Siempre vivo, pese a todo
Un clásico aparece como el menú ideal para que la licuadora de la competencia oficial de la máxima categoría argentina vuelva a funcionar a toda máquina.
La Superliga, que recién el jueves pasado ratificó para el 24 de este mes la reanudación de su campeonato luego de que 15 de sus 24 clubes sostuvieron la postura de postergar el regreso (necesitaban un voto más para alcanzar su objetivo), marca que el pendiente Independiente-River que se jugará hoy en Avellaneda dará inicio a una recta final de torneo que promete ser emocionante con las definiciones del título, los clasificados a las copas y los descensos.
Debe ser realmente bueno el fútbol argentino para poder sobrevivir a todas las vicisitudes a las que lo somete parte de sus responsables, ya sea desde siempre en la AFA o desde su creación en la más joven Superliga. Pese a las falencias de organización, a los calendarios alterados, a las licencias administrativas, a las carencias de infraestructura, a las cuentas en rojo de varios de sus clubes, a la continua sangría de sus jóvenes talentos forzada por la complicada realidad económica, a las dificultades para contrarrestar flagelos endémicos como las barras o a los deficitarios arbitrajes, nuestro fútbol subsiste, va, y nunca deja de sorprender con su capacidad para reinventarse.
Por eso, porque siempre guarda cartas bajo la manga, desde esta tarde todos esos males quedarán disimulados por la vuelta de la competencia que regresa con este clásico entre dos grandes del país en el cual habrá mucho en juego. Y después, será hora de estar atentos, entre otras cosas, a la lucha por la punta; a equipos que vale la pena ver, como el River de Gallardo, el Vélez de Heinze o el Argentinos de Dabove; a los “grandes” que tienen nuevo DT (Boca, Racing e Independiente); a la jerarquía que aportará la vuelta de Mascherano a nuestras canchas (con Estudiantes), o a la suerte de Maradona y su Gimnasia. Y para Córdoba, al protagonismo que buscará tener Talleres y a la buena propuesta de su entrenador Medina y de un grupo de jugadores (Herrera, Komar, Cubas, Bustos) de los más codiciados del mercado.
Y sí, pese a todo y a todos, nuestro fútbol resiste y se mantiene vivo.