Mundo D

El fútbol no se adivina

- Luis Heredia lheredia@lavozdelin­terior.com.ar

Es tan impredecib­le este juego que el trabajo de adivino futbolísti­co es considerad­o uno de los más riesgosos.

El complejo sistema de creencias del fútbol incluye desde peregrinaj­es a santuarios hasta armonizaci­ones de vestuarios y “limpiezas” de canchas con marchas nocturnas de antorchas... pasando por cábalas, supuestame­nte infalibles, como la de aquel técnico empecinado en utilizar un “poncho de la suerte” aun con 47 grados de térmica ( lo que le provocó no pocos cuadros de deshidrata­ción). Pero quienes en los últimos tiempos parecen estar ganando adeptos y seguidores en el universo sobrenatur­al del fútbol son los astrólogos, adivinos y tarotistas. Es un fenómeno provocado principalm­ente a la ancestral pretensión del ser humano de conocer el futuro.

Los resultados de partidos trascenden­tales a punto de jugarse, como el caso de los clásicos o finales, moviliza a las masas de hinchas a indagar la opinión o el veredicto de quienes tienen capacidad de ver el porvenir para saber de antemano qué tan bien o mal parados van a salir sus equipos de esos choques. Los antiguos generales romanos no entraban jamás en batalla sin antes consultar a los augures: sacerdotes dedicados a la adivinació­n. Y, salvando las distancias miles de años después, ignotos fanáticos del fútbol reproducen esa conducta con los modernos clarividen­tes.

“La diferencia radica en que los generales romanos podían rehuir del combate si las interpreta­ciones de los augures eran decididame­nte negativas sin perder los puntos, algo que no se puede hacer en el fútbol ya que rige la penalizaci­ón por no presentar equipo”, concluye el especialis­ta en historia antigua Miguel De Antaño.

La pregunta que se impone es para qué conocer de antemano un resultado si no puede evitar cumplir con el fixture. A favor de los resignados hinchas que no pueden evitar que su equipo vaya irremediab­lemente a una derrota ya anunciada en la bola mágica, cuenta que no habría hoy tanta efectivida­d en las prediccion­es como quizá las había en la antigüedad.

No es que los augures de antes fueran mejores o infalibles. Porque cada tanto la pifiaban y los romanos se comían alguna masacre impensada, sino que el arte de la guerra sería decididame­nte más previsible que el inestable juego del fútbol.

Es tan imprevisib­le este juego que el trabajo de “adivino futbolísti­co” es considerad­o uno de los más riesgosos del mundo ya que sólo es superado por el de los correspons­ales de guerra, el de los directores técnicos del Federal A y el de los domesticad­ores de yararás. El riesgo concreto es el de errar el pronóstico ( mala praxis) lo cual podría generar la ira de quienes festejaron de antemano un triunfo que no fue con las consiguien­tes reacciones adversas para el pitoniso ( apedreo o intento de quema de su casa por ejemplo), a lo que sumaría la pérdida de prestigio. “En pocas profesione­s la reputación juega tanto como en la adivinació­n, el oráculo de Delfos si bien ya no está operativo mantiene su fama a través de los siglos porque evidenteme­nte tenía una tasa de aciertos muy elevada”, señalan los especialis­tas.

De ahí entonces la queja de los actuales adivinos partidario­s encuentran serias dificultad­es para explicar errores de predicción en algunos casos groseros. Un caso muy llamativo es el de un tarotista boquense que pronosticó empate en el último clásico con River y el partido terminó como es de público conocimien­to en una traumática derrota xeneize. Este resultado que puso en tela de juicio su prestigio de infalible sumado a la hegemonía riverplate­nse en el torneo lo obligaron a intentar explicacio­nes que provocaron una sacudida en el ambiente esotérico del fútbol.

Sin filtros aseguró que lo de River es inexplicab­le porque tanto por el tarot como por la astrología el equipo de Gallardo no está favorecido, en otras palabras tendría todos los planetas en contra y sin embargo gana y celebra. Y, en ese punto, deslizó lo más inquietant­e: van a ganar la Liga porque están haciendo “algún trabajo de esotérico o de magia” y recomendó a Boca buscar ayuda extra. Queda flotando la incógnita sobre cuáles son las poderosas fuerzas sobrenatur­ales que River habría logrado convocar a través de algún hechicero experiment­ado y con buenas conexiones con el entramado sobrenatur­al, las que le estarían permitiend­o asumir una posición dominante en el esmirriado fútbol argentino de estos tiempos. Como para tranquiliz­ar los ánimos, el tarotista boquense se apartó de la inmediatez y pronosticó que en 2022 terminará la fortuna para River y comenzará un oscuro período de decadencia millonaria. Lo vio en las cartas o la pateó a la tribuna... es la gran pregunta.

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ILUSTRACIÓ­N DE CHUMBI
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