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Villa General Belgrano está en el selecto grupo de destinos turísticos que quebraron la estacionalidad. ¿Cómo lo hizo?
El negocio turístico creció mucho en Córdoba en las dos últimas décadas. Para muestra, un botón: pasó de 77 mil camas en 2000 a unas 150 mil en la actualidad. Y casi 10 por ciento del empleo formal local depende del turismo.
Pero, desde siempre, Córdoba sufre y pelea contra la estacionalidad. La máquina serrana se mueve bien en verano y cuesta sostenerla después, aunque no a todos los destinos les va igual.
Hay uno que despierta entre curiosidad y envidia. Ubicada a casi 90 kilómetros al sudoeste de la Capital, en pleno valle de Calamuchita, algo tiene Villa General Belgrano que la hace diferente.
En un fin de semana “normal” de temporada baja, la mayoría de los 120 pueblos serranos que viven del turismo están casi vacíos. Pero en Villa General Belgrano el centro luce activo, con todos los negocios abiertos y un promedio de ocupación que, en el peor de los casos, no baja del 50 por ciento.
Su secreto no es sólo haber quebrado la estacionalidad. También ha logrado posicionarse como destino de visitantes de mayor poder de gasto.
El que llega por vez primera se pregunta cómo hicieron, en una localidad que, a diferencia de tan- tas otras, no tiene río ni lago para ofrecer como atractivos. El secreto parece estar en haber convertido el lugar en una marca, con un perfil propio y distintivo, identificado con “lo centroeuropeo”, en un enlace en el que también entra La Cumbrecita.
Cómo explicarlo
¿Cuál es el secreto? “Lo principal es haber definido y sostenido un perfil, una identidad como destino”, afirma Sergio Favot, quien desanda su tercer período no consecutivo como intendente.
A ese perfil lo hunde en la historia. Cuenta que en los años ’30 fracasó el proyecto de chacras de los pioneros y, cuando era una aldea incipiente, un inspector de una escuela de Buenos Aires se propuso traer delegaciones de alumnos a modo de colonia de vacaciones, que paraban en un rancho precario. A la primera posada le siguieron otras y ese fue el germen.
Favot marca como segundo hito que en los años ’70 nacieron las ordenanzas de edificación: todas las casas con techo a dos aguas, la cartelería sólo de madera, los lotes no podían ser pequeños. Diseño y arquitectura, entonces, aparecieron para reforzar el capital turístico.
“La otra virtud fue que se sostuvo ese hilo conductor con el tiempo, más allá de gobiernos y de generaciones. Eso fue creando un pueblo con cierta armonía en su imagen, en sus construcciones y también en su gastronomía, ligada a lo centroeuropeo”, apunta Favot, quien además remarca que “aquí se pensó en romper la estacionalidad antes que en otros pueblos”. Capital simbólico
“También nosotros nos hacemos esa pregunta”, responde Oscar Santarelli cuando se lo consulta sobre el fenómeno. Santarelli lleva 24 años como empresario en la zona (fue de los primeros en incursionar con cabañas, que evolucionaron hacia un complejo integral).
Fue presidente de la Agencia Córdoba Turismo durante el primer gobierno delasotista y hoy encabeza la Asociación Hotelera y Gastronómica de Calamuchita.
“Mi respuesta es que ese éxito tiene que ver con el origen, con los pioneros que le dieron al pueblo un perfil que lo diferencia. Hay más de 100 localidades turísticas serranas y todas se parecen. Pero esta tuvo por razones culturales una impronta que la hizo distinta”, opina Santarelli.
Pero también cree que ese perfil se logró “más por usos y costumbres” que por una planificación estratégica, aunque reconoce que “fue una habilidad” sostener ese capital. También destaca el aporte de las normas de edificación y urbanismo y, en particular, de la gastronomía. “Hoy representa el 50 por ciento del éxito de un destino”, pondera.
En cuanto a tarifas, Favot cree que la relación “calidad-precios es competitiva”, mientras que Santarelli admite que son más altas que en otras localidades, pero destaca la apuesta por la categorización. “La villa es lo que es, también, por la inversión privada, más alta que en muchos otros destinos y que ha generado servicios de mayor categoría. La inversión pública, en cambio, va bien por atrás”, añade.