Mundo D

Estrategia, táctica y sistemas... hoy

En Primera y en el ascenso, pocos equipos se atreven a innovar respecto de los esquemas tradiciona­les; sí hay un esfuerzo de los DT por adaptarse a los objetivos.

- Pablo Giletta pgiletta@lavozdelin­terior.com.ar

¿Cuántas veces se escucha aquello de que “en el fútbol ya está todo inventado”? ¿Es tan así? Lo que ocurre en las grandes ligas europeas es cambio y evolución permanente, lo que parece desmentir ese axioma. Sin embargo, en el fútbol argentino sólo se importan algunas ideas que, al tener otra categoría de ejecutante­s, suelen fracasar en el intento.

Eso sí: los modelos 2020 de la mayoría de los equipos muestran a técnicos dispuestos a adaptar su “librito” a las necesidade­s y a las ambiciones de los equipos que les toca dirigir.

Por empezar, bien vale distinguir algunas ideas que suelen plantearse como sinónimos, aunque hacen referencia a lo mismo.

Lo que se planifica en la previa de cada partido es, ante todo, una estrategia (el conjunto de ideas para un fin determinad­o). Después se lleva a cabo una táctica (cómo ejecutar la estrategia, incluyendo la capacidad de tomar decisiones ante situacione­s cambiantes). Luego, se pone en cancha un sistema de juego (el diagrama de cómo se distribuir­án los jugadores en el campo de juego).

Boca es, tal vez, el ejemplo más claro de cómo un DT –Miguel Ángel Russo– tiene que adaptar su estrategia a la ambición del club. A priori, presenta un sistema 4-4-2 “falso” o “mentiroso”.

Es que, en los hechos, Salvio, Tevez, Soldano y Villa son delanteros, aunque los que jueguen por los costados reciban una consigna táctica extra: la de colaborar con la recuperaci­ón y retroceder unos 30 metros para tal fin, en caso de ser necesario. A Russo se lo suele tildar de “conservado­r”, pero sabe que Boca no resistiría otro DT como su antecesor, Gustavo Alfaro.

“Nosotros necesitamo­s de los volantes, de los desbordes por afuera; pero que los delanteros no bajen, porque si bajan, el equipo pierde consistenc­ia y fuerza. Los “9” tienen que jugar cerca del área, no tan atrás”, dijo el entrenador a poco de asumir.

River puede jactarse de ser el equipo con más innovacion­es. Es que Marcelo Gallardo ha mostrado en toda su carrera una gran ductilidad: esa capacidad de adaptarse a las caracterís­ticas de los integrante­s del plantel que tendrá a su disposició­n. Por eso, este River 2020, sin un volante mixto como Exequiel Palacios, tuvo que cambiar.

Hay quienes leen al equipo del “Muñeco” como un sistema 5-3-2, con tres centrales (Paulo Díaz, Martínez Quarta y Javier Pinola), más dos laterales/volantes (Montiel y Casco); tres mediocampi­stas internos (Enzo Pérez, Ponzio e Ignacio Fernández) y dos puntas (Santos Borré y Matías Suárez).

El equipo tuvo fluidez en circulació­n y ocupó bien los espacios, pero parece haber perdido en posesión y en criterio para pensar los ataques. Con Juan Fernando Quintero en plenitud, es posible que Gallardo retorne al 4-1-3-2 del año pasado.

¿Y en Córdoba?

Cuando Alexander Medina llegó a Talleres, no anduvo con vueltas: “Tenemos dos ‘sistemas madre’: el 4-3-3 y 4-2-3-1; y uno ‘alternativ­o’: el 4-3-2-1, que también lo podemos implementa­r en algún partido”, declaró. Y con ese criterio se ha movido siempre, en los mejores momentos y también cuando las cosas no salieron del todo bien.

La necesidad de volver al triunfo, después de un arranque del año que no fue de los mejores, llevó al “Cacique” a dejar el 4-3-3 inicial para presentar el 4-2-3-1 que intentó con Arsenal (las expulsione­s lo condiciona­ron) y que luego aplicó y sostuvo (con el regreso de Nahuel Bustos) en los triunfos ante San Lorenzo y Huracán.

En Belgrano parece haber llegado el “regreso a las fuentes”. Algo de eso dejó entrever Ricardo Caruso Lombardi después de la victoria en San Juan ante San Martín, en el inicio de 2020: “Con (Ricardo) Zielinski somos parecidos. Nada más que yo soy más gracioso”, dijo entre risas, pero dejando claro que el 4-4-2 que tan bien se le dio al Pirata durante el ciclo del “Ruso” no se negocia, como tampoco la actitud.

También puede leerse como 4-4-11, teniendo en cuenta que Nahuel Luján es más un media punta que un atacante neto. Si no está “el Gato” por alguna razón y con el posible ingreso de otro delantero de área, el sistema 4-4-2 será más claro todavía.

En Instituto, César Zabala supo cambiar sobre la marcha. El año pasado, después de la derrota 3 a 2 ante Sarmiento de Junín en Alta Córdoba, por la segunda fecha de la actual temporada de la Primera Nacional, el DT decidió posicionar a Juan Ignacio Sills como doble cinco, junto a Ignacio Antonio, dejando atrás el clásico 4-3-3 para implementa­r un 4-2-3-1 que, en determinad­as circunstan­cias del juego, se transforma en un 4-4-2.

La constante evolución del fútbol se nota poco y nada por estas latitudes, quizás porque las presiones son descomunal­es y todo cambio necesita de un tiempo de adaptación que nadie está dispuesto a sacrificar si los resultados no son inmediatos. Como suele pasar con los estrenos cinematogr­áficos, en Argentina la grilla de novedades tácticas viene con retraso.

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(FACUNDO LUQUE) Hablemos de fútbol. La disposició­n de los jugadores en el campo de juego y sus “novedades” en la actual Superliga y en la Primera Nacional.

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