Mundo D

“Gusti”, del sueño a la locura

El cordobés Fernández disfruta de su histórico triunfo en Wimbledon, tercer Grand Slam que gana en el año. La Catedral también coronó a Djokovic.

- María Eugenia Mastri mmastri@lavozdelin­terior.com.ar

Los Fernández tienen puesta la camiseta. La de ellos. La de la familia. Los une la sangre, el amor y el deporte. Y es habitual verlos juntos, en el triunfo o en la derrota. Si Juan Manuel arma el juego en algún equipo en el básquet de Italia, si papá Gustavo dirige en el básquet argentino o si “Gustavito” juega el tenis a lo largo y ancho del mundo, ellos están unidos. Son un clan divertido en el que las sonrisas por los triunfos le ganan por paliza a los malos tragos de la derrota. De eso no quedan dudas.

Pero hay dos cosas que jamás habían ocurrido. Nunca “Gusti” había ganado el cuadro individual en el Abierto de Inglaterra y nunca su hermano Juan Manuel había

podido acompañarl­o en el camino al título en uno de los “grandes”. Hasta ayer. Porque el tenista cordobés en silla de ruedas ganó Wimbledon por primera vez en singles y lo disfrutó con toda su familia. Sí, hasta con Juan, que compartió con su hermano menor una semana inolvidabl­e para los Fernández que se coronó con el triunfo por 4/6, 6/3 y 6/2 sobre el japonés Shingo Kunieda en la cancha número 3 del mítico All England Club.

Un pequeño cambio

“Gusti” había alquilado una casa para instalarse con su equipo de trabajo en la capital inglesa. Pero sus padres, Nancy y Gustavo; su novia Florencia; y su hermano Juan Manuel con su mujer Génesis y sus hijos Elena y Tiago decidieron ir a Londres y la renta se amplió a un segundo hogar.

Casi como en su querido Río Tercero o en Olavarría, donde la familia vivió varios años mientras papá Gustavo jugaba en Estudiante­s, los Fernández volvieron a vivir por unos días bajo el mismo techo. “Gusti” decidió instalarse con sus seres queridos, que al margen de los menesteres cotidianos cuidaron de no alterar su meticulosa rutina. Su objetivo era claro: ganar en la Catedral. Y nadie quería interferir en semejante meta.

La alegría, sin embargo, en algún punto se rozó con la presión. Así lo sintió Nancy, y es muy raro que una madre se equivoque. ¿Su sensación? Que “Gusti” quería regalarle este torneo a Juan. Y lo consiguió. En el camino hubo mucho de ese lazo fraternal que los une. Juan acompañó a Gustavo a cada entrenamie­nto en el All England Club como cuando eran chicos y se cruzaban de la casa de la abuela al club 9 de Julio para jugar un rato al básquet en Río Tercero. La idea era que el tenista se acostumbra­ra a ver a su hermano en la tribuna. En su puesta a punto hay mucho de visualizac­ión, y sin dudas sirvió. Tanto como el apoyo constante de su familia, como ese reencuentr­o en Londres y esa semana compartida en una misma casa como cuando vivían todos en Argentina y aún el deporte no los había separado.

Sirvió tanto como la idea de papá “Lobo” de hacerse todos una remera que identifica­ra en Wimbledon a la banda del “Lobito”. Esa camiseta que en el pecho muestra un orgulloso “GF#4” y en la espalda dice “Vamos”. El mismo “Vamos” que gritó “Gusti” ayer al ganar su tercer Grand Slam del año.

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(AP) Golpe riotercere­nse. Gustavo Fernández venía de consagrars­e en el abierto australian­o y en Roland Garros, y ayer festejó en Londres tras derrotar en la final al japonés Shingo Kunieda.
 ??  ?? Todos juntos. “Gusti” muestra su trofeo de campeón en Wimbledon. Compartió el logro con los suyos, que hicieron remeras especiales para la ocasión. ¡Hay equipo!
Todos juntos. “Gusti” muestra su trofeo de campeón en Wimbledon. Compartió el logro con los suyos, que hicieron remeras especiales para la ocasión. ¡Hay equipo!
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(GENTILEZA FAMILIA FERNÁNDEZ)
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