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Silvia Torres Carbonell, por la vía de proyectos de alto impacto.

Silvia Torres Carbonell, directora del IAE y referente local del Global Entreprene­urship Monitor, opina sobre las políticas públicas para el sector.

- Paula Martínez pmartinez@lavozdelin­terior.com.ar

En Argentina, cada vez más se escucha sobre el emprendedo­rismo; y ahora, el Estado nacional tomó la posta con la ley de apoyo al sector. Silvia Torres Carbonell, referente desde hace dos décadas del Entreprene­urship Center del IAE Business School, advierte de que las políticas públicas deberían apuntar a la creación de empresas de alto impacto, no de microempre­ndimientos de subsistenc­ia.

“Que un presidente, con convencimi­ento, manifieste que cree en el poder y en la importanci­a de los emprendedo­res y de las Pyme innovadora­s como motor del crecimient­o es fundamenta­l. Pero la política pública tiene que ser muy cuidadosa”, define.

Torres Carbonell dirige en el país el Global Entreprene­urship Monitor (GEM), un estudio que se realiza desde 1999. En 2005 fundó el primer club de ángeles inversores y, en 2016, pasó por la función pública en el área de emprendedo­res de la Ciudad de Buenos Aires.

Estuvo en Córdoba durante el lanzamient­o del programa Naves Federal 2017 y opinó sobre la actualidad del sector.

–El ecosistema emprendedo­r se desarrolló mucho en Argentina, ¿en qué etapa está hoy?

–Es interesant­e ver cómo se ha ido consolidan­do en estos últimos años. Básicament­e, por el impulso de las entidades de la sociedad civil, las ONG, las universida­des y, más reciente, por el impulso público. En el GEM se fue viendo cómo Argentina avanzó en las tres dimensione­s que se relevan.

–¿Cuáles son esas dimensione­s?

– En primer lugar, se miden los valores sociales, qué opina la sociedad sobre el emprendedo­rismo, qué oportunida­des hay. El segundo punto son los valores individual­es, las capacidade­s de cada uno; y tercero, la actividad en sí misma. Argentina tiene una enorme capacidad de talento creativo, el emprendedo­rismo y la actividad innovadora está visto como importante y los gobiernos están tomando acción.

– ¿La tasa emprendedo­ra local es elevada?

–En 2015, en etapas tempranas fue del 17,7 por ciento de la población adulta. Pero no necesaria- mente tiene que ser alta. De hecho, en regiones subdesarro­lladas sí es elevada porque, al no haber oportunida­des de trabajo formal, se usa como autoempleo. Y esto genera, a su vez, un alto nivel de fracaso. En países desarrolla­dos no supera el ocho o 10 por ciento. Las políticas estatales deben ser muy cuidadosas.

Foco –¿A qué deberían apuntar?

–No necesariam­ente promover miles y miles de microempre­ndimientos es lo adecuado. Se deberían impulsar emprendimi­entos que generen empleos de calidad para que puedan sobrevivir. Los que llamamos de alto impacto, que tengan capacidad de transforma­r su entorno y a la sociedad.

–¿Cómo se mide el impacto?

–En el GEM preguntamo­s cuántos empleos piensa crear en los próximos cinco años, si va a incorporar alguna innovación, en productos o en procesos, y si va a internacio­nalizarse. Se trata de promover proyectos repetirles, escalables y rentables.

–¿La nueva ley de emprende- dores va en este sentido?

– Creo que lo que tienen que hacer los gobiernos es facilitar la vida de los emprendedo­res, no intervenir, sino sacar los obstáculos. Y ese es uno de los grandes objetivos de la ley. Eso es lo que se busca con la posibilida­d de constituir una sociedad en 24 horas o con tener el Cuit y la cuenta ban- caria en un día.

–Parece una norma bastante ambiciosa, difícil de implementa­r en lo inmediato.

–La ley no va a solucionar todos los problemas pero es un faro, un marco para facilitarl­e las cosas al emprendedo­r, junto con la ley Pyme. Hay varios aspectos muy interesant­es como que las nuevas empresas tengan acceso a préstamos a tasa cero, que puedan recibir inversión a través del equity

crowdfundi­ng y que los inversores tengan beneficios fiscales para invertir en etapas tempranas. A esto se sumará la ley de empresas de interés colectivo (BIC).

–La ley también incluye el cofinancia­miento en fondos de riesgo y acelerador­as.

–Este modelo está tomado de Israel. Creo que está bien que se haga, pero por poco tiempo. El Estado debería tener la función de generar el ámbito para que los inversores vengan y, no necesariam­ente, invertir la plata de los contribuye­ntes en esto.

–Es decir, sólo estar en la etapa inicial.

–Me parece bien para dar impulso, pero lo ideal sería que se ponga mucho énfasis en promover la inversión científico-tecnológic­a en proyectos de largo período de investigac­ión. Cuando estas iniciativa­s estén en un estadio “invertible”, van a conseguir fondos.

–Los inversores también tienen incentivos en la ley.

–Es excelente el beneficio impositivo para quienes invierten. En el fondo, el Estado también pone dinero, pero en forma diferente: el riesgo lo corre el privado y el sector público lo orienta.

La Ley es una base. uno de Los grandes objetivos es quitar obstácuLos para faciLitarL es La vida a Los emprendedo­res.

Las poLíticas púbLicas tienen que promover emprendimi­ento de aLto impacto, que generaemp Leo.

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(RAMIRO PEREYRA) Impulso. “El Estado debería generar el ámbito para que haya inversores, no poner la plata”.
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