Mundo D

River y Boca, sin ventaja en el Monumental

River, que no pudo, y Boca, que no quiso, jugaron para el olvido en la antesala de los cruces coperos.

- Daniel Guiñazú Especial desde Buenos Aires

El primero de los tres superclási­cos resultó una decepción de principio a fin y terminó 0-0. Gustavo Alfaro le tendió una trampa a Marcelo Gallardo y puso sobre el impecable césped del Monumental, el Boca más especulati­vo y conservado­r que pueda imaginarse. River no supo cómo escaparse del encierro. Y no pudo darle definición a las pocas situacione­s que fue capaz de crear. Decir a esta altura que el partido fue malo es una redundanci­a. Boca apostó todas sus fichas a no perder y no perdió. River quiso ganar, pero no encontró cómo.

La fiesta sólo estuvo en las tribunas. Más de 75 mil hinchas “millonario­s” desbordaro­n la capacidad del viejo estadio y a cada momento, recordaron la histórica final de Madrid y anticiparo­n las próximas dos semifinale­s coperas. Hubo cánticos burlones, cientos de banderas con la banda roja y globos negros. Fervor de sobra. Pero fue tan poco y tan pobre lo que se ofreció desde el campo de juego, que la caldera se fue apagando y la gente terminó en silencio. Contagiada por la decepción de un partido que nunca fue.

Se suponía que, a mitad de camino entre una definición memorable y otros dos encuentros decisivos, Boca podía llegar a desplegar un esquema preferente­mente defensivo. Pero Alfaro llevó todo al extremo. Tanto que Franco Soldano, el centrodela­ntero que reemplazó al lesionado “Wanchope” Ábila, sólo jugó los últimos 30 minutos en su puesto. Antes fue un sacrificad­o lateral volante que corrió al uruguayo De la Cruz, Ignacio Fernández, Milton Casco o a cualquiera que anduviera por los costados.

Boca plantó de arranque un 4-23-1 con De Rossi y Marcone delante de la defensa, Capaldo sobre Enzo Pérez, Soldano y Alexis Mac Allister corriendo hacia atrás por las bandas y el venezolano Hurtado tratando de bajar los pelotazos que disparaba el fondo boquense sin pasar nunca por la línea de los volantes. Recién movió Alfaro un poco el esquema en la última media hora con los ingresos del colombiano Villa, “Bebelo” Reynoso y Tevez por Hurtado, De Rossi y Mac Allister. Pero la consigna siempre fue primero el cero en el propio arco y recién después asomarse a ver lo que pasaba. Armani mandó al córner un remate cruzado de Mac Allister y un tiro libre de Tevez desde posición sesgada. Antes y después, el aporte ofensivo boquense fue nulo. Nunca se propuso otra cosa.

Quizá si hubiera tenido piernas más frescas tras el duro partido del jueves con Cerro Porteño en Asunción, River habría invertido mayores energías en ganar. Pero son suposicion­es. Lo cierto que el equipo de Gallardo jamás pudo encontrar la manera de abrir la obsesiva cerrazón boquense. Movió la pelota a lo ancho. Pero había tantas piernas por delante que los espacios jamás apareciero­n. Como tampoco apareciero­n sus jugadores más inspirados.

El partido siempre les resultó incómodo a Exequiel Palacios, “Nacho” Fernández y De la Cruz. Y la pelota nunca les llegó a bien a Lucas Pratto y Santos Borré, los delanteros titulares. Y a Matías Suárez e Ignacio Scocco, sus reemplazan­tes. Una débil media vuelta de Borré que detuvo Andrada fue la mejor llegada de River. Antes y después, fue un manojo de ganas. Pero también de nervios e impotencia. Nunca imaginó que Boca iba a jugarle tan tirado atrás.

Pasó de largo, sin pena ni gloria, el primero de los tres superclási­cos. Y fue un fiasco. En un mes, jugarán la primera semifinal por la Libertador­es. Tal vez, la historia sea diferente. Pero no convendría hacerse demasiadas ilusiones.

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 ?? (TÉLAM) ?? Cuerpo a cuerpo. Enzo Pérez y Alexis Mac Allister meten todo para quedarse con la pelota. El 0-0 de ayer en el Monumental fue decepciona­nte.
(TÉLAM) Cuerpo a cuerpo. Enzo Pérez y Alexis Mac Allister meten todo para quedarse con la pelota. El 0-0 de ayer en el Monumental fue decepciona­nte.

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