un récord. En 2 minutos y 56 segundos anotó tres goles a Aston Villa, haciendo añicos la marca de 4 minutos 32 segundos en el que el delantero Robbie Fowler, también de Liverpool, le había anotado tres goles a Arsenal en 1994.

Mesurado en sus palabras y prudente en sus conviccion­es, Sadio Mané siguió haciendo goles hasta que Liverpool lo adquirió. El pago de 40 millones de euros por sus servicios no modificó su vida austera, en la que las discotecas y los líos no entraron en su agenda.

Con los “Reds” llegó a la final de la última Liga de Campeones de Europa, formando una delantera temible con Mohamed Salah y Roberto Firmino, anticipand­o un final de temporada de fantasía con su participac­ión en la selección de su país en Rusia.

Desde 2002, cuando en CoreaJapón llegó a los cuartos de final, Senegal no participab­a en una cita mundialist­a.

En aquella vez final de la Champions League, antes de enfrentar a Real Madrid, compró 300 camisetas y las mandó a Bambalí, en donde se formó como futbolista. El hijo de aquella tierra no se olvidó de sus raíces. Quería que todo su pueblo fuera hincha de Liverpool y que viviera su felicidad. Esta muestra de generosida­d no fue la única. Antes había cumplido una promesa. Donó 200 mil euros para que allí se construyer­a una escuela. Fue una señal de gratitud al destino y quizá a aquel señor que lo dejó jugar aún con zapatillas viejas y rotas.

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