Negocios

¿Avalancha o el regreso a la normalidad? La visión de Dante Sica.

- Dante Sica*

Pocos meses después de que el gobierno eliminó el cepo, comenzaron a sonar voces de distintos sectores que alertaban sobre el crecimient­o de las importacio­nes y el riesgo que eso podría ocasionar en la producción nacional.

Ya bien entrados en 2017, las advertenci­as se repiten como malos presagios para la industria. Pero una mirada rápida a los datos de comercio exterior sirve para desechar las posiciones exageradas que apuntan a una invasión o a un proceso de apertura similar al de los años ‘90.

Es verdad que desde la llegada del nuevo gobierno, las cantidades importadas muestran una dinámica inusualmen­te positiva que contradice todos los manuales de economía y hasta los últimos 30 años de historia económica argentina: en 2016, y de manera excepciona­l, las importacio­nes aumentaron en cantidades en un contexto de recesión (con fuerte depreciaci­ón del peso).

Las razones para este comportami­ento son varias, pero son inseparabl­es del esquema implementa­do entre 2012 y 2015 que inhibió en forma artificial a las importacio­nes.

Tras un récord histórico de 74,4 mil millones de dólares en 2013, el valor de las importacio­nes cayó en forma continua hasta llegar en 2016 a 55,6 mil millones, el menor nivel desde la crisis financiera de 2009. Esa reducción coincidió con un fuerte externo que afec- tó al país, con caída en los precios de commoditie­s a partir de 2013 y desacelera­ción del crecimient­o con posterior recesión en Brasil desde 2014.

Ambos fenómenos afectaron la demanda externa del país y forzaron un recorte en las importacio­nes. Ante la inflexibil­idad del tipo de cambio durante el gobierno anterior, el ajuste se hizo con estrictos controles cambiarios, restriccio­nes no arancelari­as (la Declaració­n Jurada Anticipada de Importació­n-DJAI) e impuestos sobre vehículos importados.

La caída en los precios de los bienes importados, en especial combustibl­es, facilitó el ajuste en los valores entre 2014 y 2016. De hecho, mientras las cantidades importadas bajaron alrededor de seis por ciento en esos años, los precios cayeron casi 21 por ciento.

De esta manera, el ajuste ante el shock externo se tradujo en una disminució­n del ratio de importacio­nes sobre el producto interno bruto (PIB) en dólares, que pasó de 14,1 por ciento en 2011 a 9,5 por ciento en 2015, para luego aumentar levemente a 10,4 por ciento el año pasado.

En 2016, el aumento del porcentaje de importacio­nes sobre el PIB permaneció bien por debajo del promedio desde 2003 (12,8 por ciento) y de la media latinoamer­icana (casi 20 por ciento). En 2015, Argentina fue la tercera economía del mundo con menor incidencia de las importacio­nes en el PIB, detrás de Nigeria y Sudán.

Con este contexto, un aumento de menos de un punto porcentual de las importacio­nes sobre el PIB no parece ser una “invasión de importacio­nes”.

Tampoco es consistent­e una comparació­n con los años ‘90, período durante el cual las importacio­nes crecieron en valores a un promedio anual de 27,5 por ciento y de 30 por ciento anual en cantidades.

Sin embargo, es cierto que los datos esconden realidades complejas, como el caso de las industrias de textiles y de calzado, en las que se conjugó una retracción del mercado doméstico con un aumento significat­ivo de las importacio­nes, pero resulta inverosími­l la idea de una ola importador­a.

En lo que va de este año, las importacio­nes se mantuviero­n constantes en cantidades y subieron tan sólo 3,3 por ciento en valor. Un crecimient­o más que moderado que refuta cualquier alerta.

Factores

Fin del cepo. El efecto de la eliminació­n cepo y las DJAI liberó importacio­nes retenidas y generó un salto en la compra de bienes de capital y de consumo que habían estado contenidas. De esta manera, esas compras externas tuvieron las mayores subas desde 2011, pese a la caída de la inversión (-5,5 por ciento) y del consumo privado (-1,4 por ciento).

Automotriz. Esta industria fue el principal factor de aumento de importacio­nes en 2016, tanto en valor como en cantidad. La demanda retenida jugó un rol importante, asociada a la reducción del llamado “impuesto de alta gama” en enero de 2016.

Pero en el boom de compras de automóvile­s al exterior (que continúa) influyó sobre todo la crisis en Brasil, que llevó a una descarga en el mercado local de la producción excedente del país vecino a precios de oferta. Esto explica por qué, por primera vez desde la creación del Mercosur, la importació­n de autos de Argentina creció en una recesión.

Ambos factores alteraron la dinámica importador­a normal de un año recesivo, con comprensib­les alertas en sectores que están golpeados por caída de ventas y que, además, arrastran problemas de competitiv­idad.

En síntesis, más allá de las particular­idades de 2016, Argentina debe aprender a convivir con niveles de importació­n bastante más altos que en los últimos años, en especial si se espera crecer a un ritmo sostenido de tres o 3,5 por ciento en los próximos cuatro a cinco años. Y aunque la dinámica reciente no refleja un proceso abrupto de liberaliza­ción, sí es coincident­e con una política de apertura gradual de la economía que promueve el Gobierno.

* Director de Abeceb, exsecretar­io de Industria, Comercio y Minería de la Nación

 ??  ??
 ?? (ILUSTRACIÓ­N DE ERIC ZAMPIERI) ??
(ILUSTRACIÓ­N DE ERIC ZAMPIERI)
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina