La era del Panenkismo
La tendencia a patear penales picando la pelota (estilo Panenka, por el checo que lo inventó) sigue generando polémicas y situaciones delicadas especialmente cuando la pelota no entra, tanto por el estado de ridiculez en que suele quedar inmerso el pateador como por el impulso de los hinchas de hacer justicia por mano propia con el ejecutante, al ver como se desaprovecha con gesto displicente una chance de gol, sobre todo si de la ejecución depende una victoria o un empate agónico.
Los defensores de esta forma de patear penales (conocidos en el ambiente como “panenkianos”) sostienen que si bien muchas veces se falla intentando picar un penal, se trata de una forma elegante de marrar. “Muchas veces el penal va al pecho del arquero y si no estás fino la pelota puede viajar por arriba del travesaño, pero siempre con estilo y también con belleza”, sostiene Jason Malogrado, futbolista ecuatoriano que ganó merecida fama en su momento por desperdiciar tres penales en la altura de Quito en un mismo partido, picándolos a todos. Quienes recuerdan aquel episodio aseguran que Malogrado debió abandonar el estadio Atahualpa bien entrada la madrugada y en el interior de un camión blindado (de los que se usan para transporte de caudales), por las dudas quedara algún hincha esperándolo, ya que finalizado el partido miles de
simpatizantes portando garrotes, motosierras, sogas, leña, fósforos, etc. querían “pedirle explicaciones” por su comportamiento desde los 12 pasos.
Luego de ese partido, el Congreso ecuatoriano prohibió por ley que Malogrado volviera a patear un penal en territorio nacional durante 33 años ya que se consideró que su estilo ponía en peligro la tranquilidad pública y la paz social. Pero ni siquiera este contratiempo legislativo torció la voluntad de este fanático del estilo Panenka quien desde su retiro sigue reivindicándolo frente a los “fusiladores”, es decir aquellos pateadores de penales que toman carrera, cierran los ojos al entrarle a la pelota y le meten un furibundo puntín. El referente andino del panenkianismo los considera rústicos, bárbaros y primitivos, y no duda en compararlos con especies anteriores al hombre moderno. “Veo en los fusiladores los resabios de los neanderthales, cuando estrellan una pelota en un poste ni se enteran, pero el balón no sirve más”, aseguró en su libro
23 Formas de Picar un Penal,
obra que incluye técnicas de evasión “cuando la pelota se niega a entrar”.
El caso más reciente de panenkianismo del que se tiene registro ocurrió en la tercera fecha de la Superliga en el 2-2 entre San Lorenzo y Rosario Central, partido en el que el paraguayo Adam Bareiro decidió ejecutar el penal que le habían cometido, picando la pelota que finalmente se fue elegantemente al demonio por sobre el travesaño, el encuentro iba 2-1 a favor de Central y el posterior empate del Ciclón evitó que el incidente llegara a la Justicia.
El ejecutante fue sustituido y desde el final del partido hasta ahora no deja de pedir perdón por la decisión que tomó, en especial a los hinchas quienes se refirieron en duros términos hacia su persona, seres queridos, integrantes de su árbol genealógico y miembros de su círculo íntimo, desde el momento en que la pelota increíblemente flotó por encima de las cabezas de los alcanzapelotas ubicados detrás del arco canalla. Pese a los encendidos pedidos de disculpas del pateador, el perdón sanlorencista está tardando en llegar y algunos arriesgan que Bareiro tendría que tomar un método drástico de expiación de su error: desplazarse de rodillas desde el Nuevo Gasómetro hasta la Basílica de Luján (70,7 kilómetros en línea recta), flagelándose en la espalda con un rebenque tipo mazorquero de los que se utilizan en la Rural para dispersar veganos.
“Seguramente que después de semejante manifestación de contrición Bareiro va a ser perdonado, pero se debe evitar que los jugadores sigan picando penales y la forma de lograrlo es anular la capacidad de decisión del pateador, prohibiéndole hacerlo bajo pena de ser enviado al Mar Argentino a pescar abadejo en un barco chino durante tres meses (en caso de reincidencia la pena se duplica)”, explica el entrenador de pateadores de penales matriculado Everton Giménez, quien considera que uno de los desafíos de su actividad es desterrar el estilo Panenka de las canchas. “Estamos dando la lucha, pero es una cuestión de tiempo. Tal vez la próxima generación de entrenadores de pateadores de penales pueda lograrlo”, aseguró.