Estrategia, táctica y sistemas... hoy
En Primera y en el ascenso, pocos equipos se atreven a innovar respecto de los esquemas tradicionales; sí hay un esfuerzo de los DT por adaptarse a los objetivos.
¿Cuántas veces se escucha aquello de que “en el fútbol ya está todo inventado”? ¿Es tan así? Lo que ocurre en las grandes ligas europeas es cambio y evolución permanente, lo que parece desmentir ese axioma. Sin embargo, en el fútbol argentino sólo se importan algunas ideas que, al tener otra categoría de ejecutantes, suelen fracasar en el intento.
Eso sí: los modelos 2020 de la mayoría de los equipos muestran a técnicos dispuestos a adaptar su “librito” a las necesidades y a las ambiciones de los equipos que les toca dirigir.
Por empezar, bien vale distinguir algunas ideas que suelen plantearse como sinónimos, aunque hacen referencia a lo mismo.
Lo que se planifica en la previa de cada partido es, ante todo, una estrategia (el conjunto de ideas para un fin determinado). Después se lleva a cabo una táctica (cómo ejecutar la estrategia, incluyendo la capacidad de tomar decisiones ante situaciones cambiantes). Luego, se pone en cancha un sistema de juego (el diagrama de cómo se distribuirán los jugadores en el campo de juego).
Boca es, tal vez, el ejemplo más claro de cómo un DT –Miguel Ángel Russo– tiene que adaptar su estrategia a la ambición del club. A priori, presenta un sistema 4-4-2 “falso” o “mentiroso”.
Es que, en los hechos, Salvio, Tevez, Soldano y Villa son delanteros, aunque los que jueguen por los costados reciban una consigna táctica extra: la de colaborar con la recuperación y retroceder unos 30 metros para tal fin, en caso de ser necesario. A Russo se lo suele tildar de “conservador”, pero sabe que Boca no resistiría otro DT como su antecesor, Gustavo Alfaro.
“Nosotros necesitamos de los volantes, de los desbordes por afuera; pero que los delanteros no bajen, porque si bajan, el equipo pierde consistencia y fuerza. Los “9” tienen que jugar cerca del área, no tan atrás”, dijo el entrenador a poco de asumir.
River puede jactarse de ser el equipo con más innovaciones. Es que Marcelo Gallardo ha mostrado en toda su carrera una gran ductilidad: esa capacidad de adaptarse a las características de los integrantes del plantel que tendrá a su disposición. Por eso, este River 2020, sin un volante mixto como Exequiel Palacios, tuvo que cambiar.
Hay quienes leen al equipo del “Muñeco” como un sistema 5-3-2, con tres centrales (Paulo Díaz, Martínez Quarta y Javier Pinola), más dos laterales/volantes (Montiel y Casco); tres mediocampistas internos (Enzo Pérez, Ponzio e Ignacio Fernández) y dos puntas (Santos Borré y Matías Suárez).
El equipo tuvo fluidez en circulación y ocupó bien los espacios, pero parece haber perdido en posesión y en criterio para pensar los ataques. Con Juan Fernando Quintero en plenitud, es posible que Gallardo retorne al 4-1-3-2 del año pasado.
¿Y en Córdoba?
Cuando Alexander Medina llegó a Talleres, no anduvo con vueltas: “Tenemos dos ‘sistemas madre’: el 4-3-3 y 4-2-3-1; y uno ‘alternativo’: el 4-3-2-1, que también lo podemos implementar en algún partido”, declaró. Y con ese criterio se ha movido siempre, en los mejores momentos y también cuando las cosas no salieron del todo bien.
La necesidad de volver al triunfo, después de un arranque del año que no fue de los mejores, llevó al “Cacique” a dejar el 4-3-3 inicial para presentar el 4-2-3-1 que intentó con Arsenal (las expulsiones lo condicionaron) y que luego aplicó y sostuvo (con el regreso de Nahuel Bustos) en los triunfos ante San Lorenzo y Huracán.
En Belgrano parece haber llegado el “regreso a las fuentes”. Algo de eso dejó entrever Ricardo Caruso Lombardi después de la victoria en San Juan ante San Martín, en el inicio de 2020: “Con (Ricardo) Zielinski somos parecidos. Nada más que yo soy más gracioso”, dijo entre risas, pero dejando claro que el 4-4-2 que tan bien se le dio al Pirata durante el ciclo del “Ruso” no se negocia, como tampoco la actitud.
También puede leerse como 4-4-11, teniendo en cuenta que Nahuel Luján es más un media punta que un atacante neto. Si no está “el Gato” por alguna razón y con el posible ingreso de otro delantero de área, el sistema 4-4-2 será más claro todavía.
En Instituto, César Zabala supo cambiar sobre la marcha. El año pasado, después de la derrota 3 a 2 ante Sarmiento de Junín en Alta Córdoba, por la segunda fecha de la actual temporada de la Primera Nacional, el DT decidió posicionar a Juan Ignacio Sills como doble cinco, junto a Ignacio Antonio, dejando atrás el clásico 4-3-3 para implementar un 4-2-3-1 que, en determinadas circunstancias del juego, se transforma en un 4-4-2.
La constante evolución del fútbol se nota poco y nada por estas latitudes, quizás porque las presiones son descomunales y todo cambio necesita de un tiempo de adaptación que nadie está dispuesto a sacrificar si los resultados no son inmediatos. Como suele pasar con los estrenos cinematográficos, en Argentina la grilla de novedades tácticas viene con retraso.