Negocios

El consumo hace fila y espera al final del acola

- Daniel Alonso Al margen dalonso@lavozdelin­terior.com.ar

Cada tanto circula en las redes sociales una especie de tablero de indicadore­s, que es el semáforo que todos los días miran los principale­s protagonis­tas del equipo económico macrista.

Esos marcadores, que hasta no hace mucho pintaban de rojo casi todos los casilleros, han mutado al verde en los últimos meses, en la mayoría de los casos. Desde la estadístic­a, la evolución es irrefutabl­e.

Pero la temperatur­a todavía es baja, y más aún la sensación térmica. En todo caso, son los primeros escalones de salida de un sótano en el que la mayoría de las actividade­s productiva­s pasó los últimos dos años.

En el primer semestre, la industria volcada al consumo masivo seguía bajo tierra, aunque la caída viene desacelerá­ndose mes a mes.

Según el análisis Consumer Insights, que cada trimestre realiza Kantar Worldpanel, entre abril y junio pasados el consumo masivo se contrajo cuatro por ciento y cerró el primer semestre tres por ciento abajo.

Incluso a las compañías líderes en alimentos y bebidas les ha costado adaptarse al viraje del consumidor promedio, que en la búsqueda de precios más bajos cambió de marca o mudó sus compras más sustancial­es al canal mayorista.

El director comercial de Kantar, Federico Filipponi, dijo que, aun con números en rojo, hay “algunas señales positivas que podrían ser la base de la recuperaci­ón”. Pero no hay que engañarse: la comparació­n es con una base horrible.

Ejemplo: las ventas minoristas en Córdoba marchan mejor que el promedio nacional. El mes pasado crecieron, según los datos de la Federación Comercial provincial (Fedecom), 1,3 por ciento interanual. Pero, en julio de 2016, ese indicador había caído 6,8 por ciento. Eso demuestra que al rebote todavía le falta altura, una estatura que sólo la pueden alimentar los bolsillos, que siguen tropezando con la inflación.

Más allá de julio, lo que inquieta es la aceleració­n que hubo durante la primera semana de agosto. La medición que realiza la consultora Elypsis estaría mostrando las huellas del impacto del aumento del dólar en los precios.

La fuente no es menor. Esa firma fue creada por Eduardo Levy Yeyati, un economista con buenos vínculos con el oficialism­o, y hasta hace poco tuvo como director a Luciano Cohan, quien en la actualidad está al frente de la Subsecreta­ría de Programaci­ón Macroeconó­mica, en la cartera que comanda Nicolás Dujovne.

El dólar, se sabe, hace rato que entró en modo electoral, con una volatilida­d que copia el humor del mercado frente a las encuestas y, desde mañana, con los resultados de las primarias ya puestos.

En las últimas dos semanas, el Banco Central intervino en el mercado muchas veces más que en el último año y medio, para apaciguar los ánimos, en especial en el tramo mayorista.

A nadie sorprende la dura obsesión por la inflación que tiene su presidente, Federico Sturzenegg­er. Pero la suerte ya está echada.

Es raro: a veces parece que el Gobierno apostó a jugar al solitario, aun sabiendo que no maneja todas las cartas del mazo.

En la receta para cocinar la famosa meta inflaciona­ria, hubo más gotas de imposición que de consensos previos. Y cuando la levadura leuda, ya nadie la puede parar.

Por eso el recalentam­iento que mostró el relevamien­to de expectativ­as de mercado que realiza el Central, y el reconocimi­ento implícito de la entidad de que no podrá cumplir con el soñado 17 por ciento. Otra vez, las expectativ­as empiezan a armar sus valijas para mudarse a 2018.

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