Argentina, del combo imperfecto a la esperanza
Hace un año todo eran críticas, cuestionamientos y lamentos en torno a la selección argentina. El 30 de junio de 2018, en Kazán, Rusia, una nueva decepción golpeaba al seleccionado, que era eliminado en octavos
de final del Mundial por Francia, que luego se coronaría campeón.
El equipo dirigido por Jorge Sampaoli venía en jaque y los franceses le dieron el mate. Fue el día del famoso falso “9” que nadie entendió, de los imparables contragolpes galos, del Mbappé en modo Messi, del golazo del lateral Pavard, de todo lo que no había que hacer y se hizo, de la reacción que puso arriba a Argentina pero que ni eso su DT supo aprovechar, del Armani en versión “no salvador”, del Mascherano en su última función, del “Leo” turbado, de una nueva despedida amarga.
De esa vuelta anticipada ayer se cumplió un año y hasta ahora lo único cierto que se renovó fue la esperanza. Eso porque si algo caracteriza al fútbol argentino y en especial a su selección mayor es la capacidad para reinventar la pasión pese a que hace años se viene soportando que se hagan las cosas lo suficientemente mal como para morir en el intento.
Lionel Scaloni, seleccionador nacional por necesidad y urgencia y bendecido por una alta cuota de casualidad, es el séptimo DT del seleccionado en 10 años. Antes de él pasaron Diego Maradona (20082010), Sergio Batista (2010-11), Alejandro Sabella (2011-14), Gerardo Martino (2014-2016 ), Edgardo Bauza (2016-2017) y Jorge Sampaoli (2017-2018). Scaloni, exayudante de Sampaoli, asumió como interino tras Rusia 2018 y en noviembre pasado fue oficializado hasta que finalice esta Copa América. A esa inestabilidad técnica hay que sumarle los vaivenes dirigenciales en la AFA desde que en 2014 murió Julio Grondona, pasando por Luis Segura y Armando Pérez hasta llegar a Claudio Tapia. Todo eso, además de la falta de la noción de prioridad que debe rodear al primer equipo nacional, conspira contra la posibilidad de llevar adelante un proyecto como se requiere en la elite mundial.
Con ese combo imperfecto, Argentina está otra vez en una “semi” de América (en Chile 2015 y en EE.UU. 2016 fue subcampeón), donde la espera nada menos que Brasil. En ese marco, un año después sólo la ilusión albiceleste parece restaurada. El resto indica que se pueden hacer las cosas bastante mejor que hasta ahora.