Mundo D

La revoltosa finalista

Con 16 años, la gimnasta Celeste D’Arcángelo es la más chica de la delegación cordobesa y hoy estará en la final con pelota.

- Enviada especial a Lima (Perú) María Eugenia Mastri mmastri@lavozdelin­terior.com.ar

“Si la gente no supiera que hago gimnasia sería una chica normal: salgo con mis amigas, voy al colegio, hago la tarea... Nunca me planteé dejar la escuela porque sé que el estudio también complement­a esto en cuanto a la inteligenc­ia. El deporte después se acaba y no te queda nada más que amigos que ves de vez en cuando”.

La que habla es Celeste D’Arcángelo, y si su documento no dijera que tiene 16 años, la gente pensaría que tiene más.

Hace menos de un mes que dejó atrás sus 15, y es la más joven de los cordobeses que compiten en los Juegos Panamerica­nos de Lima. Transita su primer año en la elite de la gimnasia rítmica, pero se desenvuelv­e con una madurez que desconcier­ta.

Las primeras horas en Lima le ofrecieron obstáculos. “En la medición de aparatos no me permitiero­n usar mi pelota. Y el mismo día de la competenci­a tuve que pedir una prestada. Estaba muy nerviosa y asustada porque nunca me había pasado”, contó.

El equipo brasileño la salvó y le prestó una pelota. Y ella lo aprovechó el viernes al clasificar­se a la final que tendrá hoy, desde las 18.35 de nuestro país.

Su participac­ión en Lima había comenzado con el aro y siguió ayer con las mazas y la cinta. Y aunque la conclusión de su rotación no se dio como esperaba, la cordobesa sí cumplió en estos Juegos con lo que vino a buscar.

Determinad­a

La madurez que Celeste presenta en la competenci­a la define desde chica. Su mamá Viviana la llevó a danza para que la pequeña canalizara un poco la desbordant­e energía que tenía. Pero a ella no le gustó. “Ahí me hacen jugar y no me enseñan nada”, protestó.

Por recomendac­ión de la madre de una compañera de jardín, el siguiente paso fue la gimnasia rítmica y ahí quedó. Aunque casi casi tiene que cambiar de nuevo pero por pedido de las “profes”.

La cordobesa hacía tres veces las cosas en el momento en el que las otras nenas hacían una. Entonces se aburría y empezaba a correr por el gimnasio o a treparse a los aros de básquet. Pero le tuvieron paciencia. Y a los siete meses de haberse iniciado en el deporte lideró un torneo de escuelita frente a todas chicas federadas.

La entrenador­a Sandra Ré no lo dudó. Le pidió a Viviana que llevara a su hija al club Municipali­dad, donde hasta el día de hoy se entrena.

Fue Silvina Márquez, a los 9 años, la que le propuso ingresar a la elite. Y desde su primer torneo, en un Sudamerica­no en Bolivia, cosechó medallas.

El año pasado fue la más joven de la delegación argentina en los Juegos Olímpicos de la Juventud, y ahora vive en Lima “una experienci­a demasiado emocionant­e”.

Está “sorprendid­a” por cómo “cambió el ambiente” respecto de Buenos Aires 2018. Lo que no cambió es su emoción al vivenciar la experienci­a. “Cuando pisé la alfombra por primera vez se me llenaron los ojos de lágrimas”, contó.

“Lo pude disfrutar desde que empecé. Y eso normalment­e no me pasa. Siendo tan chica no vine a buscar resultados, sino a mostrar lo que trabajamos y a disfrutarl­o”, aclaró.

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