“Crowdfunding” modelo argentino
El financiamiento colectivo de emprendedores está en auge para validar y vender productos. Se acaba de promulgar la ley para incentivar la inversión.
Muchos granitos de arena juntos pueden hacer una montaña. Con esta lógica, la flamante ley del emprendedor sienta las bases para impulsar en la Argentina el sistema de financiamiento colectivo, conocido como crowdfunding.
La norma sancionada a fines de marzo y promulgada días atrás tiene una mirada bastante ambiciosa y, según los participantes del sector, servirá más para el mediano y largo plazo. Hay varios puntos que llevarán un tiempo implementar en la práctica y otros que necesitan hacer camino en el cambio cultural.
Por ejemplo, la empresa en 24 horas (la nueva Sociedad por Acciones Simplificada) requiere acuerdos con las provincias y desarrollos tecnológicos que aún no están.
En el caso del crowdfunding, la modalidad que implementa la ley (pequeños aportes de inversores a cambio de acciones o participación) no se utiliza en la Argentina, no está normatizada en otros países latinoamericanos (aunque sí se usa en Chile o en Brasil) y recién hace un año se abrió a cualquier inversor en Estados Unidos.
De qué se trata
Las plataformas de financiamiento colectivo más conocidas del mundo utilizan, bá- sicamente, el sistema de preventa. Kickstarter es un régimen cerrado (si no se cumple el objetivo en un período determinado, se devuelve el dinero) e Indiegogo es abierto (el emprendedor recibe el monto que se logró recaudar).
Es la modalidad que también usan las plataformas locales, como Ideame o Panal de Ideas. “Es un sistema de recompensas y permite juntar dinero para desarrollar un prototipo o preparar un evento, o bien, cuando ya está el producto, realizar una preventa”, explica Sebastián Di Lullo, CEO de Ideame. Estas plataformas cambiaron la forma de vender en el mundo. En lugar de producir un stock y venderlo, se financia la producción con la preventa y después se entrega.
Gran parte de los proyectos que se presentan tienen que ver con lo artístico (un nuevo disco, un libro, una obra de teatro, la presentación de una banda) o con temas ligados a lo social, que es la base de la plataforma Panal de Ideas.
Sin embargo, se van incorporando cada vez más startups, emprendimientos que desarrollan productos innovadores, nuevos servicios y tecnologías. Ideame, por ejemplo, está trabajando con el proyecto Procer, un dispositivo de lectura para ciegos nacido en Córdoba que ganó el concurso Naves.
O Vitaló, iniciativa local de diseñadores industriales que apuntaron a un aparato para trasladar órganos con refrigeración autónoma. El también cordobés Gi Fly Bike, la bicicleta eléctrica inteligente, es otro caso que utilizó la herramienta (ver aparte).
Las campañas de financiamiento colectivo permiten validar las ideas y, además, el emprendedor gana difusión y genera comunidad entre los usuarios y consumidores interesados.
“El sistema ofrece a la gente la posibilidad de involucrarse y de ayudar a los emprendedores que quieren convertir una idea en realidad”, apunta Lucas Toledo, de Gi Fly Bike. En algunos casos, las “recompensas” son simbólicas, por lo que el aporte funciona como una donación con cargo. De hecho, esta es la figura legal que utiliza Ideame en Argentina.
Similitudes y diferencias
La modalidad que propone la nueva ley de emprendedores es di- ferente. En este caso no se trata de vender un prototipo o un producto o servicio, sino de conseguir inversiones de riesgo para escalar el nuevo negocio.
“Aquí lo más importante no es el producto en sí mismo, sino el plan de negocios y el equipo emprendedor, porque es una inversión de alto riesgo, aunque de pequeña escala”, dice Di Lullo.
Agrega que Ideame está esperando la reglamentación del régimen para evaluar si ingresa en el sistema que funcionará en el ámbito del mercado de capitales.
Lo que busca la norma es que muchos inversores, quienes tendrán beneficios fiscales, aporten una pequeña cantidad de dinero a cambio de acciones, opción de compra de acciones o participación en un fideicomiso.
La intención es que todo tenga una gran agilidad, se realice a través de una plataforma digital y que el inversor pueda también negociar sus acciones por internet.
“La herramienta tendrá un marco de legalidad al estar en control de la Comisión Nacional de Valores”, dice José Antonio Rosa, abogado de Consultora para Emprendedores, quien remarca que la reglamentación es muy importante para evaluar. Luis Monferrán, asesor del fondo Alaya y de emprendedores, destaca que la CNV deberá fijar los límites que señala la ley, pero remarca que “el atractivo es que la herramienta permitirá tomar fondos del público para un emprendimiento en un esquema menos regulado y más simple que en una acción de empresas o en obligaciones negociables. Cualquiera que tenga un pequeño excedente va a poder invertir en un proyecto”, recalca.