Los sueños también van en la aguja
Pamela Riquelme (29) es dueña de una sonrisa interminable. Inquieta, pasó por distintos trabajos hasta que decidió hacer lo que más le gusta: tejer al crochet, un mundo con muchas más posibilidades de las que aparenta. Su lugar está en las ferias pero, acorde con su edad, una aguja también trabaja en las redes sociales.
“Después de McDonald’s, donde aprendí mucho, pasé por distintos trabajos. En negro y en blanco. Decidí buscar actividades que me registraran para poder contar con una obra social. La única posibilidad que encontraba eran los call center. Eso hice. Estuve en cobranzas…” –¡Eras malísima…! –Sí, muy mala (risas). Pero como un cable a tierra, empecé a profundizar con el tejido. En casa, en el trabajo. Cuando uno nota que su entorno está mal económicamente, aparece una presión que demanda una descarga. –¿Cómo empezaste a vender? –Ya en la secundaria le había vendido una cosita hecha al crochet a una amiga. Después guardé las agujas hasta que las volví a sacar en un call center para hacer ropa de verano. Primero las regalaba y después me empezaron a dar plata. –Decidir los precios es clave. –Todo un tema. Hay que involucrar la mano de obra. Al principio solamente cobraba el hilo. Después uno lo empieza a entender desde un punto más comercial.
–¿Los productos que hacés fueron cambiando?
–Para vivir de tu negocio hay que disfrutar de lo que uno hace, sí o sí, son horas de estar sentada y pensar qué pieza tejer. Hoy me dedico más al crochet decorativo, puedo usar todos los colores que quiera, con los diagramas que yo inventé, no tengo una estructura.
– ¿ Lograste hacer un volumen de ventas?
–Varía. Trato de que mi ingreso me cubra los costos fijos. Hay meses que cuesta un poco más y ahí salgo a ver opciones de venta. Por eso voy a diferentes organizaciones donde nos ayudamos.
–¿Tu límite es la capacidad de producción de tus manos?
–Absolutamente. Las manos, los tiempos; se que soy rápida, pero tengo que cuidar mi salud.
– ¿ Hiciste alguna capacitación para el emprendimiento?
–En Economía Social de la Municipalidad hice el Emprende. Me enseñaron a poner precios y me dieron confianza. El trabajo crece en valor. Un atrapasueños no vale 50 pesos, lleva toda una historia que el cliente debe valorar. –¿Y qué más? –Una diplomatura en el Ministerio de Industria y Comercio. Saqué muchas ideas para darme a conocer, redes sociales, promoción. Y estar en ferias, ayuda un montón. Y sueño con un local propio.
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