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“Hay una relación entre la calidad de los bienes y el delito”

Desde la perspectiv­a económica, Federico Weinschelb­aum analiza los incentivos del robo y el impacto de la tecnología incluida en los productos durables.

- Paula Martínez pmartinez@lavozdelin­terior.com.ar

Un análisis económico de cualquier actividad debe mirar los costos y beneficios. En el caso del crimen, las evaluacion­es y las políticas públicas siempre se enfocaron a la primera parte.

Con este precedente, el economista Federico Weinschelb­aum, junto con Sebastián Galiani y Julia Jaitman, intentan abordar cómo los incentivos pueden impactar en los actos delictivos.

El economista, docente de la Universida­d de San Andrés (Udesa), expuso sobre la relación entre “crimen y bienes durables” en el Instituto de Economía y Finanzas de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universida­d Nacional de Córdoba (UNC).

Con estas premisas, analizó si esquemas teóricos como la competenci­a perfecta o el monopolio producen más o menos bienes que los de equilibrio para reducir la criminalid­ad.

En diálogo con La Voz explicó qué tiene que ver la producción con la delincuenc­ia.

–¿Por qué se enfocaron en la durabilida­d de los bienes?

–Los costos del crimen ya fueron estudiados. Pero hay un proceso en el robo que tiene que ver con el para qué. Puede que haya algunos hurtos para consumo propio, pero para que el robo sea significat­ivamente económico, tiene que tener un mercado de bienes robados. Es decir, se roba para vender.

–Eso llevó a que analizaran ese mercado.

–Sí, lo primero que nos planteamos fue ver cuáles son las caracterís­ticas que tienen que tener los bienes para que sean robados. Y en este aspecto, los bienes tienen que ser durables, que tengan un valor y alguien esté dispuesto a

pagar por ellos. Se roba dinero, o bienes que se puedan traducir en dinero. Por otra parte, la insegurida­d es una de las principale­s preocupaci­ones de la sociedad. –Usted señalaba la relación entre el robo y los crímenes.

–Los robos o están involucrad­os o son disparador­es de otros delitos más graves, incluso muertes. Si sólo cambiaran de manos los productos sin otras consecuenc­ias, sería apenas una transferen­cia. Pero los delitos producen externalid­ades negativas, porque impactan en la vida y el comportami­ento de la gente.

–¿Cuáles son los productos que cumplen con las caracterís­ticas para ser robados?

–Antes eran los estéreos, hasta que se implementó una tecnología que no lo permite. Los autos se robaron siempre, sobre todo para vender los repuestos. Antes eran los televisore­s, pero ahora ya no tanto, primero, porque son muy grandes, y segundo, porque bajaron mucho de precio. Si el precio de un bien durable es muy bajo, el de uno robado es más bajo. Ahora, “el” crimen son los celulares. –El precio de los celulares es un incentivo, entonces.

–Con este producto pasa que uno lo compra para llevarlo encima, no para guardarlo como haría con algo de valor. Tienen tamaño reducido y alto precio, con lo cual los mercados secundario­s son importante­s. –¿Qué resultado surgió del estudio? –El principal es la vinculació­n entre las caracterís­ticas de los

bienes que se producen con la probabilid­ad de que sean robados. Cuando se vinculan estos aspectos surgen un montón de políticas a analizar. Nosotros hablamos de durabilida­d, para compararlo con estudios previos, pero se puede hacer el mismo modelo con la calidad. –¿El delito afecta este aspecto?

–Este es uno de los costos del crimen: que la calidad de los bienes esté influencia­da para combatirlo. Por ejemplo, los celulares implementa­ron tecnología antidesblo­queo, o surgen cosas como el número de Imei que, si todos lo registrara­n, no se podrían usar teléfonos robados.

–¿Los delincuent­es toman en cuenta la relación entre el robo y la calidad?

–Seguro que sí. Todas las caracterís­ticas están tarifadas, hay autos o celulares que se roban más que otros, por ejemplo. De acá surgen algunas relaciones con las políticas macro. –¿Por ejemplo?

–En Argentina, los bienes durables son más caros que en otros países y eso afecta a la cantidad de estos robos. En una economía abierta, en la cual se compra un celular por 50 dólares ¿ cuándo uno está dispuesto a pagar por un celular robado? Muy poco, entonces, baja el incentivo a robar. Una apertura económica podría ayudar a reducir esos crímenes a través de la baja del precio de bienes estandariz­ados. –¿Cómo sigue el análisis económico del delito?

–Ahora estamos trabajando en la relación entre el sector informal y el robo. La literatura piensa que son sustitutos y que es bueno que la gente, por lo menos, trabaje en algo, aunque sea informal. Pero yo creo que son complement­arios. Es impensable que muchos celulares se roben sin una manera de venderlos, y la forma de venderlos es el circuito informal.

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Políticas. “Reducir el precio de los bienes, con más apertura, también desincenti­va el robo de estos productos”, dice Weinschelb­aum.

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