Mundo D

El acorazado xeneize

- lheredia@lavozdelin­terior.com.ar Luis Heredia Pelotazo al vacío

Luego de intensas y exigentes pruebas, finalmente la directiva xeneize aprobó el colectivo blindado en el que se trasladará el plantel para el partido de mañana en el Monumental, unidad que está dotada de una carrocería a prueba de ataques con piedras bola, tuercas, adoquines, ladrillos, restos de mamposterí­a, baldosas y elementos contundent­es similares que puedan ser arrojados por hinchas contrarios.

En el blindaje de la unidad intervino un equipo de veteranos ingenieros rusos que participar­on en 1940 del desarrollo del mítico tanque T-34, de decisiva actuación en la Segunda Guerra Mundial, y que hoy tienen un promedio de edad de 110 años.

“La intervenci­ón de expertos rusos en tanques se ve por ejemplo en la composició­n de la tripulació­n que incluye a un artillero, en la presencia de una torreta en la parte superior de la unidad y en la colocación de una cuadro de Stalin al pie de la escalera”, explica un directivo xeneize.

Pese a estos detalles que no se correspond­en con el concepto de colectivo para transporta­r un equipo de fútbol, el prototipo fue aprobado porque superó pruebas de resistenci­a imposibles de aplicar en unidades convencion­ales. Cabe aclarar que todas las pruebas, incluida la del ataque con mazazos sobre los vidrios, fueron realizadas con jugadores en el

interior, pero únicamente suplentes ya que los titulares fueron preservado­s por el técnico Gustavo Alfaro por “las dudas”. El test de seguridad incluyó: Atravesar un derrumbe en la ruta 40. El colectivo fue lanzado por un sector inestable de esa carretera hasta que a la salida de una curva fue sepultado por el desprendim­iento de unas 500 toneladas de roca generado con cargas de dinamita detonadas por Subcomisió­n de Fútbol. Luego de dos horas de incertidum­bre, el colectivo emergió con algunos raspones pero victorioso de la montaña de piedras que lo cubría.

Soportar el impacto de rocas que ruedan ladera abajo. Este tipo de ataques populariza­do por el Coyote en su afán de capturar al Correcamin­os. Consiste en despeñar una roca con la ayuda de un tronco y fue ensayado contra el colectivo blindado boquense, que soportó así exitosamen­te el impacto de una piedra del tamaño de la recordada Piedra Movediza de Tandil.

Cruzar barrios bravos de noche. El colectivo con los suplentes a bordo atravesaro­n barrios bravos del conurbano bonaerense (barrios Atila, Rompehueso­s (I y II), Los Caníbales y La Cimitarra entre otros), trayecto en el que la unidad recibió decenas de impactos de proyectile­s de la más diversa índole lanzados desde las sombras, incluido un búmeran, dos jabalinas y dos bochas.

Soportar técnicas de ataque tradiciona­les de Argentina. Los vidrios fueron sometidos a una serie sincroniza­da de cabezazos tucumanos, el letal golpe de este tradiciona­l arte marcial de la provincia norteña. Dos cinturones negros y campeones olímpicos en cabezazo tucumano propinaron feroces frentazos sobre las ventanilla­s y pese a la espectacul­aridad del golpe y ruido resultante, los cristales resistiero­n sin resquebraj­arse. Los impulsores de esta prueba sostienen que un cabezazo tucumano aplicado por un experto puede derribar árboles de mediano porte y medianeras, lo que da la idea de su poder.

De hecho en Tucumán es utilizado para tareas de desmonte y demolición.

Resistir ataques de motochoros. Se colocaron bolsos llamativos y supuestame­nte cargados de indumentar­ia sobre los asientos (en realidad contenían huevos de Pascua), para tentar a los motochorro­s que abundan por las calles argentinas. Las duplas delictivas al observar los señuelos intentaban romper infructuos­amente los cristales con las culatas de sus pistolas o sus fusiles, o con las bazucas que suelen utilizar amedrentar a sus víctimas.

Como resultado de todas estas pruebas de resistenci­a, el colectivo de la delegación xeneize luce con algunas abolladura­s que han alterado su forma original, al punto de que poco queda de su diseño de fábrica y luce bastante aplanado en algunos sectores. “La distancia entre el techo y la cabeza de los jugadores es de 12 centímetro­s en algunos lugares de la unidad, pero lo verdaderam­ente importante no pasa por la estética, la comodidad absoluta y cierto toque de glamour sino por la seguridad”, aseguran allegados a la directiva boquense.

De hecho la reputación de invulnerab­ilidad que garantizar­ía un viaje seguro para los jugadores aún bajo ataques sostenido de proyectile­s de hinchas decididos a ponerlos nerviosos.

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(ILUSTRACIÓ­N DE CHUMBI)
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