Empiezan a llegar las buenas noticias
En primer lugar, ni el resultado de la actividad industrial (EMI) ni de la construcción (Isac) fue sorprendente. De hecho, se esperaba que la producción industrial mostrara una tasa interanual en torno al cinco por ciento, o quizás algo más en junio, considerando la información disponible y los bajos niveles de producción del período de comparación.
En tanto, se estimaba que la construcción, que ya venía creciendo desde marzo a una tasa algo superior al 10 por ciento, iba a mostrar una performance superior si se tiene en cuenta también la baja base de comparación de 2016 (-20 por ciento en junio de ese año).
Estos indicadores muestran que tanto la actividad industrial como la construcción han comenzado una fase de recuperación, aunque a velocidades bien distintas. Esto se nota con mayor claridad en el último caso, en el que la obra pública ya había empezado a traccionar desde finales del primer trimestre del año.
Mirando al interior de la industria, cabe destacar que la mejora de 6,6 por ciento interanual verificada en el sexto mes del año estuvo traccionada por el buen desempeño de la rama metalmecánica (15,4 por ciento), asociado al derrame de los dos sectores más dinámicos de la economía (construcción y agro); automotor (15,9 por ciento), y minerales no metálicos (18 por ciento).
También sorprendió, y para bien, el desempeño de caucho y plástico (9,5 por ciento de aumento), que no contaba con una baja base de comparación. En el otro extremo, el único sector que continúa mostrando menores niveles de producción que hace un año es el textil (cuatro por ciento de caída), aunque evidencia un recorte en su baja respecto de meses previos.
Con todo, la producción industrial cierra el primer semestre del año prácticamente en el mismo nivel de 2016, con una clara mejora en el margen y con una gran heterogeneidad, no sólo en términos intersectoriales, sino también hacia el interior de cada uno de ellos.
Heterogeneidad
Por ejemplo, dentro de alimentos y bebidas, son tres de siete los rubros que presentan un crecimiento acumulado positivo (carnes rojas, carnes blancas y yerba mate), y dos de siete en sustancias químicas (agroquímicos y productos de limpieza).
¿A qué se debe esta marcada heterogeneidad? Los factores que determinan el éxito de la operación local de las firmas no se explica sólo por su actividad principal o por el sector al que pertenecen, sino por su resiliencia a un contexto económico dinámico y por la capacidad de sostener su estrategia de largo plazo, conciliando los desafíos de lo inmediato.
Esta heterogeneidad sectorial indica que, a priori, no hay elementos para determinar la sustentabilidad de una firma o de un subsector sólo por su pertenencia a una actividad económica. Con el cambio en el escenario macro, y de cara a un proceso electoral desafiante, lo micro comienza a cobrar peso.
En un contexto de mayor apertura económica, en el que cabría esperar más convergencia entre los precios locales y los internacionales, en especial en los segmentos transables, los determinantes se refuerzan con la presión que ejerce la mayor oferta de bienes importados (principalmente en cantidades).
Esto representa un importante desafío para las empresas pertenecientes a cada uno de estos sectores, y en buena parte su desempeño está asociado a la capacidad de adaptar sus procesos y su visión de negocios a este nuevo entorno.
Así, estamos en un escenario en el que hay empresas que anun- cian inversiones, mientras otras deben readaptarse. Este proceso se observa, por ejemplo, dentro de la cadena automotriz, con terminales con importantes anuncios y autopartistas con una coyuntura que desafía su continuidad.
También en hidrocarburos, donde la expansión en gas contrasta con la merma en petróleo; o en alimentos, con mejoras en los distintos segmentos de carnes
y con fuertes dificultades en lácteos, entre otros.
Construcción. El indicador sintético de la actividad de la construcción (Isac) se expandió 17 por ciento en términos interanuales. El motor del sector continúa siendo la obra pública (y seguirá siéndolo en los próximos meses), aunque la privada también muestra un buen desempeño.
De hecho, la variación del Isac de junio fue reflejo de una expansión generalizada de los insumos que componen el indicador. Aunque la producción de productos asociados a la obra pública fue la que más creció, aquellos utilizados en las primeras etapas de la construcción privada (ladrillos y placas de yeso) y en las últimas (pisos, revestimientos cerámicos y artículos sanitarios) también repuntaron.
Otro dato alentador es que el sector siguió en un sendero alcista y registró un alza interanual cercana al ocho por ciento.
Así, si bien la base de comparación en los dos indicadores ayuda, el crecimiento verificado en junio convalida que la economía ha consolidado un rumbo expansivo, con una difusión sectorial cada vez más generalizada.
Que la recuperación se difunda entre varios sectores no anula el hecho de que se mueven a distintas velocidades: la recuperación de la industria comenzó a tomar cuerpo con un claro rezago respecto del otro sector (y dentro de la misma actividad) y sus perspectivas lucen menos prometedoras teniendo en cuenta la situación de Brasil (destino importante de nuestras manufacturas industriales), la exposición a la competencia externa en varios rubros y un dólar relativamente bajo en perspectiva histórica.
En cambio, en el caso de la construcción, el impulso del crédito, la recomposición del empleo y de los ingresos reales, y la magnitud de los proyectos de infraestructura (públicos y privados) llevan a pronosticar tasas de expansión mayores.
Si bien la multiplicidad de factores que pueden influir en la macroeconomía nos obliga a ser cautos, es cierto también que la difusión en la recuperación de la industria, alcanzando a casi todos los sectores (excluyendo al textil), y los factores que impulsan la reanimación en la construcción nos permiten asegurar que la economía ha comenzado a dar las buenas noticias que esperamos.
* Director de Abeceb, exsecretario de Industria, Comercio y Minería de la Nación