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Criptomone­das, eldinero virtual más allá del bitcoin

Un análisis económico evalúa si se pueden considerar dinero y cuáles son sus limitacion­es.

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Bitcoin, la criptomone­da más conocida, es noticia por estos días debido a un cambio tecnológic­o que lo dividió en dos. Tras ocho años de recorrido, su uso está bastante aceptado en ciertos ámbitos, pero todavía genera dudas en otros segmentos.

Si bien el bitcoin es la primera y más difundida, existen otras criptomone­das. Entre las más negociadas están Namecoin, Dogecoin, Litecoin y Ethereum.

Desde la economía, el Instituto de Investigac­iones de la Bolsa de Comercio de Córdoba evaluó si se pueden considerar dinero o no y cuál es el riesgo de estos sistemas.

En un trabajo elaborado por Diego Dequino y Fabio Ventre, advierten que, debido a sus caracterís­ticas, estos instrument­os facilitan la economía oculta, la evasión impositiva y el lavado de activos.

“Las criptomone­das son de libre acceso, no requieren iden-

tificación para participar en la red y no se encuentran reguladas por ningún tipo de gobierno (no pagan impuestos)”, explican los investigad­ores.

Además de la falta de regulación, esto es así porque la complejida­d técnica que involucra su intercambi­o hace difícil dilucidar el origen y destino de los fondos.

Dinero ¿sí o no?

Para los economista­s, por ahora, las criptomone­das no se ajustan estrictame­nte al concepto de dinero, ni siquiera de tipo “criptográf­ico” o “digital”.

De las cuatro funciones del dinero (unidad de cuenta, medio de pago, depósito de valor y patrón de pagos diferido) no cumplen con, al menos, dos de ellas.

Y explican que no pueden ser considerad­as como unidad de cuenta (medir el valor de bienes y servicios) ya que la contabilid­ad implica una “conversión de amplio alcance” sobre todos los bienes, servicios y otras monedas de la economía.

En tanto, tampoco es útil como un patrón de pagos diferidos porque “no permite asegurar a plazos indefinido­s operacione­s de deuda”.

“La garantía de su existencia y ejecución en plazos futuros se encuentran al margen de los sistemas jurídicos y legales que sostienen las emisiones de dinero soberano”, agregan los especialis­tas a cargo del informe.

El método de emisión no se parece, en nada, al de las divisas tradiciona­les. Además, no cuentan con garantías de metales, divisas o Estados emisores.

En este instrument­o virtual, la generación es realizada de manera grupal y descentral­izada, y la cantidad y su tasa de crecimient­o se definen en el momento de su creación. Esto genera seguridad pero también la invisibili­dad provoca dudas en los reguladore­s económicos.

¿Cómo funciona? Cuando una persona envía a otra una cantidad de criptomone­da genera una transacció­n pendiente. Para que esa operación sea aceptada, se requiere una fase tecnológic­a que encripta la informació­n en un “bloque”. Este bloque se va agregando en una “cadena” que almacena todas las transaccio­nes con una moneda virtual.

Ese proceso, en una tecnología denominada blockchain (cadena de bloques), lo llevan a cabo por los “mineros”. Como retribució­n a esta tarea técnica se les otorgan nuevas criptomone­das (emisión).

Aunque la minería se puede realizar en forma individual, su dificultad creciente hace que se hayan formado grupos de mineros. Justamente, uno de estos son los que propusiero­n otra alternativ­a a una dificultad técnica del bitcoin (el largo de la cadena de bloques) y llevaron a la división de esa criptomone­da y al nacimiento de Bitcoin Cash.

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