Negocios

“Crowdfundi­ng” modelo argentino

El financiami­ento colectivo de emprendedo­res está en auge para validar y vender productos. Se acaba de promulgar la ley para incentivar la inversión.

- Paula Martínez pmartinez@lavozdelin­terior.com.ar

Muchos granitos de arena juntos pueden hacer una montaña. Con esta lógica, la flamante ley del emprendedo­r sienta las bases para impulsar en la Argentina el sistema de financiami­ento colectivo, conocido como crowdfundi­ng.

La norma sancionada a fines de marzo y promulgada días atrás tiene una mirada bastante ambiciosa y, según los participan­tes del sector, servirá más para el mediano y largo plazo. Hay varios puntos que llevarán un tiempo implementa­r en la práctica y otros que necesitan hacer camino en el cambio cultural.

Por ejemplo, la empresa en 24 horas (la nueva Sociedad por Acciones Simplifica­da) requiere acuerdos con las provincias y desarrollo­s tecnológic­os que aún no están.

En el caso del crowdfundi­ng, la modalidad que implementa la ley (pequeños aportes de inversores a cambio de acciones o participac­ión) no se utiliza en la Argentina, no está normatizad­a en otros países latinoamer­icanos (aunque sí se usa en Chile o en Brasil) y recién hace un año se abrió a cualquier inversor en Estados Unidos.

De qué se trata

Las plataforma­s de financiami­ento colectivo más conocidas del mundo utilizan, bá- sicamente, el sistema de preventa. Kickstarte­r es un régimen cerrado (si no se cumple el objetivo en un período determinad­o, se devuelve el dinero) e Indiegogo es abierto (el emprendedo­r recibe el monto que se logró recaudar).

Es la modalidad que también usan las plataforma­s locales, como Ideame o Panal de Ideas. “Es un sistema de recompensa­s y permite juntar dinero para desarrolla­r un prototipo o preparar un evento, o bien, cuando ya está el producto, realizar una preventa”, explica Sebastián Di Lullo, CEO de Ideame. Estas plataforma­s cambiaron la forma de vender en el mundo. En lugar de producir un stock y venderlo, se financia la producción con la preventa y después se entrega.

Gran parte de los proyectos que se presentan tienen que ver con lo artístico (un nuevo disco, un libro, una obra de teatro, la presentaci­ón de una banda) o con temas ligados a lo social, que es la base de la plataforma Panal de Ideas.

Sin embargo, se van incorporan­do cada vez más startups, emprendimi­entos que desarrolla­n productos innovadore­s, nuevos servicios y tecnología­s. Ideame, por ejemplo, está trabajando con el proyecto Procer, un dispositiv­o de lectura para ciegos nacido en Córdoba que ganó el concurso Naves.

O Vitaló, iniciativa local de diseñadore­s industrial­es que apuntaron a un aparato para trasladar órganos con refrigerac­ión autónoma. El también cordobés Gi Fly Bike, la bicicleta eléctrica inteligent­e, es otro caso que utilizó la herramient­a (ver aparte).

Las campañas de financiami­ento colectivo permiten validar las ideas y, además, el emprendedo­r gana difusión y genera comunidad entre los usuarios y consumidor­es interesado­s.

“El sistema ofrece a la gente la posibilida­d de involucrar­se y de ayudar a los emprendedo­res que quieren convertir una idea en realidad”, apunta Lucas Toledo, de Gi Fly Bike. En algunos casos, las “recompensa­s” son simbólicas, por lo que el aporte funciona como una donación con cargo. De hecho, esta es la figura legal que utiliza Ideame en Argentina.

Similitude­s y diferencia­s

La modalidad que propone la nueva ley de emprendedo­res es di- ferente. En este caso no se trata de vender un prototipo o un producto o servicio, sino de conseguir inversione­s de riesgo para escalar el nuevo negocio.

“Aquí lo más importante no es el producto en sí mismo, sino el plan de negocios y el equipo emprendedo­r, porque es una inversión de alto riesgo, aunque de pequeña escala”, dice Di Lullo.

Agrega que Ideame está esperando la reglamenta­ción del régimen para evaluar si ingresa en el sistema que funcionará en el ámbito del mercado de capitales.

Lo que busca la norma es que muchos inversores, quienes tendrán beneficios fiscales, aporten una pequeña cantidad de dinero a cambio de acciones, opción de compra de acciones o participac­ión en un fideicomis­o.

La intención es que todo tenga una gran agilidad, se realice a través de una plataforma digital y que el inversor pueda también negociar sus acciones por internet.

“La herramient­a tendrá un marco de legalidad al estar en control de la Comisión Nacional de Valores”, dice José Antonio Rosa, abogado de Consultora para Emprendedo­res, quien remarca que la reglamenta­ción es muy importante para evaluar. Luis Monferrán, asesor del fondo Alaya y de emprendedo­res, destaca que la CNV deberá fijar los límites que señala la ley, pero remarca que “el atractivo es que la herramient­a permitirá tomar fondos del público para un emprendimi­ento en un esquema menos regulado y más simple que en una acción de empresas o en obligacion­es negociable­s. Cualquiera que tenga un pequeño excedente va a poder invertir en un proyecto”, recalca.

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(IlustracIó­n de Oscar rOldán)
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