Mundo D

Mucho por mejorar

El Talleres modelo Medina dejó dudas ante Central Córdoba, a una semana del debut en la Superliga contra Vélez.

- Enrique Vivanco Desde adentro evivanco@lavozdelin­terior.com.ar

Pasaron más de dos meses del final de la última Superliga Argentina y nada distinto pudo verse en el nuevo Talleres. ¿Su estructura? Un 4-3-3, tal como lo propusiero­n tiempo atrás Frank Darío Kudelka y Juan Pablo Vojvoda. ¿Sus jugadores? Los mismos de la temporada pasada, salvo la presencia en los extremos de la ofensiva con Franco Fragapane y el pibe Lautaro Guzmán.

Ningún sello particular del nuevo entrenador Alexander Medina pareció verse en el equipo en la manera de pararse en la cancha y en la actitud para asumir el partido. Central Córdoba de Santiago del Estero le planteó un juego abierto, sin marcas, con espacios para que generen fútbol los que más saben con la pelota y sin ningún tipo de

fricciones.

Tal como ocurrió muchas veces en el anterior campeonato, Talleres se manifestó inconsiste­nte, con dificultad­es para armar jugadas que demandan tres o cuatro pases seguidos y también para defenderse, aunque el poco poder de fuego del visitante le evitó dolores de cabeza.

No pudieron verse las subidas claras y profundas de sus defensores laterales, armas valiosas y sistemátic­amente utilizadas en las gestiones anteriores. Tampoco tuvieron el peso necesario para dominar el balón y el territorio sus tres mediocampi­stas, lo que llevó el trámite a un ida y vuelta sin dominador y con pocas jugadas de peligro.

El mejor momento de Talleres giró alrededor de su único gol. En ese espacio tuvo más movilidad y sobre todo algo de precisión en sus integrante­s para darle la pelota a un compañero. Sin embargo, nunca pudo hacer valer su experienci­a ni su condición de local. Salvo los primeros tiempos de Kudelka en la Superliga, cuando Emanuel “Bebelo” Reynoso, Pablo Guiñazú y Esteban Gil se apropiaban de la pelota y la descargaba­n en la velocidad de Sebastián Palacios y Jonathan Menéndez, Talleres nunca fue contundent­e en la presión sostenida hacia su adversario en base a juego y a una postura ganadora.

Esa endeblez colectiva mostrada cuando Kudelka preparaba las valijas, que se acentuó en buena parte del periodo en que lo dirigió Vojvoda (salvo aquellos recordados partidos ante São Paulo y algunos pocos más), invitaba al hincha a pensar que algún cambio podía verse para evitar ese déficit.

Eso ayer no ocurrió. No lo padeció en demasía porque enfrente suyo estuvo un equipo entusiasta y generoso en el esfuerzo, pero en pleno proceso de armado y sin figuras desequilib­rantes. A menos de una semana del debut ante Vélez Sársfield queda esperar una mejoría que combine la imagen de equipo sólido y más ambicioso, sobre todo cuando el escenario sea el estadio Mario Kempes.

Sin Palacios, con la inminente salida de Juan Ramírez, con varios juveniles que aún son promesa, y con jugadores que no terminan de consolidar­se como titulares, los interrogan­tes se acumulan. No es tiempo para ser contundent­e y lapidario; sí para plantear una lógica preocupaci­ón por su futuro.

A POCO DEL DEBUT, QUEDA ESPERAR UNA MEJORÍA QUE COMBINE LA IMAGEN DE EQUIPO SÓLIDO Y MÁS AMBICIOSO.

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(RAMIRO PEREYRA) Con gesto adusto. Alexander Medina siguió con mucha atención y actitud evaluativa los movimiento­s de un equipo que no satisfizo las expectativ­as de los hinchas en el Kempes.
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(RAMIRO PEREYRA) Presentaci­ón. Es la que tuvo Talleres ayer en el Kempes.
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