Mundo D

Un partido que podría ser partidazo

- Enrique Vivanco evivanco@ lavozdelin­terior. com. ar

Nada mejor que tener un arquero que en otras épocas podía atajar penales sentado en una silla y a un primer zaguero central que parece hipnotizar a la pelota para atraerla y darle el destino que sólo él quiere. Casos serios son l os de Emiliano Martínez y de Cristian Romero, hasta hace pocos meses casi dos perfectos desconocid­os para el futbolero argentino, bastiones en el triunfo frente a Uruguay en Montevideo, aciertos indiscutib­les de los reclutador­es de Lionel Scaloni, perspicace­s al verles más valores de l os que tenían quienes con bastante irregulari­dad ocupaban sus puestos.

No es poco tener esas referencia­s como compañeros. Con ellos, Argentina ha ganado en confianza y en eficiencia, en personalid­ad y en seguridad, en determinac­ión y en números, positivos por donde se los mire, a tal punto de ser fundamenta­l es para darle continuida­d a una racha invicta de 26 partidos, lo que la coloca, además, en el umbral del mundial de Qatar a jugarse a estas alturas del año próximo.

Sucede que el arquero mete l a mano y no se le quema al atajar un disparo a quemarropa, ni a Romero se l e notan l os chichones en una cabeza que rechaza todo l o que anda por el aire, y que agrega suficienci­a y técnica para salir jugando desde el fondo cuando es necesario.

Con sus aportes determinan­tes, Argentina venció con alguna dificultad a un Uruguay desesperad­o, y recibirá el martes a Brasil, ya clasificad­o y con ganas de revancha y de ratificar aún más su liderazgo en el estadio Bicentenar­io de San Juan.

Ese será un partido que segurament­e tendrá otras caracterís­ticas. A Argentina no le bastará con jugar la pelota transversa­lmente como en casi todo el encuentro frente a l os uruguayos, en un intento de frenar el ímpetu de su rival y de imponer un j uego que con el tiempo casi pagó caro algunas malas cesiones en espacios claves del campo de juego, al tiempo de transforma­rse en poco ambicioso, casi conformist­a.

Brasil, en cambio, libre de lastres, querrá ganar, buscará redimirse de l a fi nal falli da en su propia casa y pondrá a Neymar a la cabeza de un grupo que tratará de sacarse la única espina clavada en mucho tiempo. No claudicará el scracht en el intento de apuntarle al mentón al único que pudo mojarle la oreja y festejarle un tí tulo en sus narices. Ante esta posibilida­d, sería bueno ver a una Argentina distinta, más desinhibid­a, más frontal, al sólo efecto de intentar mostrar todo su potencial frente a un selecciona­do de primer orden mundial, cuya vara exige más que una buena actuación para acceder al tri unfo. En San Juan Lionel Messi será titular. El rosarino debe l i diar con su lesión, con sus lógicos y previsible­s achaques y con el ya no tan solapado malhumor del París Saint Germain, que observa a la distancia como su principal apuesta para ganar por primera vez la Champions League se desgasta en trámites alejados de su principal objetivo.

Sería bueno ver a Messi y a Neymar a pleno. Sería bueno ver a Argentina y a Brasil j ugando para ganar, sin tantos roces ni conflictos, interesado­s sólo en brindar un gran espectácul­o. Ambas formacione­s son l as mejores expresione­s de Sudamérica. Por eso sería bueno, ya sin la obligación de pensar en otros resultados, que puedan mostrar lo mejor de su caudaloso e inagotable talento.

Casos serios el arquero Martínez y el defensor “Cuti” Romero, hasta hace poco dos “desconocid­os” para muchos.

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EL DUEÑO DEL ARCO. “El Dibu” Martínez viene con actuacione­s superlativ­as. AP
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