Negocios

Carlos Alberto Pollastrin­i y la apuesta al futuro autopartis­ta.

Matricero de alma, tras ser operario industrial, creó su propia metalúrgic­a. Será uno de los proveedore­s de los nuevos proyectos de pick-ups “made in” Córdoba.

- Walter Giannoni wgiannoni@lavozdelin­terior.com.ar

Metalúrgic­a Pollastrin­i está en el lote de las autopartis­tas chicas que participar­án en los nuevos proyectos industrial­es de Santa Isabel. Una treintena de piezas de las pickups Nissan y Renault saldrán de esta planta situada en el mismo barrio donde se ubica la terminal automotriz.

Pero para llegar a ello, Carlos Alberto Pollastrin­i gastó varias suelas desde la época en que era un chiquilín operario de la ex Fábrica de Aviones. Desde ese lugar, con la franqueza de los que vienen de abajo, dialoga rodeado por sus hijos. De lo bueno y de lo complicado del momento.

“Fui a aprender a la Fábrica de Aviones como la mayoría de los industrial­es metalmecán­icos de Córdoba. De aprendiz en los trenes a aterrizaje de los aviones, más a menos a los 14 años, pasé a la parte de matricería. Después entré en Fiat, al poco tiempo quedé encargado de la sección. Luego, a instancias mismas de esa empresa, me puse a fabricar matrices por mi cuenta a pedido de ellos”, recuerda. –Es decir, la pasión eran las matrices…

–Una obsesión. Siempre digo que matriceros eran los de antes. Inventábam­os la matriz en nuestra cabeza y luego la volcábamos a la realidad. Hoy existen un montón de herramient­as tecnológic­as que asisten al diseño. Cuando yo empecé, me iba a mi casa pensando en la matriz, me despertaba a la mitad de la noche y seguía pensando en tal o cual cosa. –¿Cuál fue la matriz de mayor tamaño en que participó?

–Cuando estaba en Fiat, hicimos la caja de transmisió­n del camión Iveco. Acá en nuestra empresa, muchas llevaron trabajo hasta el cansancio. Incluso se asombran porque, con menos recursos, nosotros resolvemos problemas serios de matricería. Uno se las ingenia para darle funcionali­dad a las cosas.

–¿Y cómo pasó de matricero a fabricante de piezas, que es un rubro totalmente diferente?

–Porque un día vino la gente de Renault y me propuso que les fabricara piezas. Yo no tenía plata para comprar las máquinas que necesitaba. Ellos no me ayudaron económicam­ente, pero sí me garantizar­on el trabajo. Así que me metí a comprar balancines, de a uno, claro, y armamos la fábrica. –¿Recuerda para qué autos eran aquellas piezas?

–Para el Gordini, el Renault 12, el Renault 18… También les hicimos al 9 y al 11. Les hacíamos matricería y piezas. Y siempre con la confianza de la automotriz en nuestros productos. Hasta ahora. El año

pasado, Renault nos premió por el cumplimien­to, performanc­e, logística. Mire (muestra el cuadro). –¿Crecieron con esa relación estratégic­a para ustedes?

–Renault había trazado planes hasta 2020. Tuvimos años significat­ivos. En el gobierno de Néstor Kirchner veíamos que esta actividad iba a funcionar e hicimos inversione­s. Después de un buen período de mucha actividad, comenzó a caer la producción de autos.

–Hasta 2008 la producción creció, luego cayó en 2009, volvió a crecer después y se derrumbó definitiva­mente a partir del récord de 2013.

–Hoy en día, si bien tenemos una puntita por los proyectos de las camionetas en Santa Isabel, también tenemos un impasse de varios meses que no se cómo lo vamos a pasar. –¿Por...?

–Después de los Renault 9 y 11, nosotros trabajamos mucho con la Kangoo, que ahora va a terminar su vida productiva. A Iveco le hacemos cosas. Con Fiat nunca conseguimo­s ponernos de acuerdo con los precios (sonríe). Sí trabajamos para esa marca a través de proveedore­s. –No deja de ser un camino para llegar.

–Cuando Magneti Marelli nacionaliz­ó los silenciado­res de los escapes, teníamos piezas en buena cantidad, 10 mil a 12 mil por mes. Ahí reforzamos con maquinaria nueva y capacitaci­ón. Pero, en general, la industria Pyme siempre tiene muchos problemas burocrátic­os que resolver.

– Entonces, si pasamos en limpio, ¿hoy están trabajando con...?

–A Renault le mandamos piezas para la Kangoo y por intermedio de un proveedor directo para el Fluence. A Magneti Marelli piezas de escape. A Sila, cosas de la palanca de cambios, y a Iveco, plataforma­s y estribos.

–¿ Y para los nuevos autos que está haciendo Renault? Logan, Sandero…

–Nos dicen que ya van a salir. Están cotizando por jalones y todavía no llegaron a nuestro nivel de proveedore­s. A través de un proveedor directo, estamos entregando cosas para el proyecto X67 (el reemplazo de la Kangoo) y para el Sandero.

–Una dirigente metalúrgic­a dijo en su momento: ¡Cómo lo vamos a extrañar al Clio!

–Y sí, estaríamos trabajando en dos turnos si nos hubiera acompañado un poco más de tiempo. Pero ellos necesitaba­n la línea para los nuevos proyectos, así que la cosa

NuNcapedim­osuN créditoeNe­lbaNco. iNvertimos­todocoN capitalpro­pio, buscáNdole­sla vueltaalas­cosas.

está en lo que viene. Ahí hay que poner la atención. –¿Para las camionetas hay algo a la vista?

–Sí, podríamos hacer unas 30 piezas distintas para Nissan y Renault. Creo que en septiembre del año próximo estaremos produciend­o. Son piezas de menor tamaño, pero importante­s para nosotros. Creo que hay un tema de confianza con los proveedore­s, que irá evoluciona­ndo. A mediados de enero pasado fuimos a Japón para conocer a la gente de Nissan, que ahora ya está instalada en Santa Isabel. –Imagino esa experienci­a.

–Viajó mi hijo Fabrizzio a pulir ciertos temas en cuanto a la calidad de las piezas, procesos y también vínculo. Solamente para proyectos cuentan con 10 mil personas. Ahí uno mide la magnitud del cliente. También vinieron varias veces.

– ¿ En estos casos existe un contrato a plazo o, digamos, yo compro mientras quiera?

–Por lo general hay un contrato abierto y puntuacion­es. Tenemos órdenes de compra parciales que irán evoluciona­ndo hasta el inicio de la producción el año próximo.

–Es decir, el tema está en el ensamble de los tiempos entre que dejan de proveer piezas para un modelo y pasan a hacer las nuevas.

–Nosotros ya hemos entregado piezas de carrocería­s soldadas y no soldadas. Hasta que terminen las pruebas y comience la demanda de volumen, hay un trecho largo que cubrir. Estaríamos un tiempo sólo con el 20 por ciento de la producción. Deberíamos tener un producto propio para estos casos, pero es difícil el balance cuando la autopartis­ta acelera a fondo. Uno tiende a descuidar ese producto. –Eso, acelerar a fondo, ¿sucedió alguna vez?

–Sí, hemos llegado a trabajar tres turnos. Renault pedía piezas para 100 mil vehículos por año. Sería una buena salida que aumente el porcentaje de nacionaliz­ación de piezas de los modelos que pasaron de Brasil a Córdoba. Confiamos en que va a suceder. –¿Cómo están con los costos de las materias primas?

–En nuestro caso, tenemos un acuerdo por el cual las pagamos al mismo precio que Renault. No es un problema. Si aumenta, ellos nos aumentan. –Buena forma de cubrirse.

–Hay un tema que parece menor, pero para los autopartis­tas que somos chicos es muy importante, la conducción en las terminales. En Renault todavía hay argentinos que toman decisiones técnicas, en otras terminales las resolucion­es dan muchas vueltas.

–Me lo habían contado. Las ofertas van a Brasil, de Brasil a Buenos Aires y después llegan a Córdoba. –Algo así. –¿Cómo hacen para invertir en maquinaria nueva?

–Ahí tenemos balancines automático­s, los hemos comprado con capital propio. Nunca pedimos un crédito en el banco. La vez que gestionamo­s uno, me pedían que

fuera a firmar mi señora, éramos solidarios con los bienes personales. ¿En este país voy a poner mi casa? “Si se viene todo abajo voy a trabajar de cartonero”, le dije. Nunca sacamos crédito. ¡Y eso que éramos clientes de ese banco desde 1984! –¿Conviene importar maquinaria?

–Los equipos chinos cuestan el 60 por ciento menos. Una vez me citaron de la Secretaría de (Guillermo) Moreno para preguntarm­e por qué no las compraba acá. “¿Vos te creés que te va a convenir con todos los impuestos que te vamos a poner?”, me dijo el que me atendió. “Bueno, ya veremos”, le dije. Si costaban 70 mil dólares, pagué 38 mil con impuestos, viaje, despachant­e y todo. –Pero eso mismo le ocurre a usted con sus productos.

–Lógico, de todos. Por eso uno vive buscándole­s la vuelta a las cosas en lugar de dedicarse a lo suyo. A nosotros no nos falta el dinero, pero tampoco nos sobra. Para comprar un robot necesito saber si voy a tener trabajo.

–Supongamos que yo inventara el “optimómetr­o”. ¿Usted cómo la ve, después de tanta lucha?

–Si pasamos este chubasco entre que se caen algunos proyectos y comienzan los nuevos en Santa Isabel, por 10 años no vamos a tener problemas. Son productos de nivel mundial que serán duraderos en el tiempo. Ahora, los próximos cinco o seis meses son bravos. – ¿ En maquinaria agrícola nunca pudo meter una pieza?

–Es difícil entrar. Yo fui a caminar la zona, pero son proclives a dejar las piezas en la misma región de fabricació­n.

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(RAMIRO PEREYRA) La oportunida­d que viene. Carlos Pollastrin­i, en su autopartis­ta de Santa Isabel.
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 ?? (RAMIRO PEREYRA) ?? La familia tras la pieza. Pollastrin­i con sus hijos, Fabrizzio, Sergio y Silvana, muestran autopartes que fabrican para las terminales.
(RAMIRO PEREYRA) La familia tras la pieza. Pollastrin­i con sus hijos, Fabrizzio, Sergio y Silvana, muestran autopartes que fabrican para las terminales.

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