Buenas intenciones y algo más
La evolución que mostró la “B” en su debut fue más que actitudinal. Por fin, se vio algo de lo que pretende el DT.
El debut de Belgrano dejó la sensación de que el equipo pudo suplir con una enorme entrega el déficit futbolístico. Sin embargo –y más allá del 1-1 final contra San Martín de San Juan– un análisis más minucioso de lo hecho por el conjunto arroja conclusiones positivas; sobre todo considerando que hubo una evolución muy marcada con respecto a lo mostrado en los partidos de preparación y en el compromiso por Copa Argentina.
Vamos por partes. César Rigamonti no tuvo una tarde sencilla. Lo “embocaron” en la primera y única acción ofensiva del rival. Después, lo que se pudo ver de él fue que debió jugar mucho con los pies, como demanda el juego que propone el DT Alfredo Berti, y lo hizo bien. Claro que el rival no presionó arriba, lo que facilitó ese tránsito. Su capitanía es tema de discusión histórica: ¿puede un arquero, desde su posición, ejercer el liderazgo que le demanda la cinta durante el partido?
La labor defensiva mostró algunas fisuras, más allá de que, individualmente, los del fondo cumplieron. En el gol de San Martín hubo un relajamiento en la toma de marcas y en la actitud que, colectivamente, debe asumir un equipo en la pelota parada en contra. La facilidad con la que Facundo Monteseirín le ganó a Leonardo Sequeira lo grafica. Lo de Christian Almeida fue flojo al comienzo y terminó importante después. Bien Juan Salas y mejor Rodrigo Erramuspe que Joaquín Novillo en el anticipo defensivo.
Fundamental en la remontada de Belgrano fue Hernán Bernardello. Hacía mucho que el equipo no tenía un futbolista que se hiciera cargo de ser “punta de lanza” y de “limpiar” la salida con bases bien destinados, muchos de ellos filtrados entrelíneas, evitando la permanente lateralización del juego. Su función fue muy similar a que supo cumplir Ezequiel Videla en el brillante Instituto de la temporada 2011/2012. Habrá que ver si su efectividad es la misma ante un rival que presione un poco más arriba.
Los dos volantes mixtos que se convirtieron en los principales receptores –Martín Rivero y Gerónimo Tomasetti– se repartieron aciertos y errores; pero nunca se escondieron y eso fue un salto cualitativo respecto de lo que Belgrano venía mostrando en los amistosos previos. Y, por las bandas, la búsqueda del desequilibrio fue constante, aunque más efectiva por el lado de Nahuel Luján que por el de Sequeira. Los dos también fueron importantes para presionar. Pero, además, los celestes demostraron tener variantes, ya que tanto Cristian Techera como Ricardo Noir (muy comprometido en los minutos que jugó) demostraron estar a la altura.
La generosidad de Pablo Vegetti es el “valor agregado” que tiene este Belgrano. Aún cuando él mismo se expresó disconforme con su actuación, lo suyo fue trascendente, más allá del gol. Aunque es un “faro” al que todos buscan con los centros (y también con pelotazos), sería importante que el equipo pueda aprovechar mejor los espacios que puedan generarse a partir de la marca (o las marcas) que el “9” puede arrastrar. Es por eso que la presencia de otro delantero central (Joaquín Lencina o el paraguayo Enrique Borja) aparece como una alternativa factible en determinadas circunstancias.