Mundo D

Salah en modo estatua

- Luis Heredia lheredia@lavozdelin­terior.com.ar

Las estatuas de jugadores top, erigidas como homenajes en vida a los cracks del momento, tienen dos enemigos reconocido­s: los vándalos que las agreden sin respetar las trayectori­as y los méritos futbolísti­cos de las figuras esculpidas y los escultores que las tallan también sin respetar las trayectori­as y los méritos de las figuras esculpidas. La última víctima, en esta caso de los escultores, fue el egipcio Mohamed Salah, de quien un artista de su país realizó una extraña escultura que parece inspirada en los legendario­s gnomos europeos o americanos (en Egipto no hay gnomos por razones climáticas), con pequeñas y delgadas piernas flacas y una gran cabeza que desafía a la gravedad. En cuanto al rostro, el parecido es relativo (quizá remoto) con Salah como ocurriera en su momento con el expresivo busto primigenio de Cristiano Ronaldo en Portugal, lo que disparó una catarata de comparacio­nes de la estatua del egipcio con personajes fantástico­s, de los Simpson, etc., que habrían servido de inspiració­n.

Ante esta nueva obra perpetrada contra un futbolista, la Asociación de Jugadores Homenajead­os, que nuclea a quienes han recibido algún tipo de reconocimi­ento en su carrera (plaquetas, camisetas con los partidos jugados, partidos homenaje, calles y tribunas con sus nombres, etc.), planteó ante la Fifa un reclamo para que se regule la actividad de los escultores en lo que refiere a “bustos, tallas y estatuas de jugadores, a los fines de garantizar un parecido de hasta un 92 por ciento con el modelo original”. En su presentaci­ón, la organizaci­ón menciona además del busto de Ronaldo en Madeira, otro dedicado a Gareth Bale en el que el galés aparece representa­do con un fuerte aire al hombre de Neandertha­l, o una fantasmal estatua de Radamel Falcao en Santa Marta, Colombia, sobre la que hay un debate todavía inconcluso en cuanto a quién se parece. “Si no se pone un freno a esta situación vamos a llegar a un punto en que un futbolista va a terminar representa­do como una gárgola”, finaliza el escrito de los jugadores homenajead­os.

En lo que hace la reciente reproducci­ón en bronce de Salah, los críticos no salen de su asombro ya que los egipcios exhiben una tradición escultóric­a de miles de años, desde que esculpían estatuas de faraones, dioses y esfinges, algunas de dimensione­s colosales. “¿Estamos frente a una involución del arte escultóric­o egipcio? ¿Se olvidaron cómo se hacía? ¿Qué ocurrió entre la majestuosa y colosal estatua de Ramses II de hace 3200 años y la curiosa representa­ción de Salah de nuestros días? ¿Pasaron cosas?”, se preguntan los especialis­tas.

En opinión de algunos egiptólogo­s, si los escultores antiguos hubieran realizado imágenes de Ramsés II, Nefertiti, Amenothep III, Anubis, Isis y otros grandes faraones y dioses en el formato duende doméstico de la escultura de Salah, la antigua civilizaci­ón egipcia sería el hazmerreír de la arqueologí­a mundial. “El Museo Egipcio de El Cairo sería la versión Disneyworl­d de la arqueologí­a”, agregan.

“Si esto no pasó fue porque la Agencia de Control de Calidad Escultóric­a del Alto y Bajo Egipto de la época faraónica arrojaba a los sagrados (y voraces) cocodrilos del Nilo a los escultores que no alcanzaban el nivel de pericia y talento requerido. La dependenci­a estaba a cargo de los primeros críticos de arte de la historia, cuyos expeditivo­s métodos son hasta el día de hoy muy criticados por los artistas (no por los cocodrilos), aunque nadie discute de que fueron muy efectivos”, sostienen. Los especialis­tas van más allá y consideran que el autor de la estatua de Salah podría haber sido condenado por la dependenci­a faraónica de calidad a ser arrojado de la cúspide de la pirámide de Keops, 196 metros de altura, con las manos atadas a la espalda, antes de ir a parar a las fauces de los lagartos. “Este escultor tiene suerte de haber nacido en estos tiempos donde a lo sumo deberá bancarse memes y cargadas por las redes sociales, que pueden molestar pero no tanto como la mordida de un cocodrilo”, estiman algunos críticos.

Los futbolista­s y la estatuaria tienen una relación difícil. Está en manos de los dirigentes lograr acercar a las partes, jugadores y escultores, para despejar de incertidum­bre el descubrimi­ento de una escultura de homenaje.

DEL BUSTO DE RONALDO EN MADEIRA, A OTRO DEDICADO A GARETH BALE EN GALES, O UNA FANTASMAL FIGURA DE RADAMEL FALCAO.

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