El triunfo que necesitaba
La “T” se llevó del Bajo Flores lo que fue a buscar: una victoria oportuna, que calma las ansiedades justo cuando muchos comenzaban a ponerse nerviosos.
A punto estuvo Talleres de terminar lamentándose por los contraataques desperdiciados. Diego Valoyes en el primer tiempo y Nahuel Bustos y Gonzalo Maroni, en el segundo, habían desaprovechado situaciones muy claras que hubieran estirado el 1-0 más allá del límite de la tranquilidad.
San Lorenzo se sintió vivo hasta último momento y echó el resto en procura del empate. Y Talleres trató de hacer pie firme en el fondo para aguantar el bombardeo.
En eso estaba cuando a los 44 minutos, el cordobés Adolfo Gaich se escapó por la derecha, lanzó un centro que se desvió un poco en Guido Herrera y dio en el hombro derecho de Reniero, más como un rechazo que como un remate al arco, y salió hacia un costado. Fue el último sofocón albiazul.
Un rato más tarde, el pitazo final de Jorge Baliño decretaba el primer triunfo de la “T” en 25 años.
Tuvo altibajos la tarea del equi- po de Vojvoda. Arrancó con tibieza, tocando hacia atrás o a los costados si encontrar el pase entre líneas que le permitiera arrancar con claridad y profundidad desde el medio. Y se despertó después del golazo de Maroni, tras una pelota que Cubas le ganó a Merlini y un remate delicioso del enganche por encima del arquero Navarro.
Y completó aceptables 20 minutos en los que fue ganando en seguridad y convicción. Con Cubas ganando los anticipos en la media cancha, las intermitencias de Maroni como enganche y las corridas de Valoyes por la derecha como sus mejores rasgos vitales.
En el segundo tiempo, el técnico interino del Ciclón, Diego Monarriz, puso a Gaich por Franco Mussis para ganar vigor ofensivo. Y ante la novedad y con el 1-0 a su favor, Talleres dejó de manejar la pelota y se retrasó para correr de contraataque. Bustos y Maroni tuvieron en sus pies el 2-0 y no lo pudieron hacer. Si en la primera etapa, Cubas había sido de lo mejor, luego fue el momento del “Cholo” Guiñazú ganando todo parado delante de la línea de cuatro y de Leo Godoy volando como un avión por la banda derecha.
San Lorenzo, con Botta por Mouche y el cordobés Germán Berterame por Merlini, fue al frente como pudo, pero dejando la impresión de que podía empatar más por todo lo que lo había perdonado Talleres que por sus menguados méritos futbolísticos.
Al final, casi lo logra. Y no hubiera estado bien. Los pibes y el viejo de la “T” lucharon casi siempre, jugaron cuando pudieron y se llevaron lo que vinieron a buscar: un triunfo que calma las ansiedades justo cuando muchos empezaban a ponerse nerviosos.