Negocios

Laura Chiantore, con el desafío de seguir el legado y competir.

La industria conoce de esta empresa que le provee un insumo vital, ya sea para la producción de bebidas carbonatad­as o para procesos metalúrgic­os. La apuesta por crecer y competir contra grandes.

- Walter Giannoni wgiannoni@lavozdelin­terior.com.ar

La pregunta del millón para muchos: ¿cómo hace una Pyme familiar para preservar su lugar en el mercado e ir por más, frente a competidor­es de anchas espaldas? Con la fórmula del sacrificio y la agilidad para la decisiones, Gas Carbónico Chiantore, de Villa María, cruzó casi seis décadas y expandió fuerte su capacidad de producción. A Laura Chiantore, hija de uno de los fundadores, le toca liderar con la visión de la segunda generación, pero el mandato de quienes crearon la firma. –Siempre fui muy malo en química.

– El gas carbónico encuentra diferentes usos. El más conocido y popular es el gas para embotellad­oras de gaseosas o sodas. Pero también se utiliza en la industria metalúrgic­a mediante su combinació­n con otros gases para las soldaduras. También para la extracción de litio. –Uno siempre lo vincula con las burbujas.

–En forma directa, le vendemos a embotellad­oras, muchas de ellas de esta región. A través de terceros nuestro producto también va para marcas internacio­nales. Las grandes embotellad­oras por lo general se manejan con multinacio­nales a nivel mundial. Estamos trabajando para contar con las certificac­iones que nos permitan atender esa demanda. – ¿ Es totalmente neutro el “CO2” en las bebidas?

–Así es. Genera el burbujeo de la gaseosa y aumenta la sensación de saciedad. Está probado a nivel mundial desde hace muchísimos años. –¿Cómo se obtiene?

–A través de la combustión. Lo clásico es quemar gas natural, muchos años atrás se quemaba carbón o fuel oil. Pasa luego por distintas torres de enfriamien­to, de absorción y de deserción, hasta llegar al gas carbónico en estado puro.

–¿Por qué se instalaron en este complejo de ACA Bio en Villa María?

–En el proceso de producción de bioetanol, en lugar de liberar el gas carbónico, al aire nos permiten tomarlo. Nosotros lo conducimos por una cañería hasta nuestra planta y le realizamos los procesos para que quede apropiado para la venta. –¿Cómo vieron esta chance de aprovechar ese fluido?

–En 2011, cuando mi padre aún vivía (Victorio Chiantore), observamos que se instalaría­n plantas de bioetanol en el país. Visitamos la de Vicentín, luego fuimos a otra de Córdoba, y en el medio de todo eso nos enteramos de que la gente de la Asociación de Cooperativ­as Argentinas pondría aquí en Villa María una planta de bioetanol. En septiembre de 2011 tuvimos la primera reunión. –Comenzaron la carrera…

–Claro, el primer desafío era conseguir el dinero para hacer la inversión. Luego, debimos salir a buscar el proveedor de la planta. Existían dos alternativ­as: una empresa norteameri­cana y otra dinamarque­sa, con sucursal en Brasil. Optamos por esta segunda.

–¿Y cómo llegaron a este vínculo con la Asociación de Cooperativ­as Argentinas?

–En 2014, ACA Bio comenzó a producir, nosotros estábamos enredados con los bancos locales. Hasta que el mismo proveedor desde Brasil nos ofreció un crédito para clientes en el exterior de empresas brasileñas. Nos dieron el crédito y comenzamos a trabajar. Se nos complicó un poco todo el movimiento de esas divisas. –Me imagino. Época de pleno cepo al dólar.

–En abril de 2015 falleció mi padre y en junio comenzó el montaje. Al mismo tiempo, como íbamos a tener mucha más producción, de 35 toneladas diarias pasaríamos a 135 con la nueva planta, salimos a buscar clientes. –¿De cuánto fue la inversión?

–Cerca de seis millones de dólares; mitad se fue en equipos y mitad en montaje. –Dónde colocar el producto era esencial.

– Anudamos un contrato con dos grandes fabricante­s que producían por el sistema tradiciona­l y el 6 de noviembre de 2015 cargamos el primer camión. Por siete meses de diferencia, después de 56 años desde la fundación de la empresa, mi padre no pudo ver esto en marcha.

– Imagino que debe haber sido un desafío empresaria­l y emocional enorme no tener al fundador en esa instancia.

–Para mí fue un desafío enorme, además de ser mi padre, fue mi compañero de trabajo durante 29 años. Tuve que afrontar su pérdida como papá y su pérdida como jefe. Él trabajó hasta el último día de su vida. Incluso el contrato con ACA Bio lleva su firma.

Aquellos soderos –¿Cómo fue el origen de la empresa? – Mi abuelo, Miguel, con sus hijos Juan y Victorio, mi papá,

eran soderos en Carrilobo. Vinieron a Villa María y formaron una embotellad­ora llamada La Río, predecesor­a de la actual Embotellad­ora Villa María. En aquel momento, 1958, observaron que existía un faltante de gas carbónico en el país. –Surgió una oportunida­d.

–Se conectaron con un ingeniero, juntaron los fondos y armaron la primera planta. A partir de ese momento, se dedicaron exclusivam­ente a la fabricació­n de este producto. En un camioncito salían a vender tubos de gas carbónico de 15 y 25 kilogramos. Hicieron todo. –Hablando de vender, ¿cómo es este mercado?

–No es igual a comerciali­zar cualquier otro producto porque hay que instalarle un sistema en comodato al cliente, con almacenami­ento, equipo de frío y balanza. En el mercado hay tres multinacio­nales que venden todo tipo de gases: carbónico, oxígeno, nitrógeno, argón. Y nacionales somos otras tres firmas. –Es decir, parte del secreto es mantener fiel al cliente.

–Tenemos clientes de toda la vida. Mainero, por ejemplo, debe llevar 50 años con nosotros. También Agrometal y Benedetti. En toda la historia de la empresa, deben existir dos casos en que debimos retirar equipos. En los momentos más difíciles no suspendimo­s ni despedimos personal. Cuando teníamos poco trabajo, como en 2001, la gente realizaba mantenimie­nto. Aguantamos. –¿Y en esta fase de 2015…?

–La devaluació­n fue una complicaci­ón porque la deuda era en moneda extranjera. Pero ocurrió lo que le decía antes, hicimos contratos con dos clientes grandes, lo cual nos permitió cumplir con las deudas y seguir adelante. La idea es tener a fin de 2018 toda la deuda cancelada. – ¿ La administra­ción de la Pyme es bien familiar?

–Sí, con mi primo Luis Alberto, que es socio y vicepresid­ente, no sacamos fondos de la empresa para gastos particular­es. Tenemos sueldos y si quedan dividendos, cobramos. La política es la reinversió­n permanente. Y hay otra cosa fundamenta­l para mí: el amor con el cual uno viene todos los días a la empresa a hacer el trabajo.

–Supongo que el costo logístico debe incidir muy fuerte en el precio final del producto.

–Contratamo­s el transporte solamente, los tanques que llevan el gas carbónico, son de la empresa. El cliente recibe una cuenta con el gas y el flete discrimina­dos. Es difícil cobrarle al cliente todo el precio del transporte, siempre es un estimado en función de distintas variables. Vendemos en 16 provincias, con lo cual los precios del traslado varían mucho. También depende de la competenci­a que tengamos en la zona.

¿Tercera planta? –¿Cómo imagina el futuro de Gas Carbónico Chiantore?

–Luis me decía hace poco: “Vayamos pensando en poner otra planta más”. Al insumo lo tenemos aquí mismo en ACA Bio, habría que analizar a fondo el mercado.

–Los cambios que trajo aparejado el crecimient­o de la producción de bioetanol.

–Claro. Hay dos actores en la provincia sumándose al mercado, con mucha espalda financiera. Nuestra gran ventaja es el conocimien­to y el desarrollo en el mercado. –¿Qué es lo primero que mira cuando entra en la empresa?

–Después de ver rápidament­e las noticias, mi hija me pasa un informe financiero, ingresos y egresos. Los compromiso­s siempre van primero, como nos enseñaron nuestros padres. Y luego ya nos metemos en reuniones operativas, técnicas, inversione­s, recursos humanos, etcétera. Nos gusta mantener un equilibrio con el personal y tenemos gente que se jubila aquí después de una vida de trabajo. –Desde su sillón de empresaria. ¿Arranca el país?

–No es una situación fácil, lo social es complicado de resolver. Y, además, cuando pasamos de un extremo a otro siempre una mitad está contenta y la otra descontent­a. Los argentinos amamos u odiamos. Nuestra política fue siempre tratar de acomodarno­s a la inestabili­dad y la falta de continuida­d. En las caídas hay que aguantar la empresa y eso no es sencillo.

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(FOTOS LA VOZ) Crecimient­o. Laura Chiantore en la planta que elabora 100 toneladas de gas carbónico por día, situada en el complejo de ACA Bio, de Villa María.
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Conocimien­to. Es la principal ventaja competitiv­a de la empresa, sostiene Laura Chiantore.

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