Mundo D

El arquero chef de Peñarol

Dino Oliva es el arquero de Argentino Peñarol y es el cocinero de los 15 juveniles de la pensión del club.

- Hernán Laurino hlaurino@lavozdelin­terior.com.ar

Dino Oliva tiene unos 8 años y en el club Sportivo Español, de Villa Ángela, en Chaco, observa detenidame­nte cómo su abuelo Ceferino y su papá Víctor cortan con paciencia las verduras para cocinar un guiso que alimentará a los jugadores de la primera del equipo de su barrio.

Inconscien­temente, Dino hace un viaje en su cabeza hacia ese momento mientras hace lo mismo: arremangad­o y con un repasador rojo en el hombro izquierdo, prepara un pollo con verduras que alimentará a 15 juveniles que viven en la pensión de Argentino Peñarol en su estadio, en el corazón de barrio Argüello.

Oliva, con 27 años y un largo recorrido desde que decidió ganarse la vida como arquero, no tiene título de chef pero aceptó este trabajo en Peñarol porque lleva la cocina (como al fútbol) en la piel, como una herencia familiar.

–No te interesarí­a arrancar a cocinarle a los chicos en la pensión. Probemos si te gusta. Obvio, que será aparte del sueldo por jugar –le propuso el dirigente “Lito” Fernández, a inicios de febrero de este año.

–Sí, más vale. Arranquemo­s –contestó Dino.

“Esto arrancó a principio de año, cuando los dirigentes buscaban cocinero para los chicos de la pensión. Yo cuando llegué al club para jugar el Federal B vivía en el departamen­to que tiene Peñarol en el centro. Ahí vivíamos con ocho chicos y yo era el encargado de cocinar para todos. Siempre me gustó la cocina y no tenía drama. Me hice amigo de un dirigente, ‘Lito’, y a él se le ocurrió. Ahí nomás me decidí, me gusta, no me cuesta hacerlo. Tiene un rédito económico que también ayuda. El 3 de febrero me presenté y los chicos empezaron a llegar a la pensión”, dice Dino.

Su nombre y apellido son reconocido­s en el fútbol de Córdoba, al que llegó siendo adolescent­e desde Chaco tras el sueño de triunfar. Sueño que todavía lo acompaña.

“Yo arranqué en Sportivo Español de Villa Ángela. Llegué a Córdoba porque se jugaba un torneo de seleccione­s nacionales Sub 15 y vine con la selección de Villa Ángela. Ahí me ve Racing de Córdoba y también los captadores de la selección. Tiempo después, un grupo empresario me compra el pase y me llevan a Tigre, a Buenos Aires, donde estuve dos años y no pude firmar contrato. Me volví para jugar el Federal B con Juniors, donde estuve casi cinco años. Pasé a Peñarol, jugué también en Comercio de Villa Dolores en el Federal C y luego volví a Peñarol hasta el día de hoy. Llevo dos años en el club. Algunos no me creen que tengo 27 años recién. Pero arranqué muy chico en esto. Y todavía tengo el sueño de triunfar, de jugar algunas categorías más arriba. Siempre pienso en Julio Chiarini, que atajaba en los torneos federales ya de grande y llegó hasta River. Quien te dice...”, se entusiasma.

Dino sale cada día a las 10 de la mañana de su departamen­to cerquita de la Terminal, en Nueva Córdoba. Tiene una hora en colectivo hasta Argüello. A las 11 empieza a cocinar, esperando que a las 14 regresen los juveniles del colegio. Almuerza en el club y luego se entrena con la primera de “Peña”. Se baña, merienda y arranca a preparar la comida que cenarán los pibes. Así es su rutina, de lunes a viernes.

“Esto viene de familia, mi abuelo y mi papá siempre estuvieron con la cocina, les gusta. No son chefs titulados ni nada. Pero en el club de donde yo soy, en Chaco, cocinaban siempre para los jugadores. Yo estaba ahí cerca, mirando, cortando verduras con ellos. Me gusta mucho y lo disfruto. Viene de ahí, está en los genes. Mi viejo me suele pasar recetas de libros. También me baso mucho en la compra semanal que hace el club para armar el menú. Me dan la libertad para que yo decida. Los chicos están contentos, les gusta mi comida. Hay veces que me cargan... Cuando ando mal en el arco, me dicen que soy mejor cocinando”, agrega.

Medallones de pollo con fideos, pechugas con ensalada, pata muslo con papa al horno, fideos con salsa, guiso de arroz con pollo, son algunas de las comidas que suele preparar mientras charla de fútbol con la gente del club y con los propios chicos, que le cuentan las alegrías y tristezas que genera vivir en una pensión.

“Yo fui jugador de pensión por varios años. A los 15 me vine a Racing y también pasé por Tigre. Se lo que es, lo que se sufre, estar lejos de la familia. Se lo que se llora el fin de semana cuando los compañeros se van a su ciudad y uno se tiene que quedar porque vive muy lejos. Hago de psicólogo también. Paso muchas horas con ellos. Me cuentan que no los citaron, que se lesionaron... Uno los habla, los aconseja. Compartimo­s alegrías y tristezas. Más allá de cocinarles, soy un apoyo, un amigo, que los acompaña en su proceso de ser jugador de fútbol”.

Oliva es el que vuela de palo a palo para evitar que le hagan goles a Peñarol. Y también el cocinero que aconseja a los juveniles que son el futuro de la institució­n. Algo que aprendió bien de chico, en Villa Ángela, Chaco, mirando a su papá y a su abuelo.

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(RAMIRO PEREYRA) La tiene clara. El delantal de cocinero y el arco de Argentino Peñarol, las pasiones de Dino Oliva.
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En acción. Dino salta bien alto para agarrar la pelota con Peñarol.

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