Las boletas“invisibles” de energía
La amplificada queja de empresarios y comerciantes por el valor de las recientes facturas de energía eléctrica ha vuelto a poner sobre la mesa el remanido “costo Córdoba”, un fenómeno que se parece a una febrícula con la que se convive y que cada tanto dispara el mercurio del termómetro, como ahora.
En las últimas semanas, las entidades empresariales con más peso en las relaciones con el Gobierno provincial han presionado para contarle las costillas a Epec. No es la primera vez; tampoco será la última.
Hay varios sectores a los que las explicaciones oficiales no terminan de convencer y quieren hundir más el dedo.
Entre ellos están los industriales plásticos, panaderos, metalúrgicos, hoteleros, gastronómicos y empresas del Foro Productivo de la Zona Norte, que incluso piden retrotraer el cuadro tarifario al que regía al final del año pasado.
En cambio, otra vertiente de la Unión Industrial local, aunque está preocupada, se muestra persuadida por los últimos argumentos oficiales que apuntan, entre otros ejes, a la incidencia del costo de transporte, todo parte del paquete de inequidades en la aplicación de subsidios nacionales.
Pero poco y nada se habló de otros costos que también pesan. En los primeros días de febrero, como ocurre casi todos los años, Epec y la Provincia intercambiaron papeles para ver cuánto se deben mutuamente.
La compañía estatal llevó hasta la sede del Ministerio de Finanzas el detalle de una deuda de 303,5 millones de pesos por consumo de energía de dependencias oficiales y por la tarifa solidaria, todo hasta el último día de 2015.
Del otro lado, los técnicos de la cartera económica desplegaron una larga lista de acreencias que, en la misma fecha, sumaban 1.254,3 millones de pesos.
Hace rato que la balanza está desequilibrada a favor del Tesoro provincial; es decir, de todos los contribuyentes, y eso más allá de las polémicas por los sueldos que paga la empresa o de la calidad y eficiencia de su servicio.
La compensación fue, en rigor, una resta que arrojó un saldo deudor neto para Epec de 950,8 millones. En otras palabras: Epec debe aún (nos debe) 950.768.953,03 pesos, lo que equivaldría, a grandes rasgos, a unos 950 pesos por cliente. Pero nunca hubo ni habrá nota de crédito en las facturas.
Deuda sobre deuda
La mayor parte de la deuda se origina en otra: la que contrajo la empresa cuando emitió un bono en dólares para pagar la central Bicentenario (Pilar).
El ritmo corriente de los giros para cumplir con las cuotas de ese título equivalía a boletas “invisibles” por más de cinco millones de dólares mensuales. Consolidada a diciembre de 2015, la deuda de Epec con la Provincia, por ese motivo, era de 547 millones de pesos.
Sólo como referencia, al 30 de septiembre del año pasado, la posición de caja y bancos de Epec –estado contable al tercer trimestre de 2016 que presentó a la Bolsa de Comercio porteña– era de 515,9 millones. O sea, si los cordobeses decidiéramos ejecutar esa deuda mañana, la empresa se quedaría sin efectivo.
Esa fragilidad no es nueva. En 2011, cuando hizo el primer reporte por el bono de Pilar, la calificadora Moody’s hablaba de “los históricamente bajos márgenes operativos de Epec y de su débil generación de efectivo”.
Seis años después, en el informe de marzo pasado, indicó que si bien se observa una recuperación en el resultado operativo, “al 30 de junio de 2016, el perfil de liquidez de Epec seguía siendo débil”.
La infraestructura en energía, que como otros sectores es vital para la producción, para el desarrollo y para la calidad de vida, cuesta plata. Hay que hacerla, mantenerla y adecuarla con el paso del tiempo. Son inversiones que, cuando se paran, duelen por años. Si no hay lógica ni racionalidad en ese proceso, todo será más caro, como ocurre ahora.