¡Gritalo bien fuerte, “T”!
Talleres estuvo brillante en ofensiva y así vapuleó 5-0 a Godoy Cruz en Mendoza.
El Mundo Talleres ha vuelto a disfrutar de Dayro Moreno. No es el goleador temible que –en dupla con Sebastián Palacios (hoy en Independiente de Avellaneda)– dio vida al primer equipo albiazul que jugó fases 2 y 3 de la Copa Libertadores de América, la Superliga y su Copa, más la Copa Argentina, sino que volvió a ser protagonista convertido en un jugador más cerebral y pensante, aunque igual de determinante.
El 5-0 sobre Godoy Cruz en Mendoza llevó su marca por haber sido el organizador: dio asistencias para los goles de Nahuel Bustos, Jonathan Menéndez y de Franco Fragapane (el segundo), participó en el tanto restante del ex-Unión y dispuso de tres mano a mano que resolvió bien el arquero Andrés Mehring. Esos fueron y son los “goles” que el colombiano puede aportarle a este Talleres que anoche volvió a zona de copas.
Es más, ese tiro que dio en el travesaño fue un puente hacia su confianza ya que el colombiano volvió a definir como aquel que entró pleno al planeta albiazul con aquel tiro de “colgadita” ante César Rigamonti en el amistoso con Belgrano, en el estadio Kempes. Una definición que también vio la luz ante Palestino en el partido de ida por la Copa Libertadores. Ayer, jugando unos metros más atrás, llegó a participar del 75 por ciento de las jugadas de ataque del cuadro albiazul, un registro muy parecido al que alcanzó ante Racing Club de Avellaneda.
Sin embargo, cabe destacar que para recuperar la confianza fue necesario que Moreno pasara por distintos climas dentro del Mundo Talleres para saber cómo podía reinventarse. Está claro que el capítulo actual en el que Alexander “Cacique” Medina lo ungió como un cerebro para una ofensiva temible para cualquier rival, dista mucho del principio del torneo en el que Dayro estaba más adentro que afuera del club.
Después de que Andrés Fassi hiciera un esfuerzo económico supremo para conseguir su continuidad, el colombiano llegó “18 días tarde a la pretemporada”, de acuerdo a lo que informó el propio DT. Medina tenía que trabajar en dos equipos ya que iba a ser muy difícil tener al mejor Dayro. Y desde la directiva comenzaron a buscarle club: para ningún directivo sería negocio pagar el costo de semejante contrato sin poder disponer en tiempo y forma del mejor jugador. Así de simple. La salida a escena del jugador ante Vélez Sársfield y Rosario Central ofreció una versión que estaba lejos del Moreno aclamado hasta ese momento. Se lo vio lento, impreciso, cerca del círculo central. Como en otra velocidad. Medina lo reemplazó en ambas oportunidades y, al tercer juego, le dio la titularidad a Nahuel Bustos.
De ahí, partió Dayro. Toda vez que los ofrecimientos que llegaron no colmaban las expectativas de nadie, Dayro supo su único objetivo sería Talleres y que su desafío iba a ser difícil. Debía reingresar a la consideración del entrenador como un mediapunta o un armador ya que había perdido la prioridad a manos del juvenil. No era sencillo ya que también necesitaba que Medina le diera las condiciones para poder gravitar. Fue difícil ya que Talleres llegó a su mejor racha, la de los cuatro triunfos consecutivos sin su talento. Es más se quedó sentado en el banco en el triunfo ante River y apenas pudo marcar un gol de penal, contra Gimnasia, al ingresar como suplente.
“Desde el lugar en el que esté, trataré de dar lo mejor”, decía Moreno, en sus pocas expresiones públicas. Sin embargo, y entre derrota y derrota, el DT lo observaba, hasta que encontró el momento de sumar su talento al oportunismo de Bustos y al de la profundidad de Jonathan Menéndez y de Fragapane entre otros. Desde ahí, Medina trató de recuperar su Talleres y lograr aquella identidad de los cuatro triunfos consecutivos. Ese Talleres, nació con este Moreno más cerebral. Los “goles” de Dayro que iban a venir, llegaron así. Con una explosión de juego y anotaciones de Bustos (uno de los goleadores del torneo con ocho), Menéndez, Fragapane y Méndez.
Enhorabuena para la “T”, que se vuelve de Mendoza con una de esas goleadas que dejan huella.