Mundo D

Messi tiene quién lo banque

De Paul suma fuera y dentro de la cancha y ya es un emblema de la nueva selección. Argentina le apunta a la “final” de mañana contra Brasil.

- Enviado especial a Belo Horizonte Sebastián Roggero sroggero@lavozdelin­terior.com.ar

Rodrigo de Paul es el emblema de la “nueva” selección argentina. Fue convocado por Lionel Scaloni por primera vez en octubre de 2018 y su nombre ya es de respetar para los hinchas. Todos lo quieren de titular en el equipo que jugará la “final” que es semifinal con Brasil, mañana a las 21.30, aquí en Belo Horizonte. No todos conocen el pasado de la estrella del Udinese de Italia, que nació en Sarandí hace 25 años, que se inició en Racing y que también pasó por Valencia.

Rodrigo tiene una hija con Camila Homs. Se llama Francesca. Camila tiene un trofeo de él: la remera con la que “Rodri” jugó en el triunfo 2-0 a Qatar. El momento romántico en Porto Alegre fue captado por la TV. La TV también registró el minuto en el que De Paul le agradeció “la guía” a los históricos Lionel Messi, Sergio Agüero, Ángel Di María y Nicolás Otamendi. La TV además mostró cuando el periodista Marcelo Benedetto lo “ninguneó”. Eso de ser “nuevo” pesa más para afuera que para adentro.

Va la prueba. Messi dijo que, de “los nuevos”, es el que rompió el hielo. Se supo que De Paul le hizo una broma con la plancha que una

vez le pegó Messi en un Barcelona-Valencia. La descripció­n de Messi le valió ante la prensa el mote del “nuevo Lavezzi” del plantel, aunque los que están en la intimidad le destacan una autenticid­ad sin igual. Se le nota en redes. Es un instagrame­ro top. Cuando todos se guardaron del “Insta” después del 0-2 con Colombia y el 1-1 con Paraguay, él publicaba corazones celestes para levantar likes y apoyo de los hinchas.

De Paul es abierto y predispues­to no sólo con la prensa. Con el entorno también. Se le vieron fotos con los “cordobeses VIP” que tienen acceso a la concentrac­ión: los humoristas Camilo y Nardo y el peluquero Jonás Cortes. Garantizan que es un pibe pura humildad y desacarton­ado. Auténtico. Al punto de tatuarse una brújula sobre el mapa de Argentina en su brazo izquierdo.

También es un tipo con memoria. Tiene tatuado a su abuelo Osvaldo, quien murió en 2009. Él era quien lo llevaba a la cancha cuando era chico. “Mi mamá (Mónica) laburaba y no podía”, contó en España una vez. Al padre nunca la menciona. Cuando hace un gol, se besa el tatuaje de su abuelo, que está en una de sus muñecas. Sus hermanos Damián y Guido no llegaron a jugar profesiona­lmente. Arrancó en el club Deportivo Belgrano de Sarandí. A los tres años ya tenía obsesión por la pelota. Ahí fue cuando en el primer equipo lo pusieron de arquero. No aguantó nada y se fue al frente. De delantero bajó a enganche pero nunca más que eso. Nunca le gustó bajar mucho.

Lo cuenta Miguel Ángel Mico, quien trabajó muchos años en las inferiores de Racing. “Lo veíamos con el equipo de trabajo en el fútbol infantil. Tenía 9 años. Él era una joya de la clase ’94. Y nos reíamos porque se enojaba con los compañeros que se enojaban porque él no bajaba para ayudar a quitar la pelota. Mirá lo que son las cosas, ahora tiene un despliegue de locos”.

Ese cambio de personalid­ad le dio un triunfo a la selección argentina. Quitó la pelota de la que nació el 2-0 a Venezuela en el Maracaná, por los cuartos de final. “Cuando lo veías de pibe no sabías si iba a llegar. Porque era buen chico, pero medio atorrante. Con talento pero no sabías si iba a tener ese plus que hace falta. Hoy tiene todo y se merece todo lo que le pasa”, se sorprende Micó.

Le tenían mucha fe

El que le tenía una fe desde siempre era Luis Zubeldía, quien fue el entrenador que lo hizo debutar en 2013.

El DT hizo un laburo fino que lo relató a Mundo D Fabio Radaelli, quien trabajaba en la quinta y en la reserva de Racing en aquellos tiempos: “Zubeldía sabía que Rodrigo sería el reemplazan­te de Ricardo Centurión, que estaba por ser vendido. Y me pedía que lo hiciéramos en quinta división de una manera y en reserva de otra. Para ver cómo respondía. Y respondió siempre. Se adapta a todo. Es un pibe muy suelto. Un lindo atorrante, de esos que no le tienen miedo nada. Su virtud es que toma riesgos”.

El perfil juvenil de De Paul, trazado por Radaelli, salta a la luz en esta Copa América. Acostumbra­do a jugar de enganche en Udinese, ni se achicó a entrar por la banda izquierda en el segundo tiempo del debut con Colombia. Desde entonces también jugó de “8” y terminó igual de transpirad­o que el resto de sus compañeros.

Que no le teme a nada es tan cierto que a los 18 años ya llevaba la “10” en la Primera de Racing. Que no se olvida de sus amigos es otro destaque que hace Radaelli. “Y cuando ya jugaba en Primera iba a ver los partidos de sus compañeros de inferiores. Por eso lo respetan todos sus ex compañeros”. Algo de lo que puede dar fe Cecilia Contarino, la responsabl­e de la “Casa Tita”, como le dicen a la pensión de Racing. Si bien De Paul no vivió ahí, frecuentab­a el lugar para estar con sus amigos.

Que nadie crea que a Rodrigo De Paul, por ser “nuevo”, le va a pesar jugar mañana contra Brasil. Debe estar loco de ansioso por besarse el tatuaje de su abuelo.

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(AP) Juntos a la par. “Leo” se esfuerza y Rodrigo de Paul lo sigue. De los nuevos, el ex-Racing es el que rompió el molde. Mañana en Belo Horizonte tienen una prueba de fuego en la Copa América.
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