Una noche en la que todo le salió mal
La “T” fue superada de principio a fin por el equipo de Florencio Varela, que pudo sacar algún gol más de ventaja. Floja tarea de los cordobeses.
El goce del 3-0 ante Belgrano quedó atrás. Talleres volvió a ser aquel equipo desconcertante que había llegado a los tumbos al clásico de hace una fecha. Todos los indicadores de anoche dieron negativo. Siempre lo corrió desde atrás a Defensa y Justicia. Y sólo pudo entrarle al partido cuando el Halcón de Florencio Varela se tomó un respiro y levantó el pie del acelerador que, sobre todo en la media hora inicial del primer tiempo, pisó muy a fondo. Demasiado para la muy mala noche que tuvieron los albiazules.
Al final, ganó Defensa y Justicia sólo por 2-0 acaso porque con el trámite bajo control, pensó muy pronto en el partido de la próxima semana ante Junior de Barranquilla por los cuartos de final de la Copa Sudamericana, y entonces se dedicó a cuidar piernas y a regular las energías.
Pero cuando decidió jugar en serio, subrayó llamativas diferencias. Cuando el equipo de Sebastián Becaccece tocó, movió la pelota y las posiciones, apretó lo más arriba posible y ejerció superioridad numérica en cada sector de la cancha, la “T” lo vio pasar de largo sin poderlo alcanzar.
Como si tuviera un potencial muy inferior al que realmente tiene y que no pudo insinuar. Tanto por los méritos de su rival como por su propia impotencia.
Es todo un dato que Talleres haya quedado 0-2 abajo los primeros 17 minutos del partido. El golazo de tiro libre del paraguayo Matías Rojas a los 6 y el que Gastón Togni anotó a los 17 con un zurdazo cruzado al segundo palo no fueron situaciones fuera de contexto alejadas de la realidad del juego. Resultaron la consecuencia de un equipo (Defensa y Justicia) que pudo hacer casi todo lo que se propuso y otro, como el cordobés, al que muy pronto se le borraron los trazos que su director técnico Juan Pablo Vojvoda había hecho en el pizarrón en la previa de la semana.
El 4-2-2-2 inicial hizo agua por todos lados. La defensa no cerró las espaldas de los volantes y flaqueó por las puntas donde “Leo” Godoy y Facundo Medina sufrieron la velocidad de Ciro Rius y Gastón Togni (Ignacio Aliseda lo reemplazó en el segundo tiempo). Y también en el medio donde tanto Juan Cruz Komar como Carlos Quintana tuvieron complicaciones para sacar la pelota bien jugada cada vez que los delanteros locales se les fueron encima para presionarlos.
Pablo Guiñazú y Andrés Cubas no dieron abasto en la mitad de la cancha para cortar la circulación endemoniada del Halcón. Debieron excederse en el uso de la pierna fuerte y tampoco lograron dar un primer pase claro para que Tomás Pochettino y Juan Ramírez pudieran quebrar líneas y arrimarse a Nahuel Bustos y Junior Arias, los delanteros albiazules, que no pudieron fabricar una sola llegada clara en ese primer tiempo en el que todo lo que podía hacerse mal, se hizo peor.
A Vojvoda no lo quedó otra que reaccionar. Y de regreso para la segunda etapa, sacó a Ramírez y a Junior Arias, puso a Gonzalo Maroni y al juvenil Lautaro Guz- mán y armó un 4-2-3-1 con Bustos como único delantero de punta con Maroni y Guzmán asistiéndolo por los costados. Hubo un poco más de juego por mero acto de presencia de Maroni pero lo grueso siguió tal. Con los mismos problemas de generación de fútbol y de llegada. Pero sin la presencia molesta de Defensa que manejó la ventaja y más que jugar, terminó tanteando el partido. Seguro de que no lo podía perder.
Tal fue la imagen de total impotencia que dio Talleres que volvió a ser el mismo equipo inexpresivo de antes del clásico. Aquella tarde fue un espejismo feliz. Anoche, en Florencio Varela, la realidad se encargó de darle otro duro cachetazo.