Argentina-Brasil, cuando el esfuerzo vale tanto como el talento
magistral arranque desde mitad de cancha de Diego Maradona con pase incluido. Luego, en competencias oficiales y en amistosos, sobre todo en copas América, la superioridad brasileña ha sido casi apabullante.
Pero mañana ambos seleccionados se enfrentarán sin grandes logros recientes. Argentina quedó en el umbral de dos copas América y de un Mundial, y lleva 26 años sin títulos, y Brasil ya siente como lejanas aquellas gestas en la Copa del Mundo Corea-Japón 2002, y en las copas América 2003 y 2007.
El de mañana será un clásico entre dos equipos cascoteados por esas mismas frustraciones, por eso la necesidad de disfrutar una alegría. Casi como Argentina, la Canarinha tiene grandes individualidades, pero que parecen funcionar mejor en sus clubes que en la selección. Desde Arthur hasta Gabriel Jesús, pasando por William, Roberto Firmino, Philippe Coutinho, Everton, Richarlison y Neres.
El equipo celeste y blanco también tiene lo suyo, por lo que vale preguntarse cómo se presentará el duelo habiendo tantas buenas individualidades en el medio. ¿Habrá un trance palo a palo, en el que ganara el más hábil y el que toque con más inteligencia el balón? ¿O Brasil y Argentina se recostarán en una estrategia más defensiva o en alguna táctica especial que les permita neutralizar lo mejor del rival?
En el Mundial de Sudáfrica, el entrenador alemán Joaquím Low dijo que el 4 a 0 sobre Argentina en los cuartos de final se debió al diferente aporte de disciplina y de sacrificio en el medio campo y en la ofensiva de ambos equipos. Palabras más, palabras menos, señaló que desde Messi y hasta Tevez, Agüero e Higuaín volvían caminando a ocupar sus posiciones cuando perdían el balón y se comprometían muy poco en la recuperación de la pelota. En ese equipo dirigido por Diego Maradona, desde el principio y hasta la misma final, Argentina jugó exactamente igual.
Algo distinto ocurrió en Brasil 2014 cuando aquella formación ofensiva contra Bosnia, en el debut, fue mudando hacia un 4-4-2 mucho menos vistoso, bastante más sacrificado, pero siempre competitivo hasta el punto de haber perdido “ahí no más” el último partido.
Con muchos otros hombres, el proceso parece tomar el mismo camino que cuando el equipo era dirigido por “Pachorra”, asesorado por Carlos Bilardo. La derrota frente a Colombia y el angustioso empate contra Paraguay obligaron a cambiar de jugadores y sobre todo de actitud. Así como Pep Guardiola pidió más compromiso de Agüero en el exitoso Manchester City, Lionel Scaloni pareció introducir en el cerebro de algunos jugadores el chip de la concentración y de la actitud solidaria. Corre más Agüero pero también lo hace Lautaro Martínez. Y también lo hace Messi aunque más no sea para hacer sombra. Y también se nota en el gesto comprometido en De Paul y en el silencioso andar de Acuña por la izquierda, para que la imagen sea más homogénea.
Sintetizando: si Argentina, en pleno proceso de formación, recurre al golpe por golpe necesitará sí o sí la mejor versión de Messi y la de sus compañeros para aspirar a un triunfo. Si eso no sucede, ante un buen rendimiento de las individualidades de Brasil, el resultado podría ser hasta lapidario. Scaloni parece haber comprendido tanto como Sabella que los triunfos, y más en este nivel de competencia, nacen más del trabajo comunitario que del destello de luz que puedan irradiar algunas de sus principales estrellas.