Negocios

Entrenara laintelige­ncia artificial

El CEO de Cognitiva, socio estratégic­o de IBM para la región, aclara algunas dudas de su aplicación en el mundo de los negocios.

- Pablo Leites pleites@lavozdelin­terior.com.ar

Si un usuario de Argentina realizó hace poco alguna consulta sobre créditos hipotecari­os en el Banco Santander Río, y lo hizo desde la plataforma web, segurament­e interactuó con una inteligenc­ia artificial “entrenada” para contestar sus preguntas.

Es posible que ni siquiera se haya dado cuenta y eso no deja de ser casi anecdótico. Sin embargo, es una poderosa comprobaci­ón de que cada vez que hablamos de inteligenc­ia artificial (IA) no nos referimos a algo lejano.

Fernando Mogetta es el CEO de Cognitiva, la empresa que llevó adelante ese proyecto en el Santander Río (además del de otros tres bancos “grandes” de nuestro país que no puede mencionar todavía), y pasó por Córdoba como uno de los principale­s speakers de la jornada “Start Me Up”, en la Universida­d Siglo 21.

A menos de un año de su fundación, Cognitiva es una promisoria

startup argentina: tiene operacione­s en casi todos los países de Latinoamér­ica, oficinas en cinco naciones desde México a Argentina, y una alianza estratégic­a con IBM para comerciali­zar en la región a Watson, el sistema de IA del gigante tecnológic­o.

“Nos gusta decir que le enseñamos a Watson a hablar en español”, dice Mogetta a La Voz. En realidad, la tarea que IBM le confió a su compañía es la de enseñarle a hablar cada una de las varie- dades de español que se hablan en el subcontine­nte.

Una vez que Watson comprende el idioma, comienza la segunda etapa, que consiste en “enseñarle” sobre un tema específico, volverlo un “especialis­ta” en tal o cual área.

La aplicación de esta tecnología excede al sector financiero y Cognitiva tiene en marcha desarrollo­s para institucio­nes educativas, compañías telefónica­s y de seguros, entre otras.

Alcances Lo cierto es que, a pesar de haber cada vez más caudal informativ­o respecto del tema “inteligenc­ia artificial”, son pocos los datos concretos respecto de los alcances y posibilida­des reales.

Una IA que se puso a hablar con otra IA en un idioma propio y aprendido; otra que “escuchó” mal el acento de una inmigrante extranjera en Australia y le reprobó el examen de residencia; un bot para niños que a horas de comenzar a funcionar hace comentario­s racistas y misóginos pueden ser buenos títulos, aunque la realidad es otra.

“Creo que la inteligenc­ia artificial está en sus primeras etapas de desarrollo, y que –al menos al día de hoy– cada proyecto basado en esta tecnología requiere todavía de un entrenamie­nto ‘dirigido’, con un fin específico, en un dominio específico, para que haga bien solamente lo que queremos que haga”, apunta Mogetta.

“No sé si estamos en condicione­s de dejar que estos sistemas aprendan solos. Hay mucho marketing y muchas noticias que quedan atractivas. La capacidad de ponerse a pensar por su cuenta, todavía no está”, agrega.

¿ Entonces, estamos lejos de otorgarle conciencia a una máquina? “Es que nadie sabe qué es la conciencia, ni dónde está en el cerebro humano. Recién estamos empezando con las redes neuronales y el deep learning, pero para codificar conciencia falta mucho, y tal vez no se pueda hacer nunca”, tranquiliz­a el fundador de Cognitiva.

El otro gran tema a nivel global, desde el avance exponencia­l que la IA viene mostrando hace unos años, gira en torno a qué hacer con la “desocupaci­ón tecnológic­a” que se avizora como inevitable.

En algunos países centrales se vienen discutiend­o opciones que van desde la implementa­ción de un ingreso universal básico hasta alternativ­as como la del “impuesto a los robots” que se propuso en Corea del Sur la semana pasada.

“La aparición de las computador­as también causó un enorme deterioro del trabajo humano. Me parece, antes que echarle la culpa al avance de la tecnología, es un desafío de la humanidad repensar un escenario global en el que faltaría trabajo a la mayoría de las personas”, explica Mogetta.

Y agrega: “De mantenerse todo como está hoy, los robots no tendrían para quién trabajar si las personas no pudieran comprar bienes por ser desemplead­os. Es un desafío que se nos viene”.

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Charla. Fernando Mogetta pasó por Córdoba y expuso en la Universida­d Siglo 21.
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