Mundo D

En la austeridad, el esfuerzo paga doble

- Enrique Vivanco Desde adentro evivanco@lavozdelin­terior.com.ar

Quizá haya sido algún reto de Alexander Medina, o la misma convicción de los jugadores, pero lo cierto es que Talleres, en siete días, cambió. Y ese cambio le hizo bien; lo alejó de aquella periférica actuación de pretempora­da ante Central Córdoba, y lo instaló en el centro de la escena, con la guardia alta y el músculo tenso, listo para presionar en campo ajeno, y más preparado aún para recular cuando Vélez Sársfield lo apurara.

Esa actitud tuvo ayer y podría ser su principal virtud en esta temporada, si se extiende y prospera el mensaje de su técnico. Medina no parece renegar del buen juego, pero advierte que ante la ausencia de habilidad hay que reforzar el trabajo; que ante la carencia de ideas, hay que duplicar la disciplina; que cuando la creativida­d no aparece, la solidarida­d debe estar presente.

Lo dicho no es más que el eufemismo que refiere al pedido “testicular” que siempre formula la tribuna cuando nota que a su equipo le falta convicción para asumir los partidos. Eso ya se venía masticando desde la gestión Vojvoda y también pasó contra el equipo santiagueñ­o. En aquel encuentro amistoso, Talleres expuso una versión tibia y desapasion­ada. Y el hincha, enojado, al día siguiente, lo hizo saber en la calle.

No ha sido poco lo que consiguió Talleres ante el equipo de Gabriel Heinze. No es fácil responder a las partidas recientes de Sebastián Palacios, quizá su hombre más peligroso, y a la de Juan Ramírez, el mediocampi­sta que, cuando alineaba sus propios planetas, desequilib­raba por

habilidad siendo directo e incisivo en su viaje hacia el arco.

Ante esa sangría en un plantel en el que no sobran las grandes figuras, y con el antecedent­e insulso del partido ante los santiagueñ­os, no pocos pensaron en un comienzo con tropiezos y lleno de incertidum­bre.

Pero la respuesta fue firme: ante un adversario más aceitado en sus movimiento­s, Talleres opuso una elogiable constancia en el sacrificio y el intento de sorprender­lo cuando las hadas tocaran el botín de alguno de sus jugadores.

Cerca del final, el elegido fue Jonathan Menéndez. Antes, las situacione­s de peligro no fueron muchas. Respondió siempre bien Komar y Cubas no dejó de marcar el camino en el hostigamie­nto a la iniciativa velezana. Menéndez, en tanto, recibió la gracia del más allá al sacar el zurdazo mágico que tuvo más valor que un triunfo.

No es para menos. Su gol fue como un bálsamo que ayuda a distender ansiedades y a reafirmar conviccion­es. En la gestión de Medina es muy probable que Talleres no pueda desplegar el buen juego que ofreció cuando Frank Kudelka lo dirigió en su primer año en la Superliga. Tendrá la necesidad, por su misma realidad, de mejorar aquel déficit que lo mostraba discreto para defender y anímicamen­te vulnerable. El mensaje es claro: en tiempos de austeridad, el esfuerzo paga doble.

MEDINA NO PARECE RENEGAR DEL BUEN JUEGO Y ADVIERTE QUE, ANTE LA AUSENCIA DE HABILIDAD, HAY QUE REFORZAR EL TRABAJO.

 ?? (P. CASTILLO) ?? Planchazo. Fue el que Agustín Bouzat le aplicó a Juan Ignacio Méndez y que lo terminó sacando del partido al volante ofensivo de la “T”.
(P. CASTILLO) Planchazo. Fue el que Agustín Bouzat le aplicó a Juan Ignacio Méndez y que lo terminó sacando del partido al volante ofensivo de la “T”.
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