El furor del beach handball
El seleccionado femenino de beach handball se colgó la dorada.
Más 12 cuadras de colas para entrar al estadio del parque Sarmiento, la instalación, de urgencia, de pantallas gigantes en las canchas aledañas, sólo para verlas a ellas, las chicas superpoderosas de los Juegos Olímpicos de la Juventud. En la cancha, “las pibas”, como las llama el público con su aliento incesante, respondieron. Pareció que ni les pesó la presión de ser el seleccionado furor, con mucha madurez, y con una actuación sobresaliente se colgaron la medalla de oro en Buenos Aires 2018.
Vencieron por 2-0, con parciales de 14-10 y 18-10, a Croacia en una final de ensueño, inolvidable para estas jóvenes que no superan los 18 años y se metieron en el corazón de los argentinos.
La selección argentina de beach handball marcó tendencia, desde el arranque, con su juego y con las tangas que lucieron cada una de las chicas en sus presentaciones. Hubo polémica por la indumentaria, pero ellas con la simpleza de lo claro que tienen todo, siguieron adelante y respondieron: “Las elegimos por la comodidad”. “El diseño y el modelo lo seleccionados nosotras y lo usamos hace unos cuantos años porque nos parece más cómodo. Hasta en la prácticas lo usamos”, señalaron en la previa de la finalísima para cortar con la polémica.
Y el reglamento las ampara. “Las mujeres deben usar bikini”, señala, de una actividad que está en alza. En los varones, está reglamentado el uso de pantalón corto.
Tanto está creciendo, a partir de Buenos Aires 2018, que hasta Thomas Bach, el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), llegó al parque Sarmiento para ver la final de las chicas argentinas ante las croatas, para reafirmar la sensación del seleccionado y del deporte en Buenos Aires. El beach handball llegó para quedarse y asoma con ser olímpico en los Juegos de Tokio 2020.
“Todavía no caemos en lo que está pasando. Es el mayor logro de nuestras vidas, es lo que queríamos. Estamos súper contentas”, confesó Gisella Bonomi, la pivote de largos 1,80 y autora de cinco tantos, algunos clave en el segundo parcial, para asegurar la victoria ante las croatas.
“Nos dimos cuenta que podíamos, que estábamos para ganar y salir campeonas. Se lo dedicamos a todos los argentinos que nos alentaron estos días”, se sumó Belén Aizen. “Fue hermoso, inolvidable el aliento de todos los argentinos en los partidos”, añadió Jimena Riadigos.
Y Aizen, que juega de ala izquierda o defensora, dio una de las claves de este grupo de chicas que se hizo grande: “El equipo es una familia. Es mi segunda familia”.
Y se hicieron fuertes ante las necesidades. Cuando arrancaron, entrenaban en un predio cercano al Parque Sarmiento donde se consagraron campeones, pero lejos de los escenarios construidos para los Juegos. La cancha donde practicaban no contaba con la arena del “beach”, y hasta tenía piedras. Ni que hablar cuando llovía y se inundaba. Ellas, sin importarles las falencias, siguieron adelante, con fuerza de voluntad. De pura Kamikazes que son.