El negocio de organizar la vida con humor
“¿Se van a poner a hacer agendas de papel cuando la gente usa cada vez más las pantallas?”, era la pregunta reiterada que podría haber convencido a Eliana Lapid y Florencia Juaneda de abandonar su proyecto antes de iniciarlo.
Pero no, allá por 2013 las flamantes arquitectas egresadas de la Universidad Nacional de Córdoba –amigas desde el primer día– estaban seguras de que su idea “la iba a romper”.
Acababan de regresar de un viaje cruza de turismo e introspección por Asia. Acto seguido pasaron por la feria Puro-Diseño (en Capital Federal) en busca de inspiración y luego de muchas charlas tenían la ocurrencia clara: hacer agendas pensadas para arquitectos, que les permitan resolver muchas de sus necesidades habituales (planificar, apuntar, hacer croquis, tener calendario), que fueran muy lindas y que sumaran algo atípico hasta entonces: sorpresas y humor.
Sí, funciona
“Creíamos profundamente en el producto, pero no sabíamos nada, todo lo hacíamos intuitivamente”, cuenta Eliana.
“Íbamos explorando, descubriendo información, preguntando a quién pudiera saber lo que necesitábamos. Descubrimos que por volumen teníamos que imprimir dos mil ejemplares, entonces decidimos sumar otro modelo. Así nació nuestra agenda Shan- tilove, enriquecida con toda clase de información asociada a la introspección y el bienestar, que luego se convirtió en un producto clave”, agrega Florencia.
Valija en mano, las amigas que se estaban convirtiendo en socias distribuyeron en consignación por librerías y tiendas de diseño ese primer lote.
“Recuerdo que fuimos al Emporio del Libro y casi de buena onda nos recibieron cuatro, y las miraban como diciendo: ¿qué es esto? A los tres días nos llamaron sorprendidos para pedirnos 100, porque las habían vendido rapidísimo”, recuerdan.
Con la confirmación de que tenían un negocio entre manos, se zambulleron sin miedo a convertir su proyecto en la pequeña empresa que desde hace dos años las emplea a tiempo completo, que sumó gente, que fue saltando en tiradas anuales de siete mil, nueve mil, 18 mil y 26 mil productos; y que logró estar hoy en 200 tiendas desde Ushuaia a Orán (Salta), literalmente.
“Nuestro producto fue innovador y captó una necesidad. Por el humor, por su calidad y su originalidad, la gente establece una relación afectiva con la marca. Hoy aplicamos esa identidad en papelería, pero las posibilidades son infinitas”, aseguran.