El equipo “jugó”
Sobre todo en el primer tiempo, se vieron los mejores pasajes, los que justificaron el triunfo de local.
El goleador toma todo. En Belgrano. Pablo Vegetti no pregunta; él, define y perdona poco y nada. Entorno a esa certeza, el equipo de Ricardo Caruso Lombardi abrió un partido que se había pensado como trabado y sufrido.
Hasta que el goleador celeste fue visto y habilitado como corresponde pasaron unos pocos minutos. El pibe Ulises Sánchez le colocó la pelota en la cabeza “al 9”, como si lo conociera desde los 10 años. Vegetti la colocó fue del alcanza del larguísimo Julio Salva.
Fue la primera en serio y, al menos por un rato, Belgrano le mintió a la tabla, a sus limitaciones y todo eso que lo llevó cerquita de la zona de descenso. Fue un punto de partida para vestirse con la ropa que había guardado desde el inicio del torneo. Sabía que en algún momento iba a sufrir, pero había que disfrutar y aprovechar ese momento. El problema sería cómo administrar la ventaja. Ojalá lo hubiera tenido más seguido.
El 1-0 templó el ánimo de todos y golpeó duro a un rival que quedó hecho un “Gallito”. En la semana había trabajado horas extras en la semana para evitar lo inevitable: parar a Vegetti.
Con el 1-0, apareció en escena Hernán Bernardello, el cerebro del equipo celeste. Se trata de la otra certeza que tiene el DT. Fue la prioridad a la hora de iniciar el juego de Belgrano y de encabezar la recuperación cuando el equipo la perdía. Era el que iba a indicar si la jugada necesita el cambio de ritmo de Luján o la pausa que le podía dar Vegetti cuando recibía de espaldas a la espera de la subida de Leonardo Sequeira o del pibe Sánchez.
Bernardello llevaba el juego lejos de César Rigamonti y del fondo. Por razones que ya son de público conocimiento. Se pareció a un equipo, por varios pasajes del juego. Al menos demostró una idea de juego y hasta la gente pudo festejar algo más que el factor “h” que se le exige en esta era de vacas flacas.
Belgrano dispuso de varias chances para ganar el juego sin apuros. Luján fue el conductor de la mayoría de ellas. Cuando estuvo inspirado, Belgrano pudo golear y si no lo hizo fue su propia falta de puntería o de Vegetti, de Sequeira, de Sánchez y por las voladas de Julio Salva, el arquero que mantuvo el juego con una ventaja mínima.
Cuando Luján jugó para sí mismo, Belgrano lo sufrió. Hasta pudo verse un innecesario insulto al DT cuando dispuso su salida, a la vista de todos. Ese gesto, las dudas del fondo, algún error de Rigamonti y el ingreso de Nicolás Ramírez impulsaron a Morón al área celeste. Sin embargo, el 1-0 se hizo definitivo, Belgrano ya no se equivocó y logró su segundo triunfo consecutivo.
Fue muy bueno, pero lo mejor fue que, de a ratos, logró jugar. Es más que suficiente.